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El Musical de los 80 y los 90, canciones que siguen marcando vidas

Seamos sinceros: la música ha muerto. Los temazos que sobreviven al paso de años y el cambio de gusto generacional, los que más allá de sus pegadizos ritmos y fáciles ritmas relatan historias en las que nos vemos en alguna etapa de nuestra vida... la música sigue existiendo, pero aquella con la que crecimos murió y sólo un puñado de puntuales destellos nos recuerdan tiempos mejores. Eso, y obras que de vez en cuando parten de la nostalgia ochentera y noventera para crear expectativas que, por cierto, luego no cumplen. Afortunadamente, no es el caso de el musical de los 80 y los 90. Ni mucho menos. 

Aquí tenemos a un extraordinario elenco vocal que además saben vestir cada uno de sus personajes que, sin tener una especial profundidad ni moverse tampoco en una trama para el recuerdo, sí sabe satisfacer con creces lo que uno busca una vez ocupa la butaca: rememorar la música, retrotraerse al momento en que la escuchó o bailó y, por si andamos cortos de imaginación y representación mental, el empujón final de seis personajes y perfiles diferentes para que terminemos de hacer nuestro algún momento o número de la obra. ¡Quién no ha bailado en la orquesta de su pueblo -el de tus abuelos, para que nos entendamos- Rock n´Roll en la Plaza del Pueblo, Chiquilla o Salta!

Porque para evadirnos quizá pidamos poco, pero lo poco que pedimos ha de tener calidad. Y Fátima Padial, Naim Thomas, Adrián García, Fran Caparrós, Cristina López y Ángeles Vela la tienen. Fátima y Fran como esa pareja que parece acusar tantos años juntos, Naim la bala perdida que llegados a una edad quiere encontrarse, Adrián encarnando al que parece haberse aventurado y fracasado en todo tipo de facetas personales y laborales; y Cristina y Ángeles, quizá, los personajes que sí parecen saber lo que quieren y, pese a ello, siempre queda atisbo de miedo y vértigo a dar el paso. Un reparto que lo da todo en cada canción y nota, que durante 100 minutos alterna entre la justa dosis de interpretación para hilar un número con el otro antes de desgañitarse y menear el esqueleto en cada melodía. Sí, parece mucho lo que os contamos, pero en realidad la premisa es sencilla: haz sonar canciones que todos sabemos, con las que además todos tenemos algún recuerdo o experiencia, y ponlas en manos y voz talentosas. La magia de los ochenta y noventa hará el resto. Tremendamente divertido.

Y así fue, de manera creciente y como si el guion también recogiese las reacciones del público, la entrega del auditorio va en aumento hasta un éxtasis final en el que a uno le apetece que baje el telón y abra el bar más próximo para irte con todos, público y artistas, de fiesta y bailar al ritmo de Danza Invisible, Hombres G, Seguridad Social y, por qué no, Los del Río. No había redes sociales, ni Tik Tok o Reels que asesinasen la canción en favor de 15 segundos que acompañen a la publicación; tampoco ciberdimes y diretes ni disputas por los "me gusta". Sólo había un puñado de chavales con un gusto muy peculiar por la moda deseando escuchar éxitos españoles e ingleses que cuentan una historia, nuestra historia. Viendo a la chica de ayer por la ventana, alentándonos a dar el paso porque es nuestra vida, It´s My Life, y es ahora o nunca, now or never. O echando la cuenta atrás de los minutos que restan para un acontecimiento importante, The Final Countdown. 100 minutos para asomarnos a décadas pasadas con las gafas de ahora y darnos cuenta de lo bien que se conservan. De las etapas que siguen protagonizando o describiendo en la vida de muchos. Porque no hay nada más moderno que los clásicos.

Un espectáculo, una experiencia. Las mejores décadas de nuestra vida. El Musical de los 80 y 90.

Más información en https://gruposmedia.com/cartelera/el-musical-de-los-80s-90s/

Jesús Clemente Rubio