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La Bola: La vida son dos vuelcos

Los hay, en tipología,  con varias denominaciones: gallego, montañés, maragato, madrileño... y luego, a su vez, unos apuestan por dos vuelcos, otros por tres, caldo más espeso y con más fideo, con menos... todos los cocidos buenos son en función del paladar siempre y cuando estén hechos con maestría y, a menudo, comparables. Pero hay uno que no es ni mejor ni peor, sino diferente. Ése que no tiene parangón, que uno degusta y sabe que el sabor es el de un buen cocido pero no logra asemejarlo o enfrentarlo a otro. Cuando eso ocurre con las personas, se dice que son raros. Nosotros preferimos, también aplicado a la gastronomía, que son especiales. Así es el cocido de La Bola, uno que se desmarca del resto y que acumula anécdotas y una hermosa historia en su casi siglo y medio de vida. Desde 1870 satisfaciendo paladares, llenando buches pero, sobre todo, haciendo del cocido madrileño un plato especial, único y sin parangón a lo largo y ancho del mundo. La Bola es, sin duda, la mesa más entrañable y especial de la Ruta del Cocido Madrileño.

Apenas vimos el color de la sopa, comenzamos a babear. 
Huelga comentar la calidad del servicio. Pero lo vamos a hacer. Porque nuestro anfitrión, Julio, con más de dos décadas al servicio de La Bola y de sus clientes, no fue sino una extensión de todas las sensaciones que transmite este pequeño y coqueto enclave madrileño: acogedor, diligente, atento, simpático y muy, muy cercano. Suyas fueron las explicaciones de cómo cada mañana dejan durante 4 horas sobre carbón de encina cada uno de los pequeños pucheros que más tarde servirán a los comensales; cómo, durante ese tiempo, se van rellenando de caldo a medida que éste se evapora o bien pasa a formar parte de los garbanzos o la carne; cómo, en definitiva, nace a fuego lento un plato que podrías cometer el error de engullir rápido. Alto. Disfruta. La ocasión lo merece.
Por poco más de 20 euros tuyo es el puchero y el plato de acompañamientos (ver foto de portada) para la sopa y los garbanzos -no dejes de aderezarlos con la suave salsa de tomate- arrancando con una sopa potente, de extraordinario sabor pero, avisados quedáis a los que os gusten los cocidos extremadamente ligeros (rozando ya el ser un consomé en lugar de un cocido, esto es, un atentado a los valores del plato) que la sopa es, cuanto menos, intensa. 

Segundo y tercer vuelco se unen en un plato espectacular. Por cantidad
y calidad.
Si nos preguntáis directamente, diremos que espectacular. Y servida directa desde el puchero, en el que aún quedarán segundo y tercer vuelco unificados en la segunda parte; chorizo y morcilla también contundentes y apoteósicos, carne muy jugosa y garbanzos de textura perfecta y sabor delicioso. Cabe ensalzar el repollo, del que no somos muy amantes pero a cuyos encantos tuvimos que sucumbir pues su combinación con la legumbre es más que acertada.

Si aún tenéis fuerzas para el postre, el buñuelo de manzana
es quizá el más atractivo. Y cumple con la expectativa.
En la carta de postres echamos en falta alguna "modernidad" más como variedades de tartas y similares, pero el buñuelo de manzana bien suplió la carencia y su mezcla con helados de vainilla y straciatella, dicen, es única. Nosotros, chocolateros de pro, optamos por helado de dicho sabor y resultó igualmente sabroso. Antes de entrar en el resumen y conclusión, mención aparte para los callos, la alternativa para los que no gusten del cocido o prefieran variar, pues quisimos comprobar si La Bola responde en otros campos. ¡Vaya si responde! Hablando de platos contundentes pero, sobre todo, intensos. Un sabor que rivaliza con la sopa del cocido y una cantidad que, os aseguramos, nada tiene que envidiar a la propuesta de dos vuelcos.
Ojo a los callos madrileños. Una recomendación de la casa es pedir un cocido completo y una de callos
y compartirlo todo. ¡Alegría y calorías para el cuerpo!
Ahora sí, para finalizar, reiteramos nuestra recomendación de que viváis cada instante de vuestra visita. Imaginad a la gente de la primera mitad del siglo XX que acudía a comer cocido y hasta lo hacía en la calle porque no entraban en el local debido a la ingente demanda del mismo. Cómo se olvidaban y hasta no tenían en cuenta las comodidades de las que gozamos hoy día, cómo carecían de la economía y las facilidades y, sin embargo, cómo podían renunciar a muchas cosas pero no a su cocido en La Bola. Una vez más, abuelo, cuánto hemos de aprender de vuestra generación... y ojalá siga así, por los siglos de los siglos. Porque la vida... la vida son dos vuelcos.

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- ¿Dónde? La Bola. Calle La Bola, 5. 91 547 69 30. www.labola.es

- ¿Cuándo? En la comida, hay dos turnos de cocido: a las 13:30 y a las 15:30.

- ¿Cuánto? El pucherito de cocido, tanto durante la Ruta del Cocido como el resto del año, cuesta 21,50 euros, bebida y postre aparte. 

Jesús Clemente Rubio