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El Bareto, hombre... el de toda la vida

 

Barra de mármol, comandas ordenadas a grito pelado, servilletas "que no limpian" reuniéndose con palillos en los rectángulos metálicos del suelo, tapas varias a la vista protegidos por un cristal que guarda el frío y fútbol. Es Bareto el bar castizo de toda la vida que rescata lo mejor de Madrid, incluso de los cafés con tertulia de la Generación del 27 (no obstante, estamos en la antigua Cervecería Correos) y en su homenaje alcanza un punto de calidad jamás visto. Más que batalla, la comida sabe a victoria, a capital, al "de dónde venimos" pero sobre todo al "adónde vamos" con paso firme y convencidos de que lo nuestro siempre fue mejor. Sólo necesita mimo y actualización con respeto a la esencia. Camareroooo... una de bravas, otra de torreznos y cojamos prestados unos flamenquines pero démosles también una vuelta en presentación y sabor. El de siempre, pero mejor. Bareto.

Con su terraza pegada a Cibeles, cabría imaginar que tanto esta como la parte interior (compuesta por taburetes y mesas y, en breve, también restaurante con IDÉNTICA carta a la del resto de espacios, todo un acierto) estaría atestada de extranjeros. Y así fue. Había tantos visitantes como locales. Porque Bareto es la quintaesencia del camino que ha de recorrer hoy día toda empresa para sobrevivir: reunir aquello que encandila al local y aderezarlo con toques globales que atraigan al resto. Y las vistas a la calle Alcalá, el lateral del Palacio de Telecomunicaciones y la fuente de La Cibeles, amén de las constantes retransmisiones deportivas, cumplen con estos requisitos. De igual forma, los propietarios sabían que la carta ha de recoger croquetas de jamón ibérico, pero también de huevo frito y cecina; que los torreznos tienen enamorada a media España, pero había que conquistar a la otra mitad huyendo de su clásica y tosca presentación para lograr un bocado apetecible, adictivo y ligero. Que el bocadillo de calamares en pan contundente entra bien a madrileños y extranjeros, pero que el de chipirones con alioli de altura y pan de cristal, con un espectacular crujiente, entra, sabe y se recuerda mucho mejor. 



Barra de mármol, torreznos, croquetas... y fútbol. Mucho fútbol.

En definitiva, sabían que siempre tendremos un bar de referencia, pero nuestro Bareto de amigos, familia o pareja sólo puede ser uno. Y ellos quieren serlo. De ahí que hasta una premisa tan sencilla como las bravas tengan el punto picante muy ajustado jugando con una textura de la patata que huye de las demasiado cocidas y que a veces casi se convierten en revolconas. 

Bravas y ensalada de tomate y ventresca para abrir boca.

De ahí que se asomen a Andalucía con los flamenquines pero los presenten en pequeñas porciones y, nuevamente, en bocados nada pesados y que huyen de los rebozados aceitosos y difíciles de digerir. ¡Si es que hasta la ensalada de tomate y ventresca posee un punto diferenciador! Si crees que aquí termina todo, espera al postre: la tarta de queso es un notable alto pero la árabe es extraordinaria. Un manjar nada empalagoso y muy recomendable. 

De flamenquines a la reinvención del bocata de calamares en chipirones con
pan de cristal. Así se las gasta Bareto.

Y lo mejor de todo, como los que se convierten en ídolos por su talento y no por su publicidad y exagerada leyenda, es que Bareto nunca te dirá nada de esto. Ni que despunta en las propuestas de carta y rapidez de su servicio, ni que da un puñetazo en una mesa y acera plagada de cadenas y bares muy alejados de donde se ubican, en el centro de Madrid. Se limita a invitarte a tomar asiento en su terraza, apoyarte en barra y, en unos días, sentarte también en un restaurante que se asoma por un agujerito al pasado de Madrid para rescatar sus bondades.

La tarta árabe es sorprendente y sabrosa.

 Todo ello para mostrarte un presente y futuro en el que no sólo no tenemos que renunciar a lo que fuimos, sino recoger un legado que, con el debido respeto y acertado trato, se perpetuará incluso más allá de los que acumulan soles y estrellas. Qué bonito es preguntar a tu hijo dónde va y que te conteste... "dónde voy a ir hombre... ¡al Bareto de toda la vida...!"

Más información en https://www.baretomadrid.com/


Jesús Clemente Rubio