Lewis Carroll imaginó una grácil y tierna muchacha de rubia melena, inocente percepción de las cosas y cariñosa con quien se cruzase con ella como la que visitaría El País de las Maravillas en un surrealista relato que trata de muchas más cosas que un gato perezoso y un Sombrerero Loco. Pero es en la locura de este último en la que parece haberse inspirado The Kaiten Lab para retorcer el clásico hasta una versión ofrecida por un videojuego allá por 2009: Alicia, en realidad, ingresó en un psiquiátrico y nosotros, al entrar en el local, en la "sala de aislamiento" que reza el primer hall con el que topamos apenas ingresamos en el restaurante, lo que estamos haciendo es explorar y adentrarnos en la mente de Alicia. Y por ella discurren, sin cesar, platos y más platos de sushi y comida asiática en cintas. Fantasía y gastronomía de la mano en The Kaiten Lab Wonderland
El mundo de Alicia es palpable en cada rincón del local. |
Como acostumbramos, primero pondremos sobre la mesa lo que menos nos ha gustado para quitárnoslo del medio y así poder centrarnos en lo verdaderamente importante: el porqué disfrutarás de este particular País de las Maravillas. Hay cantidad, muuucha cantidad de comida dispuesta en tres menús diferentes -si queréis cócteles originales ya desde el recipiente, atreveos con el más elevado de precio, 39,95... y de ahí para abajo hasta llegar al menú diario, servido de lunes a viernes, con 6 platos a elegir-. La que hay, salvo contadas ocasiones, te resultará tan apetecible a la vista como sabrosa al paladar. Y no tendrás que esperar mucho para repetir porque, otro aspecto muy positivo, no parará de pasar comida por ambas cintas y de todos los colores. Así que por mucho que le gusten las gyozas fritas al que te precede, descuida que te llegarán.
Nunca verás cintas vacías... sí conejos y comida por doquier. |
Lo malo es que se hace algo repetitivo... hay variedad entre fríos -cinta de abajo- y calientes -cinta de arriba-, hay dinamismo por aquello de abrir la ventanilla y coger cuanto te plazca de la cinta (hazlo con mesura, no desperdicies) y sí podemos encontrar alguna referencia de dimsum, sushi, makis y uromakis... pero te percatarás, al cabo de unos minutos, de que echas en falta algo más de recorrido en cada apartado. Dicho lo cual, si lo piensas tampoco es que necesites probar 100 bocados diferentes para ser feliz, basta que te guste, como mucho, la mitad de los 20 que aproximadamente proponen y ahí ya tienes configurada tu comida. Y, como decimos, te gustarán esos y más. Pero para los que busquen cartas como las que presentan otros locales de cocina y funcionamiento similar, vayan olvidándose.
El cóctel del flamenco. También lo hay del gato. |
Claro que entre el intenso sabor de algunas referencias y, por supuesto, la extraordinaria ambientación del local, uno echará poco más en falta. Papel tapiz de corazones allá donde mires, indicaciones para perderte más que para encontrarte, cuartos de baño de visita obligada para sumergirte en la mente de Alicia, gatos, conejos... Pero volviendo a los fogones, los nigiris de salmón y los de pez mantequilla son tan recomendables como los rollitos, el arroz tres delicias y la ternera en salsa. Los dimsum al estilo Siu Mai y algunos uromakis también son imperdibles y, cerrando en alto, la tarta de zanahoria es contundente y adictiva.
Más información en https://thekaitenlab.com/wonderland/
Jesús Clemente Rubio