Los que son padres lo saben mejor que nadie, aunque cada vez más es un secreto a voces: cuanto más se manipule un alimento, menor cantidad de propiedades nos aporta. La cocción o cualquier otro proceso destruye lógicamente nutrientes lo que, unido a materias primas de calidad media o inferior, derivan en un producto final con escaso sabor que necesita de aderezos (desde sal a otras especias) para saber a lo que su nombre indica. Con semejante introducción y la eterna esperanza de encontrar tomates que sepan a tomates, pescados a mar y carne a carne, llegamos a Clarita.
Despejado y minimalista, el local te prepara para lo importante: la comida. Menudos dos entrantes: samosas y zamburiñas. ¡Queremos repetir! |
Una vez dentro topamos con un par de amplias sonrisas y una decoración minimalista que no quiere atraer la atención sobre sus (no) cuadros u ornamentación; quieren que el comensal ponga los cinco sentidos en la comida, que es lo que importa. Y lo que nos dejó satisfechos como pocas veces antes. Sin tener oportunidad de probar sus vinos ecológicos, nos lanzamos de lleno a la reducida carta de un Gastrobar asequible, variado y que prefiere concentrar esfuerzos en, tenga lo que tenga, que sea todo de primera calidad. Además de los caldos señalados destacan sus cócteles, pero también los dejamos para otra ocasión.
Así que nos lanzamos a por un par de entrantes arriesgados pues se espera de ellos mucho: las zamburiñas y las samosas superaron toda expectativa. Las primeras, quizá con "crema de más", te trasladan al mar con una frescura e intensidad de sabor indescriptible. Las samosas, con masa filo envolviendo bacalao y puré de patata, son o deberían ser uno de los TOP e imprescindibles de tu visita a Clarita. Estuvimos a punto de repetir si no fuera por lo que nos esperaba a continuación. Porque avisado quedas; los principales son generosos, sabrosos, divinos.
El lagarto con chimichurri es tan contundente como sabroso. |
Nosotros optamos por la brocheta de rape y langostino y, créenos, es un auténtico manjar más teniendo en cuenta su cantidad y su precio (18 euros). Si lo tuyo es el placer carnal, el lagarto con chimichurri (tranquilo, es cerdo) viene con una enorme inyección de la citada salsa pero sin camuflar el delicioso sabor de la carne.
Aunque ames la carne, no dudes en pedir la brocheta de rape y langostino. Quizá cambies tus preferencias gastronómicas. |
Sospechábamos que la tara debía de estar en algún rincón de la carta. Así que, sin poder creer que toda nuestra elección casualmente sea acertada, elegimos el brownie y la torrija. Ambos, una vez más, sublimes, demostrando que la casualidad no existe. Y que si hicimos un "seis de seis" es porque la carta también hace pleno de sabor. Por cierto, en muchos casos -la mayoría- sin gluten, con lo que ninguno de vosotros, amantes de la gastronomía, tiene excusa para privarse de todo lo que ofrece Clarita, el lugar que te recibe con una sonrisa y del que sales con ella puesta.
Sí, es una torrija, sólo que más ligera y menos empalagosa. Soberbia. |
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- ¿Dónde? Restaurante Clarita. Corredera Baja de San Pablo, 19. 91 522 80 70 http://claritamadrid.es/
- Cuándo? M y X de 13:30 a medianoche. J y S hasta las 13:30. Domingos y lunes cerrado.
- ¿Cuánto? Unos 40 euros por persona sin tener en cuenta las promociones.
Jesús Clemente Rubio