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Aquí me quedo: Playa y chiringuito en plena Castellana


Seguro que os ha ocurrido. Entráis en un lugar y vuestros sentidos reciben toneladas de estímulos que vuestro cerebro lucha por gestionar porque todos apuntan a que le vendrán bien. La música de un DJ -o en vivo, según el día- en tus oídos, el tacto de la arena de playa en tus pies, el extraordinario avance gastronómico que entra por los ojos y maravilla al olfato antes de aterrizar en un exultante paladar. Entonces lo tienes claro: estás donde tienes que estar, "aquí me quedo", gritas sin mediar palabra. Y ese lugar está en Madrid, a los pies de Castellana, en un chiringuito playero insertado en los jardines de uno de los 100 mejores hoteles del mundo. Rosewood Villa Magna presenta "Aquí me quedo".

Recién importado del Rosewood Mayakoba, en Riviera Maya, fiel a su política de colaboraciones para traer y llevar lo mejor de cada casa de la prestigiosa firma, llega este pedacito de México a Madrid. A la Madrid ruidosa y ajetreada que, sin embargo, sabe a relax, tregua y reflexión en un espacio que navega entre lo playero y hawaiano con tintes surferos y que abrocha la atmósfera con música de DJ o en vivo en función del día que visites el espacio "Aquí me quedo".  Estos argumentos bastarían -y bastan, a tenor del volumen de visitas- para convertir a la propuesta del Villa Magna en el nuevo lugar imprescindible de Madrid, pero sería injusto dejar fuera de este ambiente plagado de positividad y buena actitud a la gastronomía.

Una rama que respeta el México del que viene con una montaña de Guacamole de textura y sabor notables y unos tacos de Rib Eye para enmarcar. Detrás, a pocos segundos, se encuentran los de camarón. Que acompañados de aguas frescas -agua, azúcar y los ingredientes que protagonicen nuestra elección- como la de tamarindo y sandía, y una lista de apetecibles cócteles culminan una experiencia que aderezamos con aguachile de camarón y redondeamos con uno de los mejores pasteles Tres Leches que hemos probado tras los que comimos en Costa Rica. Porque añaden una cobertura tan crujiente o inesperada que impulsa un postre tan sencillo como el flan de queso, que también es sublime por su cremosidad. 


En resumen, un amplio abanico de propuestas que nos esperan de 7 de la tarde a medianoche y que abarcan desde el copeo rápido hasta una completa cena e incluso, cómo olvidarlos, un carrito de helados caseros con sabores clásicos como el chocolate y la vainilla y otros más arriesgados -y acertados- como el de tarta de zanahoria. Deja que el sol se escurra en el cielo mientras hundes tus pies en la arena copa o helado en mano. Mira a tu alrededor, reconfórtate en el momento que estás viviendo y quédate en el chiringuito del Rosewood Villa Magna.


Más información en https://www.rosewoodhotels.com/es/villa-magna/dining/aqui-me-quedo

Jesús Clemente Rubio