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Especiales Pancipelao: Seis tipos de cachopo para un solo estómago

 

Lo cuál es una pena. Nos gustaría ser como las vacas y otros animales que poseen más de un depósito de comida porque, ciertamente, la propuesta de Pancipelao lo merece. Y no nos referimos a su completa, variada y extraordinaria carta de la que dimos cuenta aquí , sino a las Jornadas del Cachopo que han organizado con hasta seis variantes de este contundente plato. Imposible no gustarte ninguna, probable que te gusten todos. 

Porque cada uno invita a visitar una región española que, ahora que tenemos cierres perimetrales cada dos por tres y multitud de restricciones, satisfará al nostálgico viajero. Desde el asturiano -el favorito de un servidor- hasta el manchego, el clásico o el de la casa, da igual... La excusa perfecta para ir, volver y repetir una vez más porque, avisado quedas, de una tacada no podrás con dos. Si acaso uno y medio, y por pura gula despertada por su extraordinario sabor.

Jugosa y nada pesada, la tortilla de Pancipelao es una propuesta perfecta para compartir.

Antes, merecen mención principio y final, la jugosa (ísima) y fina tortilla de patata y la sabrosa morcilla de Burgos nada pesada y con regustín picante sólo al final. 

La morcilla deja un ligero regustín picante al final y gusta desde el principio.

Y hablando de finales, ese remate de Pepe "Filloa" en forma de homónimo postre con crema pastelera de la que ya hemos escrito, sí, pero como cada vez que la recordamos salivamos, pues tenemos que reescribir sobre ella.


Sí, el cachopo nos dejó satisfactoriamente llenos. Y sí, a punto de explotar, no pudimos
negarnos a las filloas.

Pero la estrella del día, el cachopo, lo fue porque asistimos a una capa de reboce fino y nada pesado, que encierra combinaciones de carne casi esponjosa, que parece más una carrillera o un guiso que un filete salido de plancha o sartén. Bestial cada bocado y la facilidad con la que el cuchillo separa pedazos para deleite ya desde la textura. Metidos en faena, y por profundizar en el interior de cada uno, te diremos que los que probamos, el asturiano y el Pancipelao, se diferencian sobre todo por la intensidad del sabor del queso: el primero ideal para los que preferimos el ligero, el segundo dispuesto a conquistar el paladar que gusta de los fuertes. Entre capa y capa, el "Asturias" cambia el jamón serrano por chosco del concejo de Tineo, de delicioso toque ahumado que ensalza el sabor del solomillo de vaca frisona. El remate llega con el queso de vaca, casi tan cremoso como la propia crema de queso de oveja.

Pruébalos todos... pero en días diferentes. Hablamos de piezas de carne de 250gr. y de
un peso aproximado total de medio kilo. Foto: Pancipelao.


Si os resulta apetecible -lo es- esperad a a la descripción del que porta con orgullo el nombre de la casa. El Pancipelao evoca la sierra madrileña a través del solomillo de ternera de Guadarrama combinado con jamón de recebo, queso semicurado puro de oveja de Campo Real y todo ello impulsado por la crema de arándanos y la cebolla caramelizada. El matiz dulce para un cachopo de altura y que resulta el perfecto embajador de nuestra región.

Nuestros favoritos fueron el Pancipelao y el Asturiano.

Los cuatro restantes pasan por "La Mancha", con el queso curado de oveja de Albacete impregnándolo todo; el Mar Cantábrico, un cachopo "marítimo" con merluza, bacalao y salmón; el "Andalucía" con presa de cerdo ibérico y jamón de bellota; y el clásico, claro, el solomillo de cerdo ibérico con cecina de león y queso de Vidiago.

Es primavera y es abril... es tiempo y mes de cachopo. Y si Pancipelao continúa con la propuesta en verano, invierno u otoño, seguirá siendo una estación ideal para un plato que siempre llena, pero no siempre satisface. Aquí ambas cosas suceden sin importar la opción que escojas.

Más información en la web de Pancipelao. y también puedes leer sobre la experiencia de otiumlive.

Jesús Clemente Rubio