El Madrid levantó tanto el pie del acelerador que bien podría haber encallado como le sucedió frente al Levante. Tras una primera parte de espanto y una segunda para recuperar sensaciones de cara al importante choque frente a la Real Sociedad, los blancos y Zidane aprendieron que la fórmula de las rotaciones sólo sirve si en ella se pone todo el empeño, pues a medio gas se carbura peor y corres el riesgo de que te adelante hasta el rival más débil. Claro que siempre es una ventaja contar en tus filas con el más fuerte: Cristiano volvió y bigoleó.
Un chispazo mágico de Isco con quiebro y carrera incluidos, apertura para Bale y pase medido del galés para que Cristiano empujase -no sin dificultad- levantaba de los asientos a un Bernabéu ávido de goles y juego. Lo primero tardaría en seguir llegando, lo segundo mejor lo dejamos para el siguiente partido. Fue uno de los mejores momentos de la noche y casi el único, si no fuera por otra de esas jugadas memorables en el penalti no pitado a Ronaldo en la que todo el equipo participó y el astro portugués fue derribado. Ley de la ventaja con opciones a pitar la pena máxima si en nada queda la jugada, como así fue. Pero el árbitro no quería problemas.
Sin embargo a punto estuvo de buscarse uno el Real Madrid; con un Aloneftis enchufadísimo, el APOEL emprendía alguna que otra acción que parecía a cámara lenta al lado de los "galgos" defensivos del Madrid -chapó, una vez más, por Nacho- pero que bien podían haber asustado como ya hiciera el Levante en Liga. La diferencia es que ni el nivel competitivo de Chipre es el de España ni aquí el Madrid comenzó perdiendo, pero sirvió de enseñanza una primera mitad de juego paupérrimo para avisar a Zidane, como luego reconoció en rueda de prensa, de que esto no puede seguir así y "algo hay que hacer". Quizá emprender el itinerario marcado por la segunda mitad, con algo más de velocidad e intensidad en el juego, como si de tres valiosos puntos y un animado rival español se tratase, pues jamás resultará fórmula y rotación alguna sin la correspondiente entrega al 300%. El propio Cristiano transformaría una pena máxima que corroboraría sus ganas de regresar, las de todo el madridismo vaya. El toque anecdótico y casi irónico lo puso Sergio Ramos con el tercero y de chilena; al final el capitán ha de hacer valer sus galones y marcar la senda del triunfo.
Experiencia para el APOEL y partido sin más para la grada del Bernabéu pero no para el banquillo, que extrae la más valiosa de las conclusiones de un partido "entrenamiento": en competición y, especialmente, en Europa, no valen las medias tintas. O eres el Real Madrid, o un conjunto aguerrido de once futbolistas vestidos de blanco. Pero el respeto se gana en cada batalla, sin vivir de las rentas de guerras pasadas.
Jesús Clemente Rubio