Ir al contenido principal

La azotea con vistas a Sol que da la campanada

31 de diciembre. Hogares españoles se llenan y congregan en torno a una copiosa cena con brindis y uvas finales al son de las campanadas. Otro año que dejamos atrás y otro que llega cargado de ilusión y esperanza. Los hogares se llenan, decía, pero las calles se vacían... todas excepto una. Que es plaza. Aunque se le llame puerta. La Puerta del Sol acoge a un puñado de madrileños y visitantes que cambian ese día la intimidad de sus casas por la fiesta y vorágine colectiva. Cojamos los mejores ingredientes de la historia que acabamos de contar: comida, Puertalsol, ilusión y buenos deseos. Añadid una terraza propia de las televisiones que ese día cuelan sus retransmisiones en nuestras casas. Y una atmósfera inigualable y mágica. Así es el Restaurante Terraza Puerta del Sol, con el sello de Pedro Olmedo y Alberto Chicote, y no sólo el 31 de diciembre... sino todo el año. Porque aquí cada noche es Fin de Año.

A las doce, campanadas y uvas en el Restaurante Terraza Puertalsol. Así culmina cada noche el local firmado por Alberto Chicote y Pedro Olmedo una velada inolvidable, que ya en su interior saluda entre flores y detalles castizos. Pero es en la terraza donde saca músculo, mirando cara a cara al famoso letrero de Tío Pepe y con la Puerta del Sol y el campanario por testigos. Un ambiente envidiable que justificaría un precio abusivo por comida regular... y ni lo uno, ni lo otro. El menú degustación de 41 euros, bebidas aparte, propone tres entrantes, un segundo y un postre en el que os recomendamos combinar con vuestro acompañante para probar cuanto más, mejor.


Entre tú y un acompañante podréis degustar hasta seis entrantes.

De esta forma pudimos explorar desde los torreznos hasta la tempura de gambas, del huevo de gallinita mollet con trufa de temporada -adictivo- a las tortillitas de camarones sin olvidar la ensaladilla rusa -nuestro plato favorito, por emplatado, sabor y cantidad- y el jamón ibérico. Más que abrir boca aquí llenarás buche porque, en contra de lo que uno adelanta sobre este tipo de propuestas, las raciones, siendo medias en el menú degustación, cumplen con creces su cometido de preparar para el segundo plato (algunos con suplemento). Al que llegarás incluso con menos hueco del que habrías querido reservarle.

Nuestros favoritos: ensaladilla rusa y arroz cremoso con gamba roja.

Y es ahí donde gustamos del canelón de pollo asado y gozamos el arroz cremoso de gamba roja, con extraordinario sabor a marisco y textura sublime. Los 250 gramos de lomo de vaca vieja al carbón nunca supusieron un reto porque la primera impresión en el paladar desactivaba cualquier orden del cerebro de sentirse lleno. Siempre querrás un pedacito más. Algo similar ocurrió, ya en los postres, con la torrija de sobao pasiego. Cayó una como pudieron hacerlo veinte más al ser un bocado ligero y nada empalagoso, y junto al cuajado de chocolate con helado Rocher pusieron el broche a una velada en la que la mesa es la excusa. 

Los postres cierran la degustación, pero no el día... espera a medianoche.

Porque lo extraordinario es degustar semejante cantidad y variedad en una azotea de Madrid de altura media para poder disfrutar de la vida y atmósfera de la Puerta del Sol pero sin padecer sus multitudes ni agobios. No se nos ocurre mejor manera de terminar y empezar... un nuevo día. 

Más información en https://puertalsol.com/

Jesús Clemente Rubio