El Real Madrid vuelve a dar la vuelta a una eliminatoria europea y en un puñado de minutos para el recuerdo de todos y de uno... Joselu. El delantero da una lección de humildad y aprovechamiento de las oportunidades en dos intervenciones, dos puñaladas que desangraron a un Bayern que se veía en la final a diez minutos de que concluyera el tiempo reglamentario. La enésima noche de Champions que confirma que se tenga o no asiento reservado en el estadio merengue todo madridista está abonado a una perenne, interminable épica que no deja de sorprender y levantar admiración en el mundo. Pero que nadie se equivoque: la épica pasa siempre por el Santiago Bernabéu y su público, gente, afición. La épica es el madridismo.