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Artium, la sorpresa gastronómica del Hotel Las Artes

 

Sabemos que no hablamos ni escribimos lo suficiente de locales, establecimientos y servicios en el sur de Madrid. Y por supuesto que hay propuestas de calidad suficiente para recomendarlas, pero es tan vasto el mundo capitalino que todo lo absorbe y nos arrebata el tiempo que merecen restaurantes como Artium, en el Hotel Las Artes de Pinto. Habíamos oído hablar de él pero, ya se sabe, hasta que uno no prueba no ratifica lo escuchado, y decidimos hacerlo en una verdadera prueba de fuego: su menú de San Valentín que, sobre el papel, tenía y prometía de todo a un precio más que competitivo: 45 euros, hasta seis pases y maridaje incluido. Papel que, os adelantamos, se quedó corto porque no recogía valores añadidos que no tienen precio, como la música en directo o el servicio.

Vaya por delante que el Hotel Las Artes jugaba con ventaja; sus doce salones y constantes reservas para eventos corporativos le han dado un rodaje y experiencia que se hace notar desde el recibimiento. Cordialidad y sonrisa para una nimia espera antes de entrar, puntuales, al salón. Una vez dentro, los detalles inundaron nuestros sentidos: photocall de San Valentín para inmortalizar tu cena, nutrida presencia de personal, ropero y mesas que rebosaban amor. Menú en papel de calidad, coqueta cajita con bombones dentro y portavelas en forma de corazón, con un escenario protagonizando el salón y adelantando la música en directo que disfrutamos y que fue de melodías más lentas y sensuales hasta un ambiente festivo y ochentero.



Si la importancia reside en los detalles, Artium ya demostró en los primeros minutos que el comensal es fundamental para él, propiciando un ambiente idóneo para una cena de estas características. Pero claro, de nada sirve el envoltorio si el regalo no está a la altura. Veamos cómo respondieron culinariamente.

Relación calidad precio insuperable en el San Valentín de Artium

Llegó el aperitivo, que el menú chivaba que se componía de tres bocados. Colines con jamón, que cumplieron; atún marinado con tomate especiado, que ya nos obligó a rebañar el tomate pan en mano; y croqueta de meloso de ternera, que cerró en alto la previa de la velada. Esto prometía... y queríamos más.

Rodaballo y solomillo, carne y pescado. Si puedes tenerlo todo, ¿por qué elegir?

Y ese más llegó al más puro estilo Quique Dacosta, con un ravioli de changurro y vieira rematado con una suave y adictiva crema de marisco, emplatado que terminaba en mesa. Fue entonces cuando se desató nuestra voracidad porque el sabor del changurro se intensificó con la crema y ya no podíamos parar... queríamos seguir en el mar, y nos respondieron con un rodaballo de excelentes textura, sabor y cocinado. A estas alturas el carnívoro se preguntaba que qué hay de lo suyo, y lo suyo aterrizó en forma de solomillo y a lomos de una salsa de foie que satisfacían también en este ámbito y remataban con una deliciosa interpretación de las papas arrugadas. 


El sorbete, llamado a ser una testimonial transición entre principales y postre, proporcionaba también ese plus que uno necesita en las ocasiones especiales antes de terminar con un bizcocho de chocolate cuyo sabor se diluía en el del helado de violeta, tan madrileño él. 

Hasta el postre no ahorraba en detalles, contrastando colores y sabores.

Y así fue como pasamos nuestro preSanValentín, descubriendo la gastronomía de Artium, celebrando que el sur puje fuerte con restaurantes que, sin constituir el núcleo del negocio en el que se insertan (Hotel Las Artes), sin duda son cuidados y mimados al detalle para mantener en alto el gratificante servicio que, imaginamos, encuentran también los huéspedes. Hablando de mimos, y con permiso de todos los manjares mencionados, nuestro sabor de boca y plausible regusto no vino de ellos, sino del servicio. Sin su agilidad, asesoramiento e información en el maridaje y atención sin duda la velada habría sido diferente. Déjate caer por Pinto, déjate sorprender por Artium.

Hay restaurantes que estropean la velada. Y otros que la llevan a lo más alto.
La que pasamos en Artium, del Hotel Las Artes, pertenece al segundo grupo.


Jesús Clemente Rubio