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Taberna Los Gallos, el privilegio accesible

 

A unos metros de la Milla de Oro se erigen tres plantas con la vegetación, el ladrillo visto y un par de terrazas como protagonistas. Ya en mesa, encontramos una variedad gastronómica que hace temer que en alguno de sus apartados la calidad decaerá porque uno no puede especializarse en todo. Finalizada la velada, nos percatamos de nuestra equivocación: ubicación y local privilegiados sólo podían anticipar unos platos y servicio a la altura. Y todo ello sin sentir que pagamos un sólo euro de más por cuanto degustamos. Así fue nuestra experiencia en la Taberna Los Gallos.


Hogar, dulce hogar... en Taberna Los Gallos.

Ya a pie de calle llama la atención su terraza repleta de nebulizadores y vegetación que, una vez superada, nos adentra en un local con toques modernos, ladrillo visto y tantas mesas como personal. La cantidad de ambos es plausible. Nosotros subimos al ático -en ascensor, ni más ni menos-, una tercera planta que cuenta igualmente con terraza y con toques tan hogareños que parecerá no haber salido de las faldas y casa de tu abuela. Así será luego metidos de lleno en la carta, con unas croquetas de jamón a las que nunca podemos resistirnos y que aquí alcanzan la excelencia. O la ensaladilla rusa, con un marcadísimo sabor a aceituna que, en lugar de eclipsar, ensalza el resto de ingredientes en una combinación y textura perfectas. 


Las croquetas y la ensaladilla rusa superan a las de la abuela. Palabras mayores.

Tras unas papas arrugadas donde lo más destacable fue el mojo picón, fue el turno de los chanquetes con huevo y pimientos y uno de nuestros favoritos: los tacos. De pollo y con guacamole, mango y pico de gallo la explosión de sabores en el paladar, amén del toque picante, dejan más que servido a cualquier comensal. O eso creíamos, hasta que rematamos con el trampantojo de arroz con gambón. Un falso risotto hecho a base de pasta y que, como todo trampantojo, hace creer a nuestro cerebro que la textura del "grano" será otra en el paladar... pero, una vez lo masticas un par de veces, te dedicas a disfrutar cada bocado de uno de nuestros platos favoritos de la Taberna Los Gallos. 




Los tacos sorprenden por el equilibrio de sabores.

Reservamos lo más alto del podio a un postre: la crostada de chocolate con helado de vainilla. Cierto es que, chocolateros como somos, le quitaríamos todo rastro de frutos rojos, pero es de justicia reconocer que la experiencia de aplastar esta bola de crujiente hojaldre y ver cómo su interior repleto de fresas y chocolate se escapa por los bordes para después tomar la mezcla en tu tenedor es inolvidable. Cabe mencionar también una tarta de manzana con más compota que bizcocho e ideal para los más golosos.


El capítulo de postres es para no terminar nunca de leerlo. Crostada y tarta de manzana.


Precios más que razonables para todo lo descrito redondean una experiencia que tenemos que recomendar a todo amante de la buena mesa en Madrid.

Más información en https://tabernalosgallos.com/


Jesús Clemente Rubio