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Real Madrid 2 - Bayern de Munich 1 (Champions, semifinales): El madridismo es épico



 El Real Madrid vuelve a dar la vuelta a una eliminatoria europea y en un puñado de minutos para el recuerdo de todos y de uno... Joselu. El delantero da una lección de humildad y aprovechamiento de las oportunidades en dos intervenciones, dos puñaladas que desangraron a un Bayern que se veía en la final a diez minutos de que concluyera el tiempo reglamentario. La enésima noche de Champions que confirma que se tenga o no asiento reservado en el estadio merengue todo madridista está abonado a una perenne, interminable épica que no deja de sorprender y levantar admiración en el mundo. Pero que nadie se equivoque: la épica pasa siempre por el Santiago Bernabéu y su público, gente, afición. La épica es el madridismo. 

"No saben lo que acaban de hacer", comentaba Raúl González Blanco desde la grada apenas Davies marcó un golazo ante el que nada pudo hacer Lunin que, en lo demás, todo lo hizo...y lo hizo bien. El portero sigue demostrando que merece la final pese a la recuperación de Courtois y suyas fueron hasta tres ocasiones desbaratadas para lamento de Harry Kane, activo aunque se fue desinflando poco a poco, entre otros. Casi hemos comenzado por el final, porque este Madrid siempre obliga al periodista a colocarlo al principio de acuerdo al criterio de colocar ahí lo fundamental, y lo fundamental fue que apenas Davies adelantó a los alemanes, la maquinaria de la épica se puso en marcha. El Bernabéu rugía con cada llegada u ocasión, colocaba las sandalias de Hermes a unos jugadores que, una vez más, encontraron en ellos el depósito extra de gasolina, voluntad, ilusión y ganas. En ellos y en el responsable de todo esto, de cuidar de una plantilla, no de un equipo titular, de Ancelotti. Porque los once que comenzaron se diluyeron en ciertos momentos, salvo un extraordinario Vinicius que, de haber marcado, habría echado una más que seria candidatura a Balón de Oro, porque cuajó uno de sus mejores encuentros como madridista. Nada que achacar tampoco a Kross y al incombustible Valverde, que con circulación, pases entre líneas y recuperaciones dieron mucho oxígeno a los suyos y avisos peligrosos al rival. No fue el día de Rodrygo, al que nunca se le podrá achacar que no lo intenta pero no llevó el peligro que Vinicius y, por tanto, no arrastraba jugadores para crear pasillos para los compañeros... y tampoco deslumbró Bellingham. El paso de los minutos fue también rebajando la intensidad de Vinicius que veía cómo un tenedor no funciona si sólo uno de sus filamentos pincha bien, y también lo supo ver Ancelotti. Meneo al centro del campo y cambios arriba para aprovechar la velocidad, explosión, técnica y demás cualidades de Brahim, líder de la unidad B, e intentar sacudir el tablero con un "9" que vuelva locos a centrales y defensas, Joselu. La humildad sobre el terreno de juego, la paciencia, la certidumbre de que su momento y tren llegaría... y llegó. Con un gol de delantero centro nato, cuco, pícaro, un disparo de Vinicius que no logra atajar Neuer, el único fallo del guardameta, y ahí está Joselu para hundir el balón y los ánimos del Bayern.

Ya no había vuelta atrás... los alemanes experimentaban lo que muchos otros en ediciones presentes y anteriores, sabían que la bestia estaba suelta, y que aún le faltaba por asestar, al menos, un bocado. La eliminatoria no llegaría a la prórroga porque Nacho, gran partido del capitán, habilitaría un balón desde el área pequeña rival a la izquierda y desde allí Mendy pondría el balón a un jugador que vino por la puerta de atrás y esta noche ha salido por la grande. Locura en el estadio, 15 minutos de añadido (cómo era eso... ¿hasta que el Madrid marcara?) y un error garrafal del árbitro marcando un fuera de juego que debió revisar una vez finalizada la jugada. Los blancos se quedaron parados y el Bayern marcó, pero no fue gol anulado porque la acción ya estaba invalidada... y porque Lunin la habría parado. O no, pero el Madrid nunca habría caído. No este Madrid, no con esta afición. El madridismo es épico y, una vez más, finalista de Champions. Esperan otros germanos, el Borussia Dortmund, pero la guerra se gana batalla a batalla. ¡Hasta el final, Vamos Real!


Jesús Clemente Rubio