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Javier Bollaín nos invita a caminar entre dinosaurios


 

Hablemos de suerte. Cada año se producen miles de películas para todo tipo de factorías y formatos, repartiéndose casi todo el pastel entre cine, televisión y plataformas digitales. De ahí una pequeña, simbólica cantidad es para el formato "Full-Dome" o cúpula completa, véase, para ser proyectados en planetarios o techados similares. Sigamos hablando de suerte. Anualmente, son muchos los directores que se atreven y arriesgan en sus proyectos mientras que otros optan por la fórmula segura y unos y otros acabarán triunfando si comparten un factor: el talento. Como imaginaréis, muchos son los llamados y también pocos los elegidos. Terminemos de hablar de suerte, esta vez de la buena. En España tenemos la suerte de que ambos factores han coincidido, la fortuna de que Javier Bollaín, que ya sorprendió a todo el mundo con Beyond the Sun, una producción sobre exoplanetas, haya repetido en el formato panorámico y de cúpula con una temática, esta vez, que abandona el espacio y regresa a la Tierra pero viaja decenas de miles de años atrás: al mesozoico. A la era en la que los reptiles gigantes campaban y reinaban a sus anchas. Regocijémonos en la fortuna que tenemos de poder acercarnos al Planetario de Alcobendas (Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, en realidad) , al menos este mes, a ver una de esas escasas producciones en este formato de uno de esos escasos directores talentosos y, además, con nombre y apellido españoles. Dinosaurios, una historia de supervivencia, o el viaje entre T-Rex y Velociraptores en compañía de toda la familia.

Y decimos que viajarás entre ellos a tenor de unos segundos de destripe: se abre un huevo y de él salimos... nosotros. Nos asomamos por la pequeña grieta del mismo para asistir a la Era de los Dinosaurios en todo su esplendor, con una vasta llanura plagada de todo tipo de especies y la majestuosidad de las mismas, en una secuencia que en 2D debe de impactar pero, sin duda, proyectada sobre la cúpula del planetario y con sonido envolvente te transporte allí, a los pies del Diplodocus y de otros cuellilargos y al costado de un Triceratops. Un plano que encierra en un puñado de segundos la extraordinaria experiencia de 30 minutos que nos espera en Dinosaurios ya que comprime la insuperable inmersión con el bien escogido -y trabajado- guión y el carácter didáctico para niños y mayores. Perded un segundo en mirar a los niños para percataros del acierto de vuestro plan familiar. Y si tenéis hijas, preparaos para unos días escuchando que quieren ser paleontólogas para ver a los dinosaurios igual que hace la protagonista.

Si la película impacta es por semejante puesta en escena y dinámico desarrollo, por condensar en media hora vida, obra y extinción de los dinosaurios de una manera dinámica y, lo más importante, nada ficticia ni espectacular, sino fiel a todo lo que sabemos sobre ellos gracias a los expertos en la materia. Expertos paleontólogos como los que han asesorado a Bollaín y que tuvimos la oportunidad de poner cara en el caso de Francisco Ortega, una enciclopedia jurásica, triásica y cretácica. Con tamaño nivel de exigencia y rigor de las mejores fuentes uno no podría esperar menos pero, sin duda, Bollaín ha sabido contar con los mejores para trasladarlo de la mejor forma posible y en el formato más indicado a la gran pantalla.



No olvides dedicar unos minutos a la ciencia del museo.
Una maravilla de la Física y la Química para niños y adultos.

Si os quedáis con ganas de más dinosaurios, en el Museo de Ciencias Naturales del Paseo de la Castellana hay una excelente muestra que completa y amplía lo visto en la película. Si vuestros hijos os demanda más ciencia, antes de marcharos del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología asomaos a las  actividades interactivas que desafían -y enseñan- a la Física y la Química. Los dinosaurios son el gancho; la ciencia y el cine hacen el resto. 


Más información aquí. 

Jesús Clemente Rubio