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As de Bastos: Pioneros y maestros de la cocina sin gluten

 

Hace 26 años se habían inventado muchas cosas, pero algunas tan elementales como las relacionadas con la nutrición y la salud estaban en pañales. No eran pocos los padres que veían como sus hijos, tras ciertas comidas, pasaban enfermos tardes enteras hasta que fueron identificando qué les sentaba mejor y peor. Claro que la situación se antojaba más complicada cuando tocaba comer o cenar fuera. Uno de esos padres era Lucio que, harto de los síntomas de su hijo y de la escasez de opciones para comer fuera, y una vez identificado que lo que le ocurría se llamaba alergia al gluten, emprendió la aventura de apostar por hostelería para celíacos en un mundo poco consciente de este tipo de casos y carísimo en materia prima y proveedores. El resto es historia viva y un As de Bastos que continúa siendo el paraíso celíaco en Majadahonda pero también en Madrid. Nosotros fuimos al primero y descubrimos lo mucho que ha avanzado este tipo de cocinas y que aquellos cuyo cuerpo rechaza el gluten tienen dos locales en la región donde disfrutar de intensos sabores y trabajados cocinados. El as en la manga de la hostelería madrileña es de bastos.

Fernando recogió lo sembrado por su padre y regenta un local en el que ambos se esfuerzan y esmeran por que el cliente se sienta como en casa... o incluso mejor. Ver el rostro de algunos niños celíacos disfrutar desde el entrante hasta el postre sin límites ni censuras ni ataduras, poder comer "lo mismo que sus padres o hermanos" sin poner ojitos ni renunciar al placer que otros experimentan. He ahí la labor social de As de Bastos, aunque aquí estamos también para escribir sobre la gastronómica.

Ensaladilla, zamburiñas y gambas blancas. No pudimos elegir mejor los entrantes.

Herencia de aquellos primeros pasos en los que la madre de Fernando y mujer de Lucio preparaba en casa todo de manera artesanal y casera ante la falta de recursos, aterrizó en nuestro plato una de esas ensaladillas rusas que prepararías en casa por cantidad y contundencia pero también por mimo y sabor. Lo mismo ocurrió con las zamburiñas, una decena por ración (18 euros la ración) en una excelsa relación y terna cantidad/calidad/precio. La gamba blanca fue toda una exquisitez que nos obliga en futuras ocasiones a probar la roja, maniobra que repetiremos también en el ámbito de los principales porque el arroz con bogavante que se comieron en la mesa de al lado nos hizo salivar de lo lindo. 

Así lucía la deliciosa lubina.

Menos mal que contábamos con un cochinillo asado al mejor estilo segoviano, tierra natal de Lucio, y media lubina a la bilbaína de las graban a fuego su sabor en tu memoria gustativa. Aunque para grabados a fuego quedan los postres como la tarta de queso que, insistimos, ponen al alcance de todos lo que hace no mucho estaba reservado a unos pocos. También en su dimensión dulce, As de Bastos saca músculo de una veteranía tan arriesgada como envidiable, tan plausible como deliciosa. 

Hay opciones con gluten, como la tarta de la abuela. Pero siempre podéis optar
todos por la tarta de queso para evitar 'quiero y no puedo' de algún comensal.

Más información en https://www.asdebastos.es/majadahonda/

Jesús Clemente Rubio