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9 cosas que hacer con niños en Ibiza

Cuando uno piensa en Ibiza se le pasan cientos de cosas por la cabeza... ir en familia no es una de ellas. Pero algo está cambiando en la isla y sus reclamos, muchos complejos, incluso clubes, están descubriendo que apostar por padres e hijos es igual de rentable que hacerlo por grupos de amigos dispuestos al derroche y el desfase o por parejas y experiencias Only Adults. Nosotros desafiamos a todo prejuicio y nos aventuramos a la isla balear, por vez primera, en familia... para descubrir una dimensión creciente, con mucho potencial aún, pero que sin duda certifica que ciertamente Ibiza es apta para todo perfil turístico. Es la solución al ansia viajera de cualquiera, también la de los niños, y os contamos seis de los planes para niños y familias en Ibiza.


 Guy Liberté y las puertas y reloj solar de Ibiza

Guy Liberté fundó el Circo del Sol, viajó al espacio y a su vuelta, en su cabeza se unieron la extraordinaria creatividad y la experiencia vital de ir más allá de la Tierra. Tras retornar de su viaje quiso erigir en su villa ibicenca, en el oeste de la isla y cerca de Can Soleil, un monumento que conectase con el espacio -y quién sabe si con los que en él viven- y encargó a Andrew Rodgers el conocido como Stonehedge o reloj solar ibicenco. 

Andrew Rodgers supo jugar con las columnas para crear un lugar idílico.

Alineado con el solsticio de invierno y a los pies de la Cala Llentia, con estupendas vistas sobre ésta, sus columnas rematadas por la central con oro en la punta son un enclave recomendable para toda la familia. Fotografías y juegos, escondites tras las columnas, vistas a la Cala y el Mar Mediterráneo serían ya excusas suficientes para la visita, que abrocha y culmina la estampa en las puertas de Ibiza cuya autoría es desconocida. Lo que sí se sabe es que ambas, desde el ángulo correcto, se alinean con el islote Es Vedrá, cuyo mirador por cierto siempre aconsejan para ver el atardecer, pero aquí encontramos otro enfoque, mucho más curioso, de la caída del sol. Las grabaciones y referencias a la diosa Tanit no hacen sino incrementar el aura de misterio que rodea a las puertas más fotografiadas de la isla.

Cruza las puertas de Ibiza y maravíllate con las vistas de Es Vedrá y Cala Llentia.

En Ibiza no se habla de playas, sino de calas... y las hay para toda la familia

Ibiza es fiesta, buen rollo, variopintos y famosos locales y, por supuesto, calas. Todos los puntos cardinales de la isla tienen las suyas de referencia, pero con la familia Cala Bassa y Cala Tarida se antojan las más sencillas tanto por acceso como por comodidades una vez allí. Cierto que de la primera (oeste de la isla) se ha apropiado el Cala Bassa Beach Club y has de abonar seis euros de aparcamiento vayas el tiempo que vayas salvo si tienes reserva, pero también abajo y en la orilla, donde nos juntamos casi todos los mortales de bolsillo vacío, se disfruta de aguas cristalinas y una playa que tarda en cubrir a los más pequeños. Tiene truco: grandes rocas provocan los altibajos en la profundidad, pero es excelente para preparar a tus hijos sobre la idiosincrasia ibicenca al albergar jóvenes y no tan jóvenes amantes de la atmósfera y música ibicencas.

El Grupo CBBC da a Cala Bassa el toque ibicenco definitivo.

Tarida (suroeste) es más playa que cala quizá, o una de las calas más grandes... el caso es que su acceso, pese a la enorme cuesta que luego tocará subir, premia con aguas transparentes y que, esta vez sí, permiten a toda la familia adentrarse en el mar unos cuantos metros antes de que cubra al más pequeño -bebés aparte-. 

A las puertas de Cala Tarida está el hotel Vibra y su letrero para la portada de tu viaje.

Pero no por tener infantes has de renunciar a las que, para nosotros, siguen siendo las dos referencias máximas de las calas y espíritu de Ibiza, ubicadas ambas en la parte oeste de la isla: Cala Comte, que en período estival se convierte en un semillero que conjuga familias -las que menos-, jóvenes destruidos por la noche anterior y locales que conocieron la otra Ibiza, además de relaciones públicas vendiendo entradas para fiestas y las "boat party". En días ventosos es mejor evitarla pero si el sol sonríe y el viento respeta su forma en L y sus diferentes alturas y superficies para colocar la toalla recompensarán siempre con un lugar privilegiado. 

Si el viento te da la espalda en Cala Comte, al menos sonríe en la foto.

Y cabe finalizar con Salada y Saladeta, dos calas pegadas y conectadas por un sendero rocoso que puso a prueba nuestra resistencia para transportar Maxi-Cosi y bebé de casi 7 kilos, pero que continúa siendo una de las más completas por aguas cristalinas, variedad de fauna humana que allí se reúne, casitas de los pescadores a un lado, naturaleza terrestre al otro y, escoltada por ambos, agua en la que adivinarás todo lo que hay bajo ella. Me sigue resultando llamativo como, sin una ley escrita sobre ello, en esta cala se estila formar corrillos de los diversos grupos familiares, de amigos o parejas que allí acuden como si continuásemos en pandemia y hubiera que formar pequeñas unidades familiares separadas unas de otras. 


Cala Salada y Saladeta siguen siendo nuestras favoritas.

Aquarium Cap Blanca, el acuario familiar que respeta a las especies

En la parte de San Antoni que lucha por alejarse de esa lamentable imagen del turismo de borrachera y la fiesta a cualquier precio, y con 250 metros previos de gravilla apta incluso para carros de bebé, asoma el Aquarium Cap Blanca. Un discreto acuario, con visita de simbólica duración si lo que hacemos es entrar, maravillarnos unos segundos con la gruta que bebe de los antiguos pescadores y muestra numerosas especies marinas y salimos. 


Haced como nosotros y cosed a preguntas a los que allí trabajan, tremendamente formados y profesionales como Sara, quien nos señaló y describió con ejemplares en vivo y en directo las diferencias entre una raya y un pez manta, descubrimos de su mano quiénes son los roncadores y por qué se les conoce así, conocimos ejemplos de simbiosis marina y, lo mejor, lo hicimos con una niña sorprendida por las explicaciones y encantada con el lugar en el que transcurren. Un gusto que compartimos al tratarse de un recinto alejado del clásico zoo y aquarium que encierra a los animales para dejarlos circular casi a libre albedrío por la generosa masa de agua sobre la que caminaremos. Tanto delito es entrar y salir sin preguntar o recibir explicaciones como marcharte del lugar sin tomarte algo en el bar aledaño, con vistas a la Bahía de San Antoni y un amaderado entorno que te sitúa, literalmente, sobre el Mediterráneo.

Tras visitar el Aquarium Cap Blanc, tómate algo con vistas a la bahía.

El mejor parque infantil de Ibiza y el paseo con niños por el puerto

Eivissa, el municipio que porta el nombre de la isla, fue nuestra siguiente parada en la que encontramos un plan de tardeo y primeras horas de la noche apto para todas las familias. Para evitar el calor, nos dirigimos en la tarde noche al Parc De S´Illa, acceso gratuito y público y con 16 zonas de juego para, prácticamente, todas las edades. Los que superen pubertad o rocen adolescencia tienen pistas multideportivas, mientras que los pequeños dedicarán su energía a columpios varios, cabañas de madera, toboganes así como la construcción central visible desde varios metros de distancia y dotada de varios elementos de entretenimiento para escalar, deslizarse o saltar.

Una quincena de juegos garantizan a tus hijos diversión para rato.

Antes de que parpadee la batería de nuestros hijos, mejor coger el coche y desplazarse cinco minutos hasta la zona portuaria, para que allí echen el resto con un paseo por la que continúa siendo mi lugar favorito de toda la isla. La marabunta callejeando de tienda en tienda en busca del pareo o sombrero perfectos y que griten al resto que han estado en Ibiza, los numerosos locales gastronómicos, las esquinas plagadas de relaciones en busca de vender tickets para las próximas fiestas ibicencas y, por supuesto, la hilera de bares de copeo a pie de puerto con trabajadores que compiten sanamente por captar a los viandantes. Sentarte en cualquiera de ellos, copa en mano y con vistas al puerto mientras cae el sol o avanza la noche es, sin duda, uno de los planes que no pueden faltar tampoco en tu turismo familiar. Eso sí, has de saber retirarte a tiempo porque a menudo que avanza la noche los que se codean en las terrazas de los citados locales son grupos de amigos que buscan intimar con los que están sentados al lado o bien parejas celebrando el amor. Tranquilo, el puerto piensa en todos: la escalinata erigida, aunque carece de pasarela accesible, recompensa en lo más alto con unas vistas envidiables de Ibiza y da respuesta a las pretensiones de parejas, amigos y familias. Tómate tu tiempo, disfruta de la compañía, de las vistas y de la embriagadora atmósfera: es aquí donde sentirás la magia ibicenca.

Siéntate en alguno de los bares a tomar algo pero, antes, sube la escalinata del puerto.


Niños jugando a piratas en la Cova Can Marçá

Una de nuestras excursiones "más largas", por aquello de que se remonta a 100.000 años de antigüedad. Son los que, se estima, posee la Cova Can Marçá, ubicada al norte de la isla, en el interior de un acantilado del Port de San Miquel. Situación que premia al visitante con unas vistas de ensueño para las que ya habrá tiempo, nos dicen, tras visitar la cueva... pero también es cierto que resulta imposible no detenerse en el descenso de los 200 escalones que nos separan de la entrada a la cueva.


El mantenimiento es excelente, así como la la idea de echar flúor a las terrazas naturales.

Pese a su longevidad, no fue "tocada" por el hombre hasta hace unas cuantas décadas, cuando los contrabandistas las utilizaban como almacén de tabaco y alcohol pero, claro, nada de senderos habilitados para la visita turística... ellos se arrastraban por claustrofóbicas rutas que marcaban con pintura roja y negra que aún permanece en las paredes. Si bien la explicación es sencilla y corta, resulta más que suficiente para entender por qué no hay una excesiva humedad en la cueva y tampoco es tremendamente fría la temperatura en su interior... y aguardan un par de sorpresas. Entre ellas las piscinas que brillan en la oscuridad. Ya en el exterior, toca fotografiarse con la orografía ibicenca que, por cierto, también es recomendable disfrutar desde el bar que sirve de taquilla de la cueva. Incluso si no la quieres visitar o abonar los 13 euros que cuesta la visita, invierte unos cuantos en pedir algo mientras observas mar y cielo, horizonte y calas ibicencias... porque sí, allá abajo espera una cala de la que te hablamos a continuación.

Descenso y ascenso a la cueva están marcados por las vistas.


Mercadillos hippies y tambores en Benirrás

Si dejamos a la izquierda el acceso a Cova Can Marçá y continuamos hacia el norte hasta la muerte de la carretera alcanzaremos Benirrás. Una cala muy bien equipada para divertir a toda la familia si bien, hay que advertir, sus pequeñas y constantes piedras en la orilla no la convierten en la más cómoda para tumbarte en tu toalla. Quizá no lo hagas porque, al citado equipamiento, hay  que sumar los atardeceres con hippies tocando tambores -antes en domingo, ahora cualquier día salvo estos tras polémica con los bares cercanos-, las estructuras de madera en los bajos de unas de las dos formaciones rocosas que escoltan a la cala; en la otra, nuevamente, aparecen casas de pescadores. 

La privilegiada situación de la Cala Benirrás es una de sus muchas virtudes.

El broche lo pone un mercadillo que, sin ser los hippies de Punta Arabí o las Dalias (los más famosos y que encontraréis en todas las guías), sí resume el espíritu de aquellos y también la dimensión material, con productos similares a los que allí podéis encontrar. 

En Benirrás también hay un colorido mercadillo.


Santa Gertrudis y su bocadillo tostado de jamón con tomate

El paradigma del marketing está en el céntrico municipio de Santa Gertrudis. Cierto que merece un paseo de unos 45 minutos por su coqueto centro histórico, pero es el Bar Costa y su bocadillo tostado de jamón con tomate los que se han convertido en una referencia y parada obligada de multitud de turistas. No lo pudimos probar porque fuimos el único día que cierran, los martes, pero nos cuentan que no han inventado nada. Y, sin embargo, se han colado en los itinerarios de todos. Algo tienen que tener, además de estar riquísimos.

Tómate un respiro -y un bocadillo- en el centro de Santa Gertrudis de Fruitera.


¡De beach club ibicenco con niños! Bam Bu Ku


Tres palabras que se grabarán tus hijos a fuego. Bam Bu Ku. Diríase mágicas porque al pronunciarlas ya arrancan una sonrisa en los niños, sin saber aún lo que les espera. Y lo que les aguarda es la posibilidad de dar un bocado a toda esa fiesta, esa atmósfera distendido y de compartir de los bares y locales ibicencos, la música ambientándolo todo mientras decenas de personas pasean en bikini y bañador por la orilla de los Beach Club o el margen de las piscinas en las Pool Party. Pues bien, en Sant Antoni y con el sello de O Beach Ibiza Bam Bu Ku propone, salvo los lunes (brunch para adultos), un aluvión de argumentos para que todos y cada uno de los miembros de la familia coman su pedazo de pastel ibicenco. 


Diversión para niños de todas las edades. Bam Bu Ku.

A saber; para los que superen el metro cuarenta, el FlowRider te sitúa sobre una eterna y poderosa ola que surfear o, simplemente, que disfrutar cuando caes y te arrastra hasta el comienzo del circuito. Pegado al mismo, la vertiginosa diversión de unos contrasta con el Kids Club en un tierno jardín artificial con casita, estructura de madera, sillas y mesas de plástico, colorines, cuatro en raya gigante... y un plantel de actividades que ya quisieran muchos hoteles. Sólo media hora de descanso desde la apertura al cierre y multitud de acciones que van desde los citados rincones hasta otros muchos juegos. No es necesario que reserves cama a los pies de la piscina o en la zona con arena de playa, bastará con que pruebes la gastronomía para que toda la familia pueda hacer uso de las instalaciones. Claro que, si nos preguntas, como te aconsejaremos -ahora verás por qué- que degustes y recorras la carta quizá te convenga reservar la cama sin coste, sólo el mínimo que te exigen y que siempre alcanzarás si pretendes pasar el día y comer en Bam Bu Ku.

Niños felices, padres encantados.


Pero aún no hemos salido del agua, así que en el agua nos quedamos: varios momentos del día nos premiaron con un vaso repleto de niños divirtiéndose y entablando amistad rodeados de coloridos flotadores corporativos y chapoteando en un agua de temperatura perfecta. Los adultos tendrán su lugar en dos vasos circulares, uno más pequeño que el otro, con forma de jacuzzi pero sin ser aquellos, esto es, carentes de burbujas o temperaturas elevadas. Por si resultase poco placentero toparte con numerosos momentos en los que derramarás una lágrima de felicidad por tener a todos tus hijos "colocados" y bajo correcta supervisión -bien de animación, bien porque nadan en una piscina que tienes a los pies de tu cama reservada- y con la única tarea de reposar en las confortables camas, de diferentes capacidades en función de tu grupo.

Sin olvidar que toda la experiencia descrita se eleva al cubo los días de eventos: nosotros fuimos un miércoles y, a los dos días, tenía lugar el Kiddo que, este año, se basa en el universo de Alicia en el País de las Maravillas y su Fiesta de No Cumpleaños. El personal de animación se triplica, hay rincones con purpurina, pintacaras, música... lo dicho, el éxtasis de una experiencia que, como veis, el resto de días es igualmente recomendable por tratarse de un compendio de todo lo que ofrece Ibiza.



Muchos clubes descompensan su oferta con una pobre gastronomía. 
No es el caso de Bam Bu Ku.

Y eso que aún no hemos llegado a la parte gastronómica, que dejamos para el final pero bien podría abrir este apartado, la crónica viajera e incluso el blog entero. Si los nachos nos dejaron boquiabiertos por cantidad y sabor, fue el sushi el que se llevó la ovación con un roll crujiente de salmón y philadelphia o unos tacos con curry gambas propios de los mejores restaurantes de la isla. Hasta las gyozas de verdura proponen una vuelta de tuerca en textura y sabor que repiten en algo tan sencillo como uno de los postres, un croissant relleno de vainilla, con manzana y salpicón de caramelo. 

La experiencia definitiva que no sería tal sin un servicio a la altura; en Bam Bu Ku serás bienvenido, atendido y despedido con una sonrisa y una diligencia propia, una vez más, del mejor restaurante de la isla o del hotel más aclamado. Bam Bu Ku.

Más información en https://www.bambukuibiza.com/

Los incomparables atardeceres de Ibiza

Con permiso de Costa Rica, en Ibiza tenemos algunos de los mejores atardeceres de cuantos se pueden disfrutar en este bello planeta llamado Tierra. En la costa oeste se agolpan docenas de enclaves para despedir el día y dar el último adiós al astro rey, antes de que vuelva a asomar y, con él, comencemos una nueva jornada ibicenca. Amén del Sunset Strip de Sant Antoni, con Café Mambo y Café del Mar como referentes, y otros lugares como el Mirador de Es Vedrá, nosotros elegimos un lugar mucho menos concurrido y conocido que también se sitúa en Sant Antoni pero cerca de una zona llamada a crecer en los próximos años y lavar la imagen de esta localidad balear: cala Gracioneta. A un puñado de metros de esta y de la que fue nuestra base de operaciones (en la que os hablaremos aquí en unos días), el hotel Marble Stella Maris, aguarda el que se convirtió en nuestro rincón favorito para disfrutar en familia del atardecer en Ibiza. Siguiendo la carretera de Cap Negret hasta el final, hay que girar a la derecha e inmediatamente a la izquierda para alcanzar una rotonda sin salida pero con un cielo teñido de infinidad de colores. También puedes ir al cercano restaurante La Torre, pero te recomendamos que te quedes arriba o bien desciendas ya a pie de acantilado y Mediterráneo. No se nos ocurre mejor estampa para despedir el día, e incluso tus vacaciones, en una isla que lo tiene todo, también para familias. Ibiza Work it Out. 

Uno de los tesoros de Ibiza emerge cuando el sol desaparece. Sus atardeceres.

Jesús Clemente Rubio