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La excelencia del brunch bufé en Hotel Intercontinental

Allí donde se han codeado políticos y estrellas de Hollywood, deportistas de alto nivel y los estratos más pudientes de la sociedad también tiene cabida un ciudadano normal que quiera darse el gustazo de un brunch excelso. Quizá nunca puedas dormir en la suite del Hotel Intercontinental pero sí huir de algunas estrafalarias propuestas gastronómicas que prometen un viaje para los sentidos por más de 300 euros y dedicar algo menos de 100 a un banquete pantagruélico en el que cada estación pide detenerse para, al menos, probar uno de sus bocados. Con varios añadidos para niños y adultos. Con una música en vivo y un escenario para sentirte la personalidad que siempre estuviste destinado a ser. Aunque sea por un día, por unas horas, por un Bruch. Hotel Intercontinental.

En el hall caben comida, comensales y artistas musicales.


El gigantesco hall principal del hotel alberga una de sus citas ineludibles y ya referentes en los brunch madrileños. Como nos comentaron sus responsables, “la gastronomía es nuestra puerta de entrada al madrileño que, al residir aquí, raramente se hospedará en nuestras instalaciones… por eso echamos el resto para que esta pequeña visita satisfaga todo cuanto espera del Hotel Intercontinental”.



Los productos del mar están deliciosos.


¡Cómo no hacerlo con más de 200 referencias gastronómicas! Desde un ligero y suave gazpacho en copa de cava hasta los lingotes de foie en cuchara de plata; desde la lubina y el pollo a la brasa hasta la fuente de chocolate, los cinco tipos de tartas y otros tantos dulces. En el Intercontinental quieren que te sientes a la mesa justo cuando comienza el brunch, a las 13:30, y la abandones más allá de las 16 horas que comienzan, de manera muy sutil y siempre dejando unos minutos de descuento, a retirar algunas de las estaciones. Por eso no sólo te proponen las referencias indicadas y otras tantas que vamos a mencionar ahora, también pequeños talleres para niños y adultos de repostería infantil y coctelería respectivamente, para que también aprendas a preparar algo de lo que comes y tu experiencia no sólo sea deliciosa sino también divertida.


Los embutidos no se quedan atrás. Adictivos.


Quizá no lo valoréis, pero para nosotros la experiencia fue también muy enriquecedora por el ambiente y atmósfera que nos rodeaba, con un salón atestado pero en el que nunca notas esa multitud –tampoco cuando te levantas a coger algo más del buffet, cero esperas- y sólo disfrutas del lujo y la exclusividad que te rodean. La gigantesca lámpara del techo culminaría el entorno si no fuera por El Jardín del Intercontinental, extensión del espacio con la llegada de las buenas temperaturas. Claro que de poco valdría todo esta estética si no tuviera réplica, y volvemos a la mesa, en sus makis y tatakis, marisco, embutidos Premium y otras exquisiteces.


Taller de repostería infantil. Porque un brunch también puede ser divertido.


El broche lo pone algo que, en realidad, te acompaña desde el primer hasta el último de tus pasos en el Intercontinental: el servicio. Sonrisas y amabilidad por doquier, atención suprema a los detalles y a hacerte sentir cómodo. Eso también se paga. Y el momento de estar haciendo circular por tu boca esa maravilla culinaria que has elegido del buffet y justo interpretan en vivo y con una notable calidad una versión de tu tema favorito. Poco más se puede pedir pero, descuida, si lo haces, te será otorgado. Cuesta 95 euros (la mitad para niños), vale mucho más. El brunch del Intercontinental. Todos los domingos del año.

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Jesús Clemente Rubio