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Costa Rica por Libre II: 8 cosas que hacer Costa Rica

Más allá de la visita a los Parques Nacionales, Costa Rica tiene mucho más que ofrecer. Y no sólo hablamos de alternativas naturales propuestas e impulsadas por otros organismos, sino experiencias banales como conducir vehículo particular, detenerte en un simple puente que esconde una gran sorpresa o apreciar un atardecer desde uno de los mejores enclaves de la isla para ello. Éstas y otras experiencias hasta sumar 7 planes de obligada ejecución en tu periplo tico.


Moverte en coche de alquiler en Costa Rica

Veamos, los precios del alquiler son superiores a los que estamos acostumbrados en España pero, por contra, la gasolina está más económica (para no estarlo últimamente, con la que está cayendo). Repasados los ámbitos técnicos, pongámonos pragmáticos: no hay nada mejor como moverte a tu aire por el país costarricense. Porque desplazarte por sus carreteras, cuyo estado es mucho mejor de lo que dicen los tópicos, te recompensa en ocasiones con la aventura de sortear enormes baches y llevar al máximo tu vehículo para subir ciertas pendientes. Pero eso será sólo en momentos y cuestiones puntuales. El resto del tiempo nos aguardan vías en las que se recomienda la conducción diurna por desconocimiento y estado pero que permiten una circulación apacible a entre 60 y 80 kilómetros por hora de media, subiendo a los 100 en las carreteras principales. 


A tu aire, con tus tiempos. Muévete en coche de alquiler.

Recuerda, pese a la duración entre desplazamientos las distancias son cortas, por lo que no consumirás mucho combustible. Y si además optas por compañías como Explora Rent A Car, que proponen modelos inéditos o raros en España, la experiencia es doblemente atractiva: a la posibilidad que otorga el vehículo particular de acelerar, frenar o incluso detenerte para apreciar los tesoros que vamos dejando a los lados de la carretera en nuestro itinerario, tenemos la experiencia al volante de equipadísimos modelos como el chino Geely X3. Haz como nosotros; pide precios finales sin sorpresas y con las coberturas obligatorias. Nuestra experiencia con ellos fue inmejorable. 

El Geely X3 de Explor Car fue toda una experiencia.


Qué ver en San José, capital de Costa Rica

Un par de horas te serán más que suficientes para echar un vistazo a la capital, vida y obra, con el Teatro y Parque Nacional, la Plaza de la Cultura o la Catedral Metropolitana. También te servirán para asomarte a sus usos, horarios y costumbres, con locales de música en directo para tus cenas, heladerías famosas como Pops o cadenas como Rostipollo. Y los domingos es tremendamente sencillo aparcar sin preocupaciones ya que "los domingos no hay partes", como nos dijo la Policía.




No te pierdas la ciudad de noche. Encanto colonial.


Atardeceres en Costa Rica: Playa Flamingo y Playa Hermosa

Si algo tiene la vertiente pacífica de Costa Rica que nunca podrá tener su lado caribeño son los atardeceres. Puestas de sol libres de, recordemos dónde estamos, cemento, hormigón e inventos humanos en los que el Astro Rey se ocultará bien tras un verde y arbolado monte o allá en el horizonte donde se juntan y funden cielo y mar. 



Vive tus mejores atardeceres en Costa Rica.

Oiréis, leeréis y hasta descubriréis decenas de enclaves desde los que despedir el día, nosotros os recomendamos dos: Playa Flamingo, con un festival de tonalidades y colores que alcanzaron su cénit una vez oculto el sol; y Playa Hermosa, con una amplitud que permite disfrutar del momento en casi completa privacidad e intimidad. Ambas a 30 minutos de alojamientos como los RIU de Guanacaste.

En Playa Flamingo el festival de colores fue impresionante.


Ver cocodrilos en el Río Tarcoles

En uno de los puentes que permiten al turista sortear el Río Tarcoles en su viaje desde Manuel Antonio hacia Playa Jacó y Manuel Antonio, en función de la hora, toparéis con unos cuantos curiosos mirando hacia abajo o incluso con autobuses detenidos y un reguero de turistas haciendo lo propio. 

Arriba tienes el río repleto de 'troncos'. Abajo comprobamos que se trata de cocodrilos.

Como el ser humano evolucionó, entre otros, a partir de la imitación, sigamos el ejemplo y miremos más allá de la azul barandilla que escolta a la carretera y viste el puente. Lo que en ocasiones te parecerán llamativos troncos de árbol son en realidad el lomo seco de cocodrilos cuyo resto del cuerpo está sumergido en el río, algunos de enorme tamaño y que sin duda invitan y alimentan las ganas de descender unos metros y acercarse. Nadie lo recomienda. 

En la orilla del Río Tarcoles también te esperan iguanas de este calibre.

En cualquier caso el gozo de verlos a distancia es similar y, si no puedes apagar tus ganas de acercarte, bordea un lateral y desciende unos pocos metros para ver unas iguanas también de generosa presencia. Dos por uno en una de las muchas paradas que merecen Costa Rica "entre destinos". 


Playa Jacó desde un resort con Willy Tours

Willy Tours es una de las muchas agencias que operan en Costa Rica para ofrecer al turista un sinfín de actividades que completen o rematen su experiencia tica. 



El Best Western Jacó está en primera línea de playa.
En la piscina tampoco se está mal.

En su listado topamos con pasar el día en un resort de Playa Jacó con recogida y entrega en tu hotel de San José (el nuestro, Palma Real, que por cierto los eligió en exclusividad) si bien al ser una de las paradas de camino a Manuel Antonio decidimos ir por nuestra cuenta. Ya en la garita de seguridad de la entrada tardaron un minuto en comprobar nuestros credenciales y algo más en recepción pero, sin duda, gozaban de toda la información proporcionada por Willy Tours. 


Jacó te espera para una experiencia playera casi individual.

Una opción cómoda y completa de disfrutar de la primera playa que disfrutamos en Costa Rica y una de las más recomendables del Pacífico, Playa Jacó, desde el Best Western homónimo donde cóctel y comida sinfín en mano gozamos del sol, las piscinas y, con permiso del viento, la enorme playa. Nos gustan más recogidas pero claro, todo tiene sus ventajas, y la amplitud evita la sensación de saturación y agobio. Una delicia que, según nos cuentan, al final del día recibe una conclusión perfecta con el traslado hasta el hotel. Porque elegir San José no es incompatible con elegir resorts playeros gracias a esta propuesta de Willy Tours. Más información en su perfil de Facebook.


Puentes colgantes en Místico Park y canopys Costa Rica

A nuestro paso por Arenal otro gran operador de actividades como EcoTerra captó nuestra atención porque las dos últimas décadas han estado organizando desde completos paquetes de varios días hasta actividades puntuales, trabajando con los mejores y siempre en pequeños grupos. 

No importan cuantos metros haya por debajo o hasta el final de cada estructura.
Los puentes colgantes son pura diversión.

A través de ellos reservamos los puentes colgantes de Místico Park, donde 6 estructuras de este tipo más 10 fijas condensan en un kilómetro y medio un buen resumen de lo que da de sí esta actividad. Recomendable y disfrutable por todos los públicos, incluso aquellos como un servidor que padecen de vértigo, entre puente y puente habrá vegetación, mamíferos e insectos -a lo que nos tiene acostumbrado Costa Rica, vaya- y puentes de decenas de metros de longitud y altura nos aguardan en los puentes más salvajes cuya disposición es segura pero, tomad nota, se mueven cada vez más a nuestro paso por ellos. Insisto en que sea cual sea tu perfil el resultado será satisfactorio y comprobarás que lo disfrutarás. Más información en EcoTerra. 



Para todos los públicos. En familia se disfruta más.

Un breve apunte para otra gran experiencia: las tirolinas allí se conocen como canopys y Costa Rica tiene algunas de las más altas y veloces del mundo. Si quieres hacerlo con niños pequeños tendrás que atender a requerimientos de altura y peso y preguntar si hay posibilidad de que, si no pueden tirarse solos -con ciertas edades mejor que no lo hagan-, que se lancen con un experto. Pero los adultos no dejéis de lanzaros en los parques que ofrecen tirarte a lo "Supermán" y lanzarte también en liana al estilo Tarzán. Dos experiencias cargadas de adrenalina. 


Comer en una soda

La gastronomía costarricense merece un apartado y varias visitas para explorar sus desayunos con natilla (yogur amargo, no confundir con nuestras natillas), Gallo Pinto (arroces y frijoles), tostada, aguacate, plátano frito y patacones. Ya más comunes nos resultarán sus tortitas (para ellos, pancakes) y huevos fritos o revueltos. 


Sea en hotel o en soda, en los desayunos compartimos algunos elementos.


En la comida el protagonista es el Casado, un plato que combina arroz con un sinfín de variedades, desde pescado, como el que comimos con corvina, hasta carnes y siempre con ensaladas terminando de colorear el plato. 






Casado y tres leches. No se puede ser más local ni optar por comida más tica.

En las bebidas están el Chan y la Carambola, derivados de las semillas homónimas y con algo de azúcar añadido que recuerdan en cierta forma a algunas de las infusiones a las que estamos más acostumbrados. Y en el apartado de postres, además del arroz con leche (pays) sobresale el Tres Leches, un pan húmedo sumergido en una combinación de leches con fuerte presencia de la condensada. Nosotros tuvimos ocasión de probar gran parte de lo descrito en la soda La Campesina, a la salida del Parque Nacional Braulio Carrillo, y también en los desayunos del hotel Palma Real en San José. Pero en nuestra travesía paramos en un sinfín de sodas. Para sentirte como un tico más, has de comer como ellos.

La Campesina fue una de las sodas que más disfrutamos.

Visitar y bañarte en la Catarata de la Fortuna

La competencia es dura pero, si nos tenemos que quedar con un rincón costarricense en el que percibir todo el poder, majestuosidad, energía y grandeza de la naturaleza, ése es la Reserva Ecológica de la Catarata de la Fortuna. Nos advertía uno de los responsables del parque, Ignacio, de la recompensa tras los 500 escalones de bajada que nos separan de ella. Lo corroboraban los viajeros que nos cruzábamos en nuestro descenso y que claro, en su retorno, tenían que subir el medio millar de peldaños, que no requiere el mismo esfuerzo. Al menos cada pocos escalones hay remansos de paz y espacios anchos donde reposar las piernas y aprovechar, como hicimos, para departir sobre lo que estamos a punto de ver o bien lo que acabamos de observar.


Un vistazo rápido desde el mirador de la entrada y emprendemos los 500 escalones.

En definitiva, unos y otros nos prepararon para lo que nos aguardaba abajo elevando la expectativa hasta peligrosos límites y entonces... comprobamos que se quedaron cortos. Ya desde el primer mirador la estampa de la catarata bañando la imponente roca y el fulgor dejado a su llegada al agua impresiona, pero a medida que uno se acerca se impregna y deja invadir por esa energía que mencionaba Ignacio. No hay que ser muy valiente pero sí al menos saber nadar para adentrarse y acercarse a la cascada y allí, os aconsejamos, tomaos un minuto, diez, cinco segundos. Los que os basten para contemplar la caída del agua que nos recuerda que nada hay más poderoso ni temible que los elementos y, al mismo tiempo, nada más bello que nos retrotrae a aquello de lo que estamos hechos. Y hasta aquí el intento de describir con palabras lo que allí sentimos.


Una vez alcances la cascada, no tengas prisa.
Contempla. Siente. Vive.

En un costado te espera además un pequeño riachuelo que bebe de la catarata y en el que tomar un baño de manera mucho más sencilla -acceso con muchas menos rocas que las que te separan de la cascada- y con público infantil. Sea como fuere, un recinto que sólo por esta experiencia ya merece la entrada -hay mucho más recorrido-, cuyo importe es en parte reinvertido en un parque que no tiene dueño. Es propiedad de la comunidad y distrito en el que se encuentra, y la gente decide sobre su gestión y destino.

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Jesús Clemente Rubio