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El mes del cachopo vuelve a Pancipelao con cuatro nuevas propuestas

Resulta casi de perogrullo recordar que Pancipelao es un referente gastronómico en Vallecas por su cocido de cuatro vuelcos, por sus arroces y, desde hace más de un año, por sus cachopos. En plural. Al bueno de Tomás Gutiérrez, propietario, y al chef "Pepe Filloa" se les ocurrió dar una vuelta de tuerca al bocado tradicionalmente asturiano e imaginar y explorar cómo cocinarían el cachopo en otras regiones de España e, incluso, se sacaron de la manga uno que porta el nombre del restaurante y que, por cierto, es de nuestros favoritos. El resultado es un mapa de ingredientes autóctonos de todo el territorio nacional con combinaciones exquisitas que elevan al olimpo un plato que a muchos les resulta tan sencillo y vulgar como obsceno por su contundencia. Eliminen los adjetivos anteriores o, mejor, sustitúyanlos por deliciosos en el sabor, mimados en la preparación y ajustados en la ración. El 2º Mes del Cachopo suma cuatro nuevas combinaciones que van de Tineo (Asturias) a Galicia, de Castilla La-Mancha a León. 

Pepe Filloa con sus cuatro nuevas criaturas en forma de cachopo.

Y todos son dignos de mención y, por supuesto de degustación. Antes de sumergirnos en los que tuvimos la fortuna de probar, mencionaremos el de Tineo y el leonés. El primero propone solomillo de frisona con chosco de Tineo bañado en queso de vaca y crema de queso de oveja, mientras que el segundo opta por solomillo de mamona  de Valle del Esía, cecina ibérica y queso curado de leche cruda de oveja. Sobre el papel impresiona, en el plato resulta espectacular. 

O eso imaginamos a tenor de lo que sí elegimos: el cachopo gallego, con solomillo de vaca rubia relleno de lacón y queso semicurado y cachelos de guarnición. Un queso que impregna cada rincón del cachopo para dar una textura otrora impensable en un bocado que solía pecar de resultar demasiado seco al paladar y toda una prueba para el gaznate. Aquí se corta, mastica y engulle con total facilidad y enorme placer. Y si eres muy quesero, siempre podrás pedir aparte salsa de cabrales y redoblar la presencia de este derivado del lácteo pero no te lo recomendamos: como lo preparan está perfecto.

Gallego o extremeño. Dos interpretaciones de un mismo y exquisito plato.

O bien, si lo tuyo es una relación más ajustada entre queso y carne, siempre puedes optar por el extremeño. Donde la presa ibérica rellena de bellota 100% ibérica es ya un manjar que remata y baña la torta del Casar. Nunca nos gustó elegir entre nuestros hijos pero sabed que éste se ha colado en nuestro "podio del cachopo".

Como somos adictos a los arroces de Pancipelao, por cierto, no pudimos dejar de pedir un arroz ciego en el que esta vez acusamos algo más el pimentón pero que, igualmente, se aferró a nuestras papilas gustativas y aún sigue ahí recordándonos lo afortunados que fuimos. 

Hasta el 8 de julio puedes disfrutar de las variantes de un cachopo que, el resto del año, se queda en su vertiente clásica -igualmente apetitosa- y también en su modalidad "Pancipelao" que, os repetimos y recordamos, sigue siendo de nuestros favoritos. Hasta que llegó el gallego, todo hay que decirlo.


Más información en https://pancipelao.com/


Jesús Clemente Rubio