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Ginkgo Garden: Cócteles caseros desde la primera gota

 

Acuden a las materias primas. Las miman y transforman entre fogones. Las combinan, jugando con las cantidades y contrastes de sabores, y las saborean en el paladar. Así se han pasado cuatro meses los expertos cocteleros de Gingko, con Jorge Barra a la cabeza, para dar con los 21 cócteles que ofrecen en su renovada y atractiva carta de cara al verano. Y llegados de su hermano Skybar, acaban de aterrizar en Ginkgo Garden para demostrar varias cosas. La primera, que un cóctel "bien tirado" encaja en cualquier momento, se llame aperitivo, cena o afterwork. Como segundo punto, que incluso un cóctel puede ser casero si se interviene en el proceso de creación procesando prácticamente cada ingrediente antes de proceder a la mezcla. Y tres, que la fama empalagosa, saciante y pesada de los cócteles es cosa del pasado y se han convertido en una interesante opción de acompañamiento y maridaje. O al menos así es en Ginkgo Garden. Rematemos todo con opciones gastronómicas de altura y un entorno de ensueño y tendremos una de las propuestas obligatorias para este verano en Madrid.


Los originales Sangría Moto Mami y Melón Japón.

Oyes Piña Colada y tu cabeza viaja enseguida al cóctel clásico y de sobra conocido. Sí, en Ginkgo Garden también los encontrarás pero, sin duda, son sus nuevas combinaciones las que deberías probar para, años y años después, descubrir que el mundo del cóctel es mucho más que mojitos y margaritas. Ron Bacardi Carta Blanca, una hoja asiática afrutada llamada Pandam, curaçao blue, coco, piña y limón se visten de un espectacular tono azul para configurar el Blue Panda Colada, tan casero como adictivo desde la primera gota, incluso para los gaznates poco familiarizados con alcohol alguno. 

Panda Blue y Melón Japón en Ginkgo Garden

Si su preparación es un espectáculo, la sensación en el paladar no tiene nada que envidiar. El Vodka Grey Goose, licor de melón, matcha y citronela son las armas del Melón Japón, que remata colocando un algodón de azúcar en la boca de la copa salpicada de peta-zeta de frambuesa. El niño y el adulto que conviven en ti se darán de la mano en un combinado que repite reclamo en el color, esta vez un verde... diferente. La sangría motomami completa la muestra que probamos y de la que nada más te desvelamos salvo un consejo: destierra todo lo que conocías sobre las sangrías. Una a base de ginebra de calidad supera, seguro, a las anteriores.

Ingredientes y presentaciones de máxima calidad. Así son los cócteles de Ginkgo Garden.

Tres opciones de entre un enorme abanico que confirma que la coctelería está de moda y, más allá de artificios azucarados y piruetas a lo Tom Cruise en "Cocktail", aquí nos deja un camino real para nuestra barra y mesa en cualquier foro y ocasión. Aunque ya te hemos hablado de la carta de Gingko SkyBar y las tapas de Ginkgo Garden, no está de más realzar la nueva distribución de este último, con los sofás pegados a la cristalera que abarca casi todo el restaurante y sillas y mesas reemplazándolos en el centro del establecimiento para una mayor sensación de amplitud y profundidad. Y, por supuesto, destacar algunos de los platos de su carta y que sucedieron a nuestra degustación coctelera. Conocidos como los ravioli de pato, que confirmaron que aquella nuestra primera vez no fue casualidad y repitieron espectacularidad y delicia. O el sushi, ya sea en modo california o nigiri de anguila, salmón flambeado o atún rojo, muy por encima de otros que dicen ser especialistas en el bocado japonés.


Ravioli y sushi deliciosos.

Espectacular carta de Ginkgo Garden

En la vertiente cruda encontramos un ceviche que destierra con fuerza a un ya notable predecesor y un carpaccio de wagyu con el alioli negro y el queso como perfecta compañía. Sin olvidar otra novedad que nos lleva a la mejor cocina de nuestras abuelas y madres -habrá también abuelos y padres, pero no es mi caso- en forma de ensaladilla rusa. Con la patata muy troceada y con gran presencia del pimiento.

La ensaladilla rusa activa la nostalgia y el ceviche y el carpaccio las endorfinas.

El colofón vino del solomillo con costra de sésamo, un festival de texturas exquisitamente conseguidas y un sabor de los que se aferran a tu memoria gustativa. Ni siquiera la tarta de queso, con argumentos de sobra, no consiguió arrancar de nosotros esa "costra". Que lo intenten los que vengan detrás. 

Esa costra es inolvidable. 

Más información en https://www.ginkgoskybarmadrid.com/landings/ginkgo-garden/
























Jesús Clemente Rubio