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Alilian, el homenaje de la alta cocina a la tradición española

A nadie le sorprende que Boadilla del Monte albergue unas cuantas referencias madrileñas del buen comer y tratamiento de los platos. Habíamos oído hablar, y mucho, de Alilian, con los peligros que ello conlleva. Entre otros, no estar a la altura de la sobrealimentada expectativa o bien fiarnos demasiado de unos determinados gustos que, sea cual sea la calidad de la mesa, pueden no casar con los nuestros. Pero apenas pusimos un pie en el coqueto y acogedor local de Alilian y echamos un vistazo a su carta supimos que la apuesta es un acierto por el contenido de su carta. No le llamen tapa o ración, sino rulo de oreja. Tampoco patatas revolconas al uso, sino torreznos con otra base cremosa. Y así un sinfín de combinaciones, fusiones y deconstrucciones para luego erigir algo quizá no nuevo, pero sí mejor. Así fue nuestra experiencia en el restaurante Alilian.


Retomando el avance, y ya sentados a la mesa, abrimos boca con el torrezno casero sobre una cama de humus donde, sirva esta sensación para el resto de platos y que ensalza la labor del chef, el equilibrio entre productos, ingredientes y sabores es perfecto. En cada bocado vuestro paladar distinguirá y disfrutará con cada sabor e intención del cocinero, y eso sólo se hace cuando además de cocinar se hace con cariño y conocimiento. Buena dosis de ambos. 


El arroz con chipirones y gambón está delicioso.


Torreznos, oreja y croquetas en Alilian

Un rasgo característico de Alilian y común es también el emplatado, siempre con un elemento singular como el tronco sobre el que nos trajeron nuestras croquetas deconstruidas. Cuatro cucharadas de placer de pan rallado, bechamel y jamón. O el rulo de oreja del Siglo XXI, llamado así por su llamativa y moderna presentación pero que consigue sorprender con un bocado, recordemos, que se remonta a siglos mucho más tempraneros del que indica su nombre. 


La croqueta deconstruida se reunifica en tu paladar. Sublime.


Todos mencionables y destacables pero, y quien diga lo contrario miente, siempre hay favoritos. Y el tartar de atún, contra todo pronóstico porque uno ya acabó saturado cuando se pusieron de moda en todas las cartas hosteleras, hace podio. La base de aguacate y las huevas redondean un plato perfecto, como lo es también el codillo de extraordinarias texturas -crujiente por fuera, suave y tierno por dentro- y razonable cantidad. 


El rulo de oreja y el codillo son una exquisitez.


Segundo y primer puesto del podio los dejamos, por ese orden, para el cocido montañés, del que poco te queremos desvelar salvo que está delicioso y su presentación sorprende tanto como su sabor; y el arroz de chipirones y su corona de gambón. Qué intensidad, qué estética, qué maravilla. 


Sí, lo que ves es un cocido montañés.


Extasiados de comida y placer llegamos dubitativos al postre, el buche tiene un límite, pero el corazón y los ojos pudieron más tras asomarse al tiramisú -una salvajada de cantidad, por cierto- y la tarta de la abuela. También deconstruida, enorgullecería a todas las abuelas del mundo tras comprobar semejante homenaje a su legado.


La tarta de la abuela es apta y sorprende a todos los públicos.

 

Legado de abuela, patrimonio de Alilian

Alilian coge, moldea, destruye, edifica y pone los cimientos del camino a seguir por la cocina que hunde sus raíces en nuestra tradición: respeto al producto, los sabores, el emplatado y el cocinado. Todo ello cubierto de matices y vueltas de tuerca que modernizan y se adaptan al paladar actual. 

Más información en https://restaurantealilian.eatbu.com/

Jesús Clemente Rubio