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Clarita, arte en cada plato

 

Pueden que sean las portadas de los cómics de Tintín, la vajilla con platos que querríamos sacar en casa a nuestros invitados o la plausible atención, pero Clarita nos ha encantado. Claro que si lo reflexionamos unos minutos más ese flechazo no se habría dado sin una carta a la altura de todo lo anterior, con un ajustado número de referencias para no volvernos locos y la seguridad de que incluso tapándonos los ojos y señalando a ciegas uno de los platos propuestos, acertaremos. Es Clarita un enclave perfecto para comenzar o cerrar en alto un día, para ir con familia, amigos o pareja... en definitiva, un restaurante que gusta, sorprende y fideliza.

 

Dos entrantes, dos aciertos: gyozas y mejillones.

Fideliza por ejemplo con unas gyozas cuya pasta huye de los tostados o dentes de otros restaurantes y, quién nos lo iba a decir, atrapa desde el primer bocado. Ello se debe a que al ser la envoltura tan suave cede el protagonismo al interior, a elegir entre carne, langostinos y verduras pero siempre delicioso. O con unos mejillones al estilo belga, esto es, acompañados de su pertinente ración de patatas fritas -muy ricas- pero aderezados con vino blanco, apio, cebolla... y nata. Un toque final que sobre el papel no nos convenció, pero que enseguida desterró todo prejuicio desde el primer molusco. El broche al primer pase lo puso una ensaladilla rusa de excelente textura y con el aliciente de las adictivas huevas saladas. 

En el apartado de principales, los chipirones a la plancha son ya veteranos en la carta... y sus galones se explican cuando das cuenta de un plato que, por otra parte, resulta llamativo por su cantidad. La hamburguesa sale al paso pero tampoco decepciona y, sin duda, el que satisfará en mayor medida al más voraz de los comensales serán los farfales al Oporto con Tartufo y huevo poché. Un manjar que, previa mezcla de todos los ingredientes, nos dejará siempre a la trufa como protagonista, con el regustín del parmesano y el matiz del huevo. Amén de una contundente salsa en la que podrás mojar cuanto pan desees.


La hamburguesa resuelve, pero la pasta con parmesano y trufa engancha.


Terminamos con la tarta de manzana fina, estilo tatín, como ha de servirse cuando en la carta te aseguran que es delgada y no las contundencias que llenan el estómago pero no las expectativas. Y por supuesto nuestra más patria torrija con un par de vueltas de tuerca entre la masa de brioche, la sopa de chocolate negro, el crujiente de anís y un exquisito helado de aceite de oliva.


La tarta de manzana y la torrija son dos cierres espectaculares.

Más información en https://claritamadrid.es/

Por cierto, si quieres redondear tu día, antes o después de disfrutar de la mesa de Clarita, haz como nosotros y acércate al Teatro Lara. Este día nosotros lo completamos con la genial "El Pequeño Mozart", de la que te hablamos aquí. Aunque, como bien sabes, te hemos hablado de muchas otras obras imperdibles del Lara. 

Jesús Clemente Rubio