Uno podría conformarse con una elegante barra de variada y llamativa carta de tapeo y vinos enmarcada en un local coqueto y acogedor. Y quizá podría regocijarse en su logro y vivir de él durante años. Pero aquí optan por proponer un segundo ambiente bajando las escaleras en forma de restaurante formal, ya sentados y disfrutando de una buena velada. Otro bien justificaría la visita de cualquier comensal con una carta en dicho restaurante amplia y diversa, pero aquí siempre existen referencias fuera de carta entre las que es menester elegir. Y puestos a hacer croquetas de jamón, archiconocidas y requetedegustadas, démoslas el más intenso de los sabores que se recuerden. Y así un suma y sigue que confirma al joven Barbudo como un modelo a seguir en esto de sentirse a la vez feliz e inconforme con lo que logra, buscando siempre el mejor todavía. Ya tenemos barra de rerferencia en Madrid...