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Real Madrid 2 - RB Leipzig 0 (Champions'23, Fase de Grupos): Despertar para seguir soñando



Tanto tiempo había transcurrido desde aquel último partido de Champions, enésima remontada esta vez frente al todopoderoso Manchester City, que el Real Madrid se hallaba sumido en un profundo sueño del que no quería despertar. Nadie quiere hacerlo cuando sueña con ganar la Champions. Pero el tiempo pasa, y si se lleva lo malo también lo bueno… y hay que despertar y volver a trabajar de cero con una nueva meta llamada decimoquinta. Afortunadamente el Leipzig zarandeó lo suficiente al Madrid para obligarle a salir de su letargo sin mayores sustos ni complicaciones. Victoria a cuarto de gas y lección, más que aprendida pero que conviene recordar, de que Europa es diferente. Cada partido es un desafío y cada minuto de exigencia máxima. Toca despertar para volver a soñar.


No habían transcurrido cinco minutos cuando Nkunku se marcha prácticamente solo. Con otro guardameta las pulsaciones se habrían disparado hasta comprobar el desenlace; no con Thibaut Courtois, que bien colocado supo desactivar la primera tentativa del Leipzig. La primera de muchas. 

Porque ni el desconcierto que siempre lleva al rival la samba y magia de Vinicius ni la lucha de Valverde, corriendo hacia balones larguísimos, vistiéndose de Cárvajal cuando éste probaba fortuna en la ofensiva, maquillaron una primera parte propia de pretemporada. Y eso que el uruguayo, ése que comenzó como pajarito y evolucionó a águila en el Bernabéu, no lo hizo por voz propia en redes sociales, sí por Vox Pópuli en el templo blanco.

Encontró el Madrid un respiro en Alaba y Carvajal, que apuñalaban ambas bandas poniendo en aprietos a laterales y central alemanes, pero era el cuadro germano el que más veces llegaba y, sin embargo, el que menos peligro creaba. Para la estadística sí acumulaba disparos a la puerta de Courtois, débiles e inocentes en las manos del gigante belga. 

Aunque también se quedaban a a punto de despertar de la anestesia al Real Madrid por la vía más rápida y dolorosa, la del gol. Minuto 34, Nkunku no alcanza a empujar a puerta vacía porque Dios no le ha dado piernas unos centímetros más largas. El Bernabéu suspira aliviado para después refunfuñar al cuello de su camisa. Había que despertar. Y pese a dos buenas acciones de Modric, habría que hacerlo en la segunda parte.

Pero no hubo reacción... y a los diez minutos de la reanudación el guardameta blanco tuvo que recurrir, esta vez sí, a una pierna salvadora para evitar la sorpresa en el marcador. En realidad toda la faceta defensiva del Real Madrid sí funcionaba a pleno rendimiento, con una constante sensación de seguridad y control del partido pese a que la estadística y los números dijeran lo contrario. Faltaban la chispa y el arrebato. Que quizá habría que buscar más allá de las líneas discontinuas por las que se puede desplazar Ancelotti: en el banquillo. Salió Asensio por Camavinga y la bienvenida fue un combinado de aplausos y pitos. Pero a partir de ahí es cierto que el Real Madrid se endiabló en ritmo y jugadas al primer toque, de largo recorrido y desgaste para el rival, pero sin incomodar a Gulacsi. 

Fue un contragolpe el que levantó al Bernabéu y adivinen... el contragolpe fue iniciado por un aguerrido Asensio que recuperó en perfecto deslizamiento el esférico, cortando por cierto una jugada más o menos clara para los visitantes. Pero las buenas intenciones de Valverde desconcertando con el siguiente pase a uno de los tres que le acompañaban en la jugada no bastaron para cambiar el electrónico. Rüdiguer desaprovechaba con una pobre vaselina la mejor ocasión del Madrid hasta ese momento. 

Se acuerdan del pajarito, ¿verdad? Y cómo olvidar a Vinicius subiendo, driblando, volviendo loco a su marcador... tras recibir el esférico en banda izquierda en contragolpe blanco. Tira la horizontal bordeando el área grande para habilitar a Valverde que, con rapidez pero tranquilidad, se deshace de quien le salía al paso para cruzar con la izquierda al palo que no llega el portero. Y así se descorcha, con águila y carnaval, porque la casa blanca se vino arriba y ya no cesaría los catorce minutos, descuento incluido, que restaban de encuentro. Muchos menos con el golazo de Marco Asensio que supo a recompensa por su entrega en lo que le permitieron pisar el césped.

En resumen, es bueno regocijarse en lo bueno y relamerse cuando uno alcanza una meta pero Real Madrid... no vuelvas a dormirte. Hay que despertar para seguir soñando.

(Foto de portada: Real Madrid)

Jesús Clemente Rubio