Sabías del libro, tanto o más que tus hijos...también de vídeos en Youtube de dudosa calidad que pretenden forrarse a costa de uno de los mejores cuentos infantiles jamás creado. A diferencia de aquellos, Devir pone su experiencia, sabiduría y buen hacer al servicio del Monstruo de Colores para crear un juego de mesa didáctico desde el primer minuto y muy revelador sobre cómo se sienten tus hijos en cada una de las partidas. Ponte verde y relájate... porque estás a punto de conocer mejor a tus hijos y, quién sabe, quizá también a ti mismo.
Porque la premisa es sencilla. navegando entre los diferentes estados de ánimo que se corresponden con determinados colores, tus hijos y tú tendréis que poner sobre la mesa lo que os haya ocurrido en el día o en las últimas semanas que te haya causado tristeza, miedo, ira o alegría, entre otros. La excusa es el tablero y el atractivo la niña, el monstruo y los tarros de emociones ordenadas o mezcladas para indagar en los sentimientos de cada uno. Con un tablero de casillas que se pueden contar con los dedos de una mano, correspondientes a la alegría (amarillo), relajación (verde), tristeza (azul), ira (rojo), miedo (negro) y rosa (amor) y un dado tan sencillo como recoger entre uno y dos movimientos o bien la cara de la niña o la del monstruo (mueves a uno o a otro), enseguida entenderás la mecánica. Básicamente estamos en un juego cooperativo en el que, entre todos, tendréis que ordenar las emociones, colocadas previa y aleatoriamente en un par de estantes y dadas la vuelta. Cada vez que tiréis el dado y movais al monstruo hasta una emoción, tendréis que contar qué o quién os ha hecho sentir tal, y entonces aventuraros a descubrir si tras uno de los tarros de los estantes está el color expresado. Si no es el caso, el tarro se vuelve a dar la vuelta y se cambian al azar otros dos de sitio. En supuesto afirmativo, la emoción quedará guardada en el tarro y ya ordenada pero cuidado... también puedes girar uno de los botes con emociones mezcladas y, si descubrís los tres, el monstruo se irá a dormir igual de confuso que se despertó.
Así perderéis todos, ganaréis en caso de ordenar todas las emociones. El único cambio en el dado lo encontramos en una cara que nos permite elegir casilla y en la niña, que se desplazará hasta donde se encuentre el monstruo y le ayudará a deshacer un tarro de emociones mezcladas.
Insisto, el verdadero espíritu del juego -y que te premia con más de un emotivo momento- es expresar tus emociones ante los tuyos o escuchar asombrado que un pequeño gesto tuyo causó tristeza o alegría a tu hijo hace semanas sin tú saberlo. Un juego que nos recuerda lo importante que es comunicar bilateralmente sentimientos dentro de la familia, de padres a hijos, entre hermanos e incluso a la pareja.
Más información en la web de Devir.
Jesús Clemente Rubio