El "destrozo" que avanzó Wayne Rooney que tendría lugar en el Bernabéu a manos del Manchester City no fue tal. La cuestión es si el desarrollo del partido obedeció sólo al buen hacer merengue o también se vio implicado el plan de Guardiola de dejar todo abierto para la vuelta, sabedor del fortín que es el Etihad donde los blues sólo han cedido una derrota entre todas las competiciones en lo que va de temporada. Esta noche ha habido miedo, sí, pero entre las filas visitantes. Y también un Terminator que no era blanco de piel ni lucía melena rubia, sino negro y que supo secar al goleador del combinado inglés con ayuda de David Alaba. Dos zapatazos movieron el marcador, si bien el primero corresponde a un jugador incansable que sólo frena con el pitido final.
Porque Vinicius fue nuevamente el incordio, el jugador desbordante, incómodo para cualquier defensa, creativo, rápido... y goleador. Suya fue la apertura del marcador en los mejores minutos del equipo entrenado por Pep Guardiola, entendiendo por mejores minutos en los que más tuvieron el balón y llegaron tímidamente hasta hacerse pequeños ante un gigantesco Thibaut Courtois. El belga siempre estuvo bien posicionado, siempre alejó con solvencia el peligro y sólo cedió al empate de la contienda, obra de un De Bruyne que bastó con esa aparición para transformar su calidad en un importante rédito de cara al partido de vuelta.
Entre medias de uno y otro tanto, una primera parte con posesión demasiado horizontal para los blues, un Haaland que nunca pudo desbordar por el atosigamiento y buena colocación de Rudiger y un Carvajal que defendió y atacó bien. Quizá si Benzemá y Rodrygo hubieran tenido un nivel tan alto como el tercer elemento del tridente ofensivo del Madrid el plan de Guardiola de tratar al Madrid con un respeto vestido de miedo se hubiera ido al traste, pero ni el crack francés ni la promesa brasileña supieron apuntalar a un City que en la segunda parte vio cómo sobrevolaban fantasmas de la temporada pasada.
Porque la segunda entrega del partido asistió a un Madrid intenso, dinámico, que cabalgaba en cada jugada -especialmente en los últimos minutos- y que arrebató el balón al City para hacerle sufrir como pocos lo han hecho. A la vista está la posesión final del 44 contra el 56 por ciento. Se escribirá mucho estos días sobre que Pep salió vivo, que su plan se completó a la perfección y que en el Etihad, allí donde no pierde desde el 12 de noviembre del pasado año, culminará su estrategia eliminando al Madrid y buscando su primera Champions alejado del Barcelona. Lo que quizá se escapa a este análisis, una vez más, es el gen blanco que todo lo puede, desde los peores y más agoreros pronósticos hasta un equipo de 600 millones de euros prácticamente invencible. De momento tablas y la sensación de que, si este partido repite dinámica a la vuelta, será el Madrid el que viaje a Estambul.
Jesús Clemente Rubio