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Oceanika, el rey del trampantojo

Oceanika es una fachada más en la calle Antonio Pérez, no demasiado grande e imponente pero que destaca por su pequeño y atractivo letrero amaderado con el nombre del local. Una pista de lo que nos aguarda dentro, donde nada es lo que parece, con el trampantojo convertido en una obsesión en la carta pero que, lejos de acomodarse en la originalidad del emplatado y la historia que rodea a cada bocado, continúa la aventura en el paladar. Platos ligeros, sabores equilibrados y fusiones casi inéditas que resultan en uno de los establecimientos que más hemos disfrutado en las últimas semanas. Desde Perú y para todo el mundo, Oceanika.

Carlos lo tenía claro: la cocina puede ser diferente, original, divertida... sin perder el respeto al sabor y la preparación minuciosa de cada plato. Cocina ilusionista le llaman, y enseguida descubrimos por qué. Apenas trajeron la cafetera desestructurada aprendimos que los caldos de marisco pueden ser ligeros sin perder un ápice de sabor, que podemos pescar gambas en una cafetera, que el mar es la puerta de entrada a una carta que no pararía de sorprendernos. 

¿Setas en una cafetera y churros con judías? En Oceanika todo es posible.

Degustado el "café", buenos son los churros y el chocolate. Otro trampantojo que emplea harina de maíz para los primeros y un puré de judía negra para la parte líquida y espesa que, como aquellos a los que imita, crean adicción. Tanta que no deberías descartar repetir de un plato que, te garantizamos, sorprenderá y gustará a todos. El Bloody Mary transmutador, un cóctel de gambas con una previa que incluye baile y un chupito de salsa de tomate, y el temaki a la andaluza completaron los entrantes para compartir. Hacemos un punto y seguido porque este último plato bien merece mención especial al emular el famoso preparado asiático cambiando el alga por la hoja de lechuga, y el interior por cazón en adobo con mermelada de ciruela. Apetecible, ¿verdad? Espera a probarlo. 

El temaki sólo deja ver su hoja de lechuga. Espera a probar el interior...

El temaki era hasta ese momento nuestro favorito pero claro, llegó el ceviche. Y en lugar de crudo, flambeado, envuelto en hoja de plátano, y que resultó en un bocado de intenso y extraordinario sabor con el regustín ahumado. Otra parte de los que allí nos juntamos sigue quedándose con el cucurucho de ají de gallina, elección que también entendemos y respetamos, porque la combinación del crujiente exterior con la cremosidad y ternura del contenido principal nos trasladaron a tiempos infantes cuando, con pasión y casi ansia, lamíamos esos cucuruchos del clásico quiosco de helados. Nos quedamos con estos cucuruchos. 


El antes y el después. Siempre apetitoso. 

En el postre, recién aterrizado de Perú y entrando por la puerta grande, el helado de lúcuma se erige como un sabor desconocido para nuestro paladar y que enseguida encandiló, con un ligero toque amargo al final. No lo degustamos por sí solo, claro, sino que lo acompañamos de la, atención porque se avecinan palabras mayores, MEJOR tarta de zanahoria de cuantas hemos comido fuera, con permiso de alguna que se nos olvide de muchos años atrás. Ello se debe a una apuesta por una mayor cantidad de bizcocho en detrimento de la crema o el frosting, con menor presencia pero la justa dosis para que el postre resulte equilibrado y no empalagoso. Un extraordinario final para un soberbio comienzo, con un ilusionante durante. Porque Oceanika sorprende, emociona, divierte y, sobre todo, satisface al comensal. Una velada gastronómica que incluye "espectáculo", un entretenido espectáculo que incluye comida. 


La tarta de zanahoria y el helado de lúcuma pusieron un broche extraordinario.


Más información en https://oceanikamadrid.com/

Jesús Clemente Rubio