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Castilla Termal Olmedo, una escapada para reiniciar los sentidos


 
Entre las escapadas desde Madrid de un fin de semana o un par de días, Valladolid siempre fue una gran opción. La ciudad, por su riqueza cultural e histórica, su atmósfera y ambiente, su buen hacer en cada rincón. La provincia, por lo mismo cuando atendemos a enclaves como Olmedo, un pueblo mimado en cada metro de asfalto y acera con un completo itinerario turístico fácilmente realizable en un puñado de horas. Por eso Castilla Termal reúne en su alojamiento ulmetense todo lo que uno busca en una escapada breve pero intensa: actividad y turismo, naturaleza y desconexión y, por supuesto, descanso en todas sus formas. Bienvenidos a Paradores 2.0 (o 10.0), bienvenidos a la relajación hecha hotel y entorno. 

Basta detenerse un par de líneas más en eso precisamente, en el entorno, para ya justificar nuestra elección de Castilla Termal Olmedo como el lugar donde reposar durante esa deseada escapada. A hora y cuarenta minutos de Madrid encontramos un pueblo tremendamente acogedor y simpático con el viandante que busca descubrir sin que ello suponga un reto para sus piernas, disfrutar sin rascarse demasiado el bolsillo y, en definitiva, asomarse a un pedacito de la capital del mudéjar vallisoletano. Es plausible el grado de cuidado que posee el pueblo en cada rincón, amén de una llamativa preparación para el turista con tablones informativos en los puntos neurálgicos acompañados de QR para extender al detalle los datos de determinado edificio. 


Olmedo es una ciudad amable con el viajero y rica en historica y cultura.

Con los deberes bien hechos sobre el entorno en el que se ubica, Castilla Termal Olmedo tiene por delante el desafío de ofrecer un valor añadido al viajero. Y por lo pronto el edificio que lo alberga da continuidad al carácter turístico del pueblo al tratarse de un antiguo convento del siglo XII, el Sancti Spiritus cuyo lago homónimo es el que baña su zona de SPA, el circuito de contrastes y mucho más. 

Os contaremos nuestro caso porque, a menudo, es más sencillo verse en un destino a través de los zapatos y gafas de otro. Llegamos por la tarde, pusimos a cargar el vehículo eléctrico en el parking -de pago el de superficie, gratuito el del parking si bien este último es de carga lenta- y subimos a nuestra habitación a soltar equipaje y descansar antes de la cena. En este breve lapso de tiempo bien pudimos relamernos con lo que estaría por llegar a la hora de dormir: comodidad y descanso supremos con camas extremadamente cómodas, luminosidad en la habitación y tremenda amplitud. Sabedores de que sería una gran noche, por qué no, nos dirigimos al gimnasio, básico pero suficiente para activarte antes de tomar una ducha rápida y bajar al restaurante El Hontanar para cenar. Menudo descubrimiento.



Ya sea en cenas o desayunos, el Restaurante El Hontanar supera expectativas.

El canelón de rabo de toro, jugoso y que atrapa el paladar tanto como el primer grano del arroz con pulpo y chipirón en su tinta. En el capítulo de principales el pargo a la brasa con gambón satisfizo sobremanera nuestras ansias de pescado, por calidad y cantidad, pero es que el steak tartar sobre hueso de tuétano podía pedir más tras el primer bocado pero saciaba igualmente cuando uno daba cuenta de todo el plato. Todo ello acompañado de un vino Converso marca de la casa y en un espacio y servicio que repiten en el desayuno: amplitud y rapidez. Desayuno que no defraudará a nadie, aprovecho para decir; variedad, cantidad, calidad, reposición al minuto y amplio abanico de panes, embutidos, dulces, salados para preparar al cuerpo para el turismo que está por venir. Pero veamos qué hubo entre una y otra comida, que es donde radica el verdadero plato fuerte: el hidrorelax.






La propuesta de Castilla Termal Olmedo pasa por, en efecto, una piscina termal de acceso libre para los huéspedes -¡y con horas familiares!- y de pago para los no alojados en el hotel durante toda la mañana y primeras horas de la tarde...porque a partir de las 5 aproximadamente el espacio pasa a estar bajo reserva. Y es ahí donde continuó nuestra primera noche: tras cenar, a eso de las 21:45 fuimos a la piscina termal reservada hasta las 11 y disfrutamos de un final de día apoteósico en una enorme piscina interior climatizada y con suficientes estaciones hidrotermales para dejar nuestro cuerpo a punto. Ya para el día siguiente dejamos el servicio de pago adicional, el circuito de contrastes, que juega con saunas a diferentes temperaturas, caminata sobre cantos rodados, duchas y exfoliante y, claro, piscinas de contrastes con champán para rematar relajados frente a una chimenea. Un premio para el cuerpo y la mente que quizá olviden todo lo vivido apenas reconecten con la realidad y las prisas del día a día, pero que vivirán una suerte de reinicio sensorial tras pasar por las instalaciones de Castilla Termal Olmedo. La puesta a punto que todos necesitamos. El ritual del buen soñador que proponen en un manual homónimo situado en la mesilla de noche de cada habitación, de obligada lectura y ejecución. 

Más información en https://www.castillatermal.com/hoteles/castilla-y-leon/castilla-termal-olmedo/

Jesús Clemente Rubio