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Regresa a Luchana con tus hijos, los 7 cabritillos y el lobo


Siempre nos gustó la oferta teatral de Luchana. Si su vertiente adulta suele albergar, al menos, un par de joyas imprescindibles, la bautizada como Luchana Kids no se queda atrás. Volvimos a tan renombradas tablas y lo hicimos con todo un clásico: Los 7 cabritillos y el lobo. Y todos ellos, junto a Valentina y su abuelo, nos brindaron casi una hora de risas, una ferocidad contenida por parte del "malo" de la obra y pegadizas cantinelas con el mensaje de sobra conocido... antes de fiarte de alguien, que te enseñe la patita.

Como a muchos os preocupa casi más la seguridad que la calidad de la obra, de un plumazo os diremos que Luchana no ha escatimado en señalizar, surtir de hidrogeles y velar por la distancia para garantizar el cumplimiento de las medidas así como el disfrute de la obra. Dicho lo cual pasaremos a la obra que, como os hemos avanzado, fue un placer para los niños que allí vimos y la de casi 3 años con la que fuimos. Placer porque parte de la tierna premisa de un abuelo -único actor de carne y hueso, el resto títeres- relatando a su nieta una de las fábulas más conocidas, porque lo hace con una bandada de 6 cabritillos que te arrancarán más de una sonrisa al verlos reflejados en los pequeños diablillos que tienes en casa y, por qué no, porque Tilla, la séptima en discordia, asumirá el papel también familiar de responsable y obediente. 

Pero lo mejor es el lobo, ante cuya aparición comenzó tapándose los ojos nuestra pequeña para después desear que no desapareciese de escena. Sin la ferocidad propia de la especie y el cuento pero dejando claras sus malévolas intenciones, el lobo se presenta con canción propia a ritmo de rock & roll y se despide de una manera mucho más suave que en el famoso cuento. Y ahora que mencionamos canciones, asomaos a la lista de las mismas en Spotify para comprobar que se incrustan en la memoria desde el minuto uno aunque, de nuevo, a quienes recitaréis en la ducha y hasta esa noche a la almohada será algo de los traviesos cabritillos como "No te abrimos la puerta, ¡que eres el lobo, que eres el lobo!".  Qué ganas de reabrir la puerta de la cultura, del Luchana y disfrutar de la magia del teatro a la vez que se la contagias a quienes más quieres. 

Jesús Clemente Rubio