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24H Madrid: El día en que el Lara se quedó pequeño para tanto talento

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Vaya por delante que nos encanta el Teatro Lara. Por programación, por constancia, por una habilidad especial para seleccionar y elegir las mejores obras en el momento adecuado y, claro, por instalaciones. La sala Cándido Lara es el músculo, la tarima, la puesta en escena. La sala Lola Membrives la cercanía, la interpretación a un puñado de metros, la desnudez en la que sólo quedan el artista y el escenario. Por eso es nuestra favorita, porque establece ese vínculo intangible entre espectador y actores que convierte a los primeros, en ciertos instantes, en juez y parte de la obra. Estábamos acostumbrados a que el talento llene el Lara, pero esta vez lo ha desbordado.

 Porque Madrid 24H crea y supera, atmósfera y guión clásicos del Hollywood de los dramedias de vidas entrelazadas y que transcurren en majestuosas ciudades. Y además al ritmo de una música fresca, dinámica y de estupendas letras. Hay comedia, claro, pero améis o no Madrid como hacemos nosotros, historia y ambientación se os incrustarán y removerán algo porque abrirá la puerta del recuerdo, del recuerdo de una amistad o una expareja o, por qué no, el rincón en el que todo empezó... el momento en el que todo terminó. Con un puñado de recursos, los cuatro intérpretes -y la ejecución musical- no dan tregua al espectador que disfruta de cada nota y letra, de cada instante que evoca esa etapa en la vida en la que nos percatamos de lo verdaderamente importante... o en la que estábamos completamente cegados.

Sin lecciones morales, sin artificios, sin típicos finales o clichés en el desarrollo, lo cual no quita que todo acabe mal, ni que todo haya ido bien. La vida misma condensada en 80 exquisitos minutos en los que seremos uno o los cuatro protagonistas. Y sí, los dejo para el final del artículo, como siempre se hizo con lo mejor. 

Porque si esta obra brilla y nos hizo levantarlos del asiento y estallar en júbilo entre vivas y bravos fue por el talento de Erika Bleda, Carmen Climent, Pascual Laborda y Enrique Cervantes. La primera la pija consentida a la que todo le regalan y nada se gana y que, sin embargo, quizá tenga un par de lecciones que dar acerca de lo que es la vida en realidad. Climent por la exploración interna de su personaje que, al igual que ocurre con Bleda, desarrolla en poco tiempo un arco lleno de matices que confluyen en un inolvidable desenlace. Y ellos... la búsqueda del sueño en la cotidianidad del personaje de Cervantes contrasta con el que aparcó la gracia y esencia de la vida para alcanzar los suyos, dándose cuenta de que, en realidad, lo que dejó atrás fue precisamente aquello con lo que uno sueña alcanzar en algún momento.

Divertidos y jocosos, emocionales y emocionantes, memorables. No os perdáis un sólo detalle de cada una de sus interpretaciones individuales; apreciaréis lo difícil que es actuar y disfrutaréis con lo sencillo que ellos lo hacen. Sublime. Como la música del "chino" Víctor Elías, como el guión de Pau Bárbara Mir y la dirección de Marc Flynn y Dídac Flores. A Madrid 24H se le quedan pequeños el Lara, la capital e incluso Broadway. Pero tiene cabida en la mente y el corazón de todos.

Jesús Clemente Rubio