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Alimenta tu alma en Valdivieso


Y se cocina, y se eligen los ingredientes, y se diseña la carta, y se preparan los platos... visitamos un pequeño y coqueto restaurante madrileño, Valdivieso, que presume ya en su nombre de cocina con alma. Y descubrimos a los pocos minutos y apenas unos bocados después que cocinar con alma es transmitir a través del gusto mucho más que cultura culinaria; es fomentar las relaciones sociales en su granaína barra, es el contraste de tierra, mar y carne en una cuidada selección de excelentes platos. Es el tomate que huele y sabe a huerta, tesoros marinos en el plato, carnes con vuelta de tuerca. Para el copeo o la comida reposada. Para descansar el cuerpo y despertar el alma. Valdivieso.

Croquetas de tres sabores y ensalada de tomate, ventresca y cargadita de aguacate. 

Despertarla ya con unos entrantes donde algo tan manido como las croquetas aquí merece revisión en sus tres vertientes, siendo nuestra favorita la de buey. Aunque la del chipirón en su tinta y la de txangurro se le quedaron a pocos metros. Cremosas, intensas en sabor y de excelente textura en el empanado. Lo del tomate que sabe y huele a tomate es un clásico en los textos que, sin embargo, no abunda como debiera en las mesas. Aquí la ensalada de tomate y ventresca, además de tamaña ración, es una recomendación sublime para compartir. Especialmente llamativa la cantidad de aguacate que obliga a compartir. Porque si algo es bueno para ti lo es para el resto... y compartido todo sabe mejor. Si hasta ahora no has encontrado tu alma gemela seguro que coincidís en las volandeiras, las hijastras de las zamburiñas con una soberbia combinación de sabores que exigen seguir la recomendación del chef y pasear el molusco por toda salsa e ingrediente dispuesto en la concha antes de engullirlo de una vez. 


Volandeiras y lubina con su raspa comestible. Puro gozo.

Atraídos por la buena mano en el terreno marítimo nos sumergimos de nuevo en los océanos para rescatar una lubina frita en la que se come todo salvo el plato: de la cabeza a la cola, raspa incluida. Un manjar que repite en calidad y, avisados quedáis, en generosidad. Tanto es así que deseábamos catar el tajín de albóndigas pero nuestro buche dijo basta porque vio pasar de reojo uno de esos auténticos tatines de manzana con hojaldre fino como un folio y rematados con bola de helado de vainilla. Menos mal que hicimos caso y hueco para degustar una de las mejores muestras que hemos probado de esta opción dulce. Un espectáculo que además llegó más rápido de lo normal -el tiempo medio en cualquier restaurante para este plato, porque así lo requiere su preparación, es de unos 15 minutos- que resumió la agilidad en el servicio dotado también de una asesoría soberbia por parte de Sonia quien, junto a Carlos, ponen el alma en una cocina que te atrapará ya desde la barra.

De las mejores de cuantas hemos probado. Protagonismo para la manzana y el hojaldre.

Más información en https://www.valdiviesococinaconalma.com/


Jesús Clemente Rubio