Ir al contenido principal

(Champions, Semifinales) Real Madrid 2 - Bayern 2: El Rey se aferra a su corona

Pues claro que hay que sufrir. Esto es Champions. La competición más importante del mundo en el ámbito de clubes, las orejas de las que todo el mundo quiere tirar, el trofeo que cualquier jugador desea para su currículum, también llamado palmarés. Y el del Real Madrid podría ascender a una cifra que ahora, de repente, todo el madridismo quiere y desea pese al mal fario que le ha acompañado: 13. Querían los aficionados un encuentro placentero y plácido pero, insistimos, esto es Europa y enfrente está uno de sus abanderados, el Bayern de Múnich. Ni lo iban a ni lo pusieron fácil, es más en conjunto quizá merecieron la victoria, si bien el pase y la eliminatoria sólo merece ser sellada por aquellos con el ímpetu, pundonor y valor suficiente para no desangrarse pese a los apuñalamientos en los costados, no quedarse paralizado pese a las acometidas del rival que ya poco tenía que perder y mucho que ganar, aferrarse a la corona que tan orgullosos lucen desde hace dos años. Dejemos que el resto hable de árbitros, suerte en los cruces y conspiraciones judeomasónicas: nosotros hablaremos de fútbol. Una vez más, el Real Madrid vuelve a ser protagonista. Y sigue la leyenda.

Arrancó el Bayern dispuesto a dar la razón a las casas de apuestas y la voz de casi todos los aficionados de uno y otro bando: ambos equipos marcarían en este partido. Con Müller en estado de gracia puntual y Ribery perpetuo, las bandas eran las preguntas más complicadas de un examen para el que Zidane prefirió tirar de talento y memoria en lugar de prepararlo a conciencia parcela por parcela. O lo que es lo mismo; hacerse fuerte en la llegada y pegada, con Lucas Vázquez y Marcelo por las bandas, con el lógico descuido que suponía el colocar y dar rienda suelta a dos carrileros con tamañas bestias por cubrir. Pero no fue ésta la circunstancia que trajo los goles visitantes, aunque sí la que llevó el peligro y el tembleque a la defensa blanca. El caos dentro del área del Real Madrid era tal que recordaba al patio del colegio en el que todos corren tras el balón como pollos sin cabeza, siendo el objetivo patear el balón sin razón ni conciencia. Mientras el Bayern parecía estar en todas partes dentro del área del Madrid, la defensa blanca sólo podía repeler y rechazar hasta el siguiente ataque. Tras el gol tempranero de Kimmich, en el que nada pudo hacer Keylor Navas, al igual que en el segundo tanto de los alemanes, obra de un caballeroso y elegante James que no lo celebró y que, por cierto, fue la batuta del combinado germano.


Ese tanto llevaría el empate a 2 al marcador, pero hay que desgranar mucho antes de llegar a eso. Hay que mencionar por ejemplo a un Benzemá que silenció a detractores -escondidos aún a estas horas- que hablaban de la falta de acierto del francés no sólo en los últimos meses, sino en todas sus participaciones en semifinales de Champions con el Real Madrid. Pero también calló, por dejar boquiabiertos, a partidarios, pues ejerció del 9 puro en los dos goles que sirvieron al Madrid para, a la postre, clasificarse para la gran final. El primero, tras un pase de Marcelo perfecto e idéntica réplica en el testarazo de Benzemá. El segundo, la inquebrantable fe y el incisivo olfato del goleador nato que, en toda jugada, por banal que sea, ve la oportunidad; así fue con la duda de Ulreich. Decíamos que hasta el empate del Bayern pasaron muchas más cosas, y hemos contado sólo los goles. Hablemos del juego.

El Bayern acompañó fe de talento, de constantes ayudas para que siempre hubiera un compañero de cara al que entregar el balón y continuase la acción, de saber achicar espacios en el área rival y obligar a los centrales a un extraordinario trabajo con mención especial a Sergio Ramos. Con la ausencia de lateral derecho y mediocentro defensivos (Kovacic había salido por Casemiro, pero no cuajó), Modric asumió ambos roles y se matriculó en recuperación de balón, además de renovar el sobresaliente en circulación del balón, ayudado en esta última labor por Kroos. Aunque Asensio lo intentó y suyas fueron dos de las jugadas que podían haber sido no de la noche, sino de la competición, su prodigiosa zancada le arrebataba fuelle para el último paso y disparo, dando la sensación de que mejor habría sido que alguien -un Modric demasiado ocupado, por ejemplo- le ahorrase los primeros metros de carrera y cediese el esférico a pocos de la portería contraria. Sobre Cristiano, con poco remate y escasa aparición, nuevamente desprender sólo elogios por garra, lucha, labor defensiva y trabajo sin balón para arrastrar contrarios, como en el remate y gol de Benzemá. A partir del 2-2, ya volvemos al "presente", tocaba moverse por el fino alambre del prestidigitador que en cada paso, en cada minuto, se juega el fracaso y la gloria. Lo del Bayern se tornó acoso pero Zidane dio entrada a Nacho para recomponer la defensa y a Bale para asustar en el ataque y hacer de la presión un quebradero de cabeza para la salida de balón del Bayern. Loable labor del galés en este sentido.

Y por detrás de todos ellos, o comandándolos, según se mire, se erigía un costarricense al que hasta desde la cuenta oficial de Twitter del Bayern de Munich le rogaban que cesase en su labor de estropear goles al equipo dirigido por Heynckes: Keylor Navas fue un gigante. Ni defendiendo tres porterías habría encajado más goles de los ya comentados, con manos milagrosas a potentes disparos desde fuera del área, otras que no exigían estirada pero sí reflejos por la cercanía del jugador rival e incluso temple para disponer y colocar a sus compañeros en cada acción recordando que cada minuto contaba. Uno, tras otro... así hasta los 90, hasta la tercera final consecutiva de Champions, hasta el último escalón antes de volver a saborear la gloria. Porque de ella uno nunca se empacha, al contrario: una vez la prueba, quiere más. Y el hambre del Madrid, así como su reinado, son eternos. ¡Nos vamos a Kiev!

BONUS: Rumbo a K13V

Sabéis que todos los años (¡es que últimamente es siempre!) incluimos opciones para llegar a, moverse por y qué ver en la ciudad sede de la final de Champions. Esta vez no será una excepción, y en breve traeremos nuestra famosa previa, pero aprovechamos para iros informando: no os dejéis intimidar por las noticias de que los hoteles están triplicando su precio; si bien es cierto, hay múltiples opciones que pueden rebajar sustancialmente las cifras escuchadas. De igual manera, os confirmamos que la única aerolínea con vuelo directo Madrid - Kiev es Ukraine International Airlines y que sus vuelos hace días se colapsaron ya, pero tenemos la esperanza y casi la certeza de que dispondrán más aviones. 
Ukraine International Airlines es la única opción directa, por ahora, para asistir a la final de Kiev desde Madrid.
Así que puestos a buscar escalas, no corráis y esperad a las buenas nuevas; quizá se habiliten más vuelos con la ocasión especial, como ya ocurriera en años anteriores con otras compañías. Y sobre la compañía, que también nos habéis preguntado, si bien no la hemos probado aún nosotros seguro que la escogemos para nuestro reportaje; hemos consultado opiniones locales e internacionales y son bastante favorables, como decimos son los únicos en completar la ruta de manera directa (o, en su defecto, seguramente sean los que mejores escalas dispongan) y poseen suficientes rutas y vuelos para suponer que la calidad y la garantía del servicio están asegurados. Por si acaso y a falta de nuestra previa definitiva, podéis asomaros a su página web https://www.flyuia.com/ua/en/welcome (disponible en castellano)

Jesús Clemente Rubio