Si la primera parte introdujo a las emociones más básicas a los niños y recordó a los adultos lo difícil que es gestionarlas a tan temprana edad (ahora sigue siéndolo), en esta ocasión Pixar redobla la apuesta sumergiéndose en el terreno emocional más complejo. Y en una etapa igualmente complicada y repleta de picos y valles, una montaña rusa constante como es la pubertad. La combinación de ambas resulta en un cóctel tan explosivo como clarividente gracias a un tino soberbio de la compañía a la hora de reflejar todos esos cambios. El nacimiento de algunas emociones, el enquistamiento de otras... y la posibilidad que tenemos siempre de cambiar porque somos nosotros los responsables de crear nuestra propia identidad. Esta vez sí que se pone todo Del Revés, también la taquilla coronándose, de momento, como el mayor éxito de 2024.
Lo leímos en nota de prensa de Cinesa y pensamos que se trataría de una comunicación para sacar músculo: no obstante su vertiente Luxe, unida a la atractiva tarifa plana mensual, está registrando grandes resultados para la compañía cinematográfica. Pero no, su mensaje no era empresarial, sino pura alabanza al que ya es éxito de 2024: Del Revés estaba rompiendo todos los registros y había superado ya a Dune 2. Así que otro aliciente para acercarnos a nuestro cine favorito, Plaza Loranca 2, tumbarnos (sí, tumbarnos) en las cómodas butacas cubo de palomitas en mano y disfrutar de la calidad de las gigantescas pantallas que equipan estos cines. Allí que aparecieron Alegría, Ira, Tristeza, Asco... y... ¿pero esto qué es, qué le pasa a Riley? Pues que si tiene espinillas, aparato y está en esa edad que uno ni es niño ni es adulto, está entrando en la pubertad y adolescencia. Y con ella en un sinfín de cambios que traen emociones mucho más complejas como la ansiedad, el tedio, la envidia... que amenazan con tomar el control de su personalidad.
Sin destripes, ésta es la clave de la película: quién tiene las riendas de algo tan importante como la creación de nuestra identidad. Son fruto de terceros, somos esclavos de nuestras emociones, padres, amigos... dudas que la película no pretende resolver sino mostrar y poner sobre la mesa para remover la conciencia de cada uno. Y lo consigue, ya sea poniéndonos en la piel de los padres de Riley, de sus amigos o de la propia (co) protagonista de la película. Con Alegría de nuevo intentando dirigir un plantel de emociones más variado y, a la vez, más peligroso si alguna de ellas predomina sobre el resto y rompe un perfecto equilibrio. Quizá porque, en realidad, lo único a lo que podemos aspirar es a un equilibrio imperfecto como seres humanos que somos. Una verdadera oda a SER humano, con todo lo que ello conlleva.
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