Dos derrotas consecutivas, miedo, tensión y pavor de la siempre fría acogida del Bernabéu. Y entonces... Ramos. La capitanía que enderezaba el rumbo, la certeza de que éste Madrid hará grandes cosas.
Se lesionaba Marcelo en los primeros minutos y todo apuntaba a que la mal llamada racha por muchos medios -dos partidos pinchando serían algo lógico en cualquier otro club- podría adquirir fuertes matices de realidad y condenar al Real Madrid al gélido aliento de otros que querían alzarse con el trono de invierno. Pero tras el lamento y el alivio por el palo de Chory Castro y alguna otra ocasión malagueña, llegó Ramos. Y puso un doblete con la tinta y temple de Kroos, pero siempre su cuerpo, garra y voluntad. Primero con la cabeza y luego con el pie, Ramos resolvió la pugna liguera colgando la etiqueta de campeón ya al Real Madrid, aunque aún queda mucho, pero el invierno ya está aquí... y esta "primera" Liga es del conjunto blanco.
De ahí al final, recorte del Málaga y posibilidad de que todo acabase como frente al Celta de Vigo. Pero el surrealismo de Kameni y la frustración de Ronaldo dejaron el marcador tal cual. Y al Madrid en lo más alto.
Jesús Clemente Rubio