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Bareto, tu plan de bravas y golf en La Moraleja

 

Abrió en Cibeles ante voces escépticas que renegaban del bar de toda la vida. Y triunfó manteniendo el trato y servicio cercanos, de los de siempre, pero modernizando la oferta culinaria con torreznos de aplauso y bravas como han de ser cocinadas y emplatadas. Se extendió a Atocha, a zona de demanda mucho más cortoplacista y dinámica, de bocado rápido y degustación lenta... éxito absoluto. Así que ya nadie se atrevía a dudar de que Bareto aterrizaría en La Moraleja para cosechar igual éxito, si bien planteaba dudas el mezclar barra, cervecería y barras con golf, maderas e hierros. Hicieron bien. Tres semanas después de su apertura, Bareto registra llenos en múltiples franjas del día con especial guiño al copeo y música en directo nocturnas. De toda la vida, pero mejor.

Dos clásicos de Bareto: torreznos y montado de chipirones.

Véase la fotografía de portada: unas bravas cuya salsa es ligeramente picante, como manda su nombre, y cuya presencia es tan apetitosa como bien enmarcada en el campo de golf que rodea al establecimiento. Allí donde se erigió un Fiat Café Bareto ha conseguido restar prejuicios pomposos y atraer a todo tipo de perfiles y públicos; vimos grupos de amigos compartir las citadas bravas o los torreznos, que han recuperado por cierto su tradicional aspecto si bien a nosotros nos encantaban laminaditos; vimos familias que venían de "echar unos hoyos" o bien de recibir clases junto a sus hijos reunidos en torno al perrito Bareto, todo un descubrimiento con salchichas al vino con mostaza Dijon y un adictivo pan completando una de las mejores referencias de la carta. Vimos a parejas pedirse matrimonio, como fue nuestro caso, pero no el de pasar por la vicaría sino el que alterna boquerones en vinagre y anchoas y aquí, vuelta de tuerca, sobre una base de salmorejo. Lejos de empañar, aviva el resultado final.

Tapas y raciones de toda la vida pero diferentes... y deliciosas.

Todos ellos podrían haber optado igualmente por una ensaladilla rusa a la que le quitaríamos algo de mayonesa para darle el sobresaliente, pero deliciosa igualmente, o por otro de los clásicos de Bareto: el montado de chipirones, ríete del bocadillo de calamares de la Plaza Mayor. Éste debería ser el nuevo referente madrileño. Unas zamburiñas exquisitas remataron una comida convertida en tardeo gastronómico que, si bien a nosotros nunca nos ha dejado con ganas de principales más contundentes, sí a otras mesas, por lo que Bareto ha tomado nota y prevé introducirlos próximamente. Claro que uno siempre puede rematar con la extraordinaria tarta árabe que comparte apartado de postres con la de queso, si bien la de masa filo y crema sigue siendo nuestra favorita no sólo en Bareto, sino en la región.

Zamburiñas como último pase salado y tarta árabe cénit dulce.

Y atención a las noches de jueves y fines de semana... donde la terraza aparta mesas y propone bailoteo, en ocasiones, con música en directo y los mejores cócteles y combinados. Lo dicho, el mejor recuerdo que tengas del bar de siempre... pero en su versión excelsa. 

Más información en https://www.baretomadrid.com/

Jesús Clemente Rubio