Sabíamos que el otrora Villa Rosa respiraba años, un siglo de historia de Madrid y del flamenco en los azulejos de sus paredes, en el polvo que levanta cada taconeo de su tarima, en su embriagadora sala atestada de mesas y con luz tenue para que el foco se centre en los artistas. Sabíamos que el Tablao 1911 volvió con fuerza y creímos que sólo cambiaría de nombre porque cuando algo funciona no se toca, pero allí que Laura Abadía, directora de cuadro, pensó que tal vez podían dar una vuelta de tuerca y llenar de instrumentos y artistas el escenario. Y así es como descubrimos que el tablao con más solera es también uno de los que más instrumentos y artistas reúne en escena -guitarras, percusión varia, dos cantaores, tres bailaores...- para deleite del espectador. Tres sesiones diarias y una hora para relamerse con nuestro arte más patrio.
Que un sábado a las 18:00 horas (primera sesión) registre una notable cola y un lleno absoluto, entre madrileños, nacionales y extranjeros, podría responder a que el tablao "vende solo" por su veteranía y múltiples referencias. También a que el extranjero no quiere marcharse de Madrid sin visitar un tablao y lanzar algún tímido y mal acentuado "olé". O que los nacionales y madrileños de vez en cuando quieren asomarse a ese campo que cada semana reúne a los más adeptos del gremio pero también, desde hace tiempo, a aquellos que deseen saborear por vez primera un arte que, aunque patrio, aún resulta inexplorado.
De todo vimos en esa larga y emocionada cola que, antes de entrar, ya podía elegir su bebida incluida en la entrada. La mejor zona, 50 euros, de ahí para abajo. Pero la hora resulta exquisita. Un desarrollo perfecto cuyo ritmo y arrojo va en aumento hasta la explosión final con todos sobre el escenario (¡hasta 8 artistas!). Entre medias, número con mantón de manila, taconeo, cante, guitarra, percusión... un crisol de talentos musicales con una cuidada armonía que encantan solos y conquistan de manera grupal. Hasta algún extranjero arrítmico acabó acertando con alguna palma simple, conquistado por un espíritu flamenco que ya ni podían ni querían sacudirse.
Un servicio ágil en la entrada y salida de los diferentes turnos y alguna que otra sorpresa como Laura Abadía tomando el escenario y dejando boquiabierto al personal con su calidad vocal hicieron el resto. Más de 110 velas ha soplado ya el Tablao 1911... y sigue en forma, como poco. No cometáis el error de tardar tanto como nosotros en descubrirlo.
Más información en https://tablaoflamenco1911.com/es/
Jesús Clemente Rubio