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Segovia y La Granja: Todo es más bonito con nieve y desde un Parador

Nueva crónica viajera con mención a una de las joyas de Paradores de Turismo de España, aunque esta vez mucho más detallada que la de Gran Canaria y el establecimiento ubicado en Cruz de Tejeda. Quiso la fortuna que estuviéramos a punto de quedarnos sin escapada y, por apenas unas horas, poder sin embargo disfrutarla más que cualquier otro turista. El temporal dejó una agresiva nevada en Segovia ciudad y provincia que vació las calles y sacudió los ánimos de recorrerlas, pero un día después la estampa era blanca, hermosa, casi divina. Así disfrutamos Segovia, La Granja y el Parador enclavado en ella, y así lo recomendamos.


La Real Fábrica de Cristales es una oda al vidrio.

Majestuoso, imponente y escoltado por ordenados montones de nieve; así nos recibió el Parador de La Granja. El camino de ida nos dejó sin Puerto de Navacerrada (cerrado por precaución, afortunadamente abierto a la vuelta) pero nos tenía guardada una sorpresa mayor y mejor: La Granja había amanecido impregnada de nieve cuajada al punto exacto para enamorar. Y, con permiso del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, fue dejar a un lado la Puerta de Segovia y toparse con la más solemne de las edificaciones que pueblan tan afamada e histórica villa. Pero dejemos lo mejor para el final, y sigamos recorriendo La Granja.



La Granja amaneció, para fortuna nuestra, con esta estampa.
En sí, se trata de un pueblo discreto, pequeño y que entre la Puerta de Segovia, la de la Reina y el Museo Nacional del Vidrio (no os arrepentiréis de su visita) traza su columna vertebral imperdible. Precisamente asomándonos a una de las esquinas del último edificio mencionado topamos con un inesperado paisaje en el que la nieve hacía el ochenta por ciento, pero el horizonte coronado por blancas montañas y sol cayendo ponían una preciosa guinda. No obstante, para los que pecáis de prisa, podéis dirigiros directamente a la calle de la Alameda que nosotros rebautizaríamos como paseo, pues bien lo merece gracias a su constante escolta arbolada y el Palacio siempre saludando al fondo. 

Te deseamos la mejor de las suertes para conocer los jardines
de esta guisa.
Dentro toca descubrir un pedazo de Historia, que acariciaremos y sentiremos si optamos por la visita guiada (4 euros adicionales al precio regular de 9), completa, libre de datos irrelevantes y repleta de interesante información. De esas ocasiones en las que nos encantaría asomarnos por un pequeño agujero para ver al otro lado, siglos antes, la vida monárquica en Palacio. Sus jardines son de acceso libre y obligatorio; de nuevo la nieve nos ofreció la, con permiso de un apacible día de verano, mejor estampa de cuantas se pueden disfrutar.

Los jardines de Palacio son, fueron y serán siempre capricho real, casi divino.
Ya sea antes o después de La Granja y Palacio, Segovia es tu otra opción turística. El siempre inaudito acueducto (por dimensiones, forma de construir y hasta leyendas en torno a él, no olvides consultarlas mientras admiras el monumento) comparte punto de partida para una de sus imperdibles visitas guiadas: allí está la Oficina de Información Turística donde podrás unirte a un grupo de visita diurno o nocturno (casi el mismo recorrido salvo la Catedral). 

La Catedral de Segovia quizá no sea muy alta pero resulta igualmente
imponente.
Sin querer destriparte qué verás y escucharás o bien limitarte sólo a lo visto en la actividad, las juderías, el Alcázar de San Juan y diversas calles intra y extramuros son menester en tu paseo por la ciudad castellanoleonesa. No olvides encaramarte a la Plaza Avendaño para una panorámica inolvidable. Y ahora sí, tras una memorable pero ardua jornada turística (o bijornada, si optas por repartirla en dos días), te espera un envidiable descanso en el Parador de La Granja.
Cierto es que el Acueducto de Segovia merece su fama; observa la ausencia de argamasa entre las piedras. Único.
Como reyes
Visitando el Palacio Real de San Ildefonso nos enteramos de que Felipe V sufría de depresión incluso gozando de unos amaneceres entre ópera, soberbios desayunos y vistas a los jardines de Palacio. Y creemos haber resuelto, tras siglos de estudio, la causa: dichas vistas no podían dar, en ningún caso, a la Casa de los Infantes que más tarde ordenaría construir su hijo Carlos III, hoy Parador de la Granja. 
Las zonas comunes son dignas de recorrer por su apariencia casi museísticas.

De ahí que posea el sello "Paradores Esentia", ése destinado únicamente a los paradores abiertos en un palacio o edificio de inestimable y transversal valor histórico. Así pues, antes de analizar el descanso y los servicios, ensalzar las instalaciones, cuyo recorrido recompensará con extraordinarios pasillos, infinitos arcos y apacibles zonas comunes reservadas al descanso.

Un mero aparcamiento, con nieve, se integra a la perfección en el
paisaje que veíamos desde nuestro balcón.
En el apartado humano y material, el primero garantía de calidad de Paradores (es decir, sobresaliente) y el segundo con un equipamiento muy completo que reparte entre sus edificios gimnasio de acceso libre para el huésped, amplias habitaciones de altos techos y notable luminosidad (especialmente las enfocadas a la parte trasera del Parador) y una doble puerta separadora de entrada y dormitorio para asegurar el silencio que, ya de por sí, reina en las noches de La Granja.

Las habitaciones son enormes incluso en su versión estándar.
El dossier que te espera en la cómoda de la habitación -ideal, por cierto, para trabajar con ordenadores- dará cuenta de todo tipo de detalles turísticos, gastronómicos y culturales del propio establecimiento así como de los alrededores. Y en cuanto al cuarto de baño, además de una higiene y materiales destacables, posee un avituallamiento con todo lujo de detalles, más muchos otros no disponibles de serie pero que podrás demandar sin coste alguno (por ejemplo, kit de afeitado).

En el apartado gastronómico, otro de los "sacapecho" de la red de Paradores, no tuvimos tiempo de probar su mesa en comidas y cenas, pero dejadnos levantarnos y aplaudir sonoramente, por enésima vez, el desayuno. Bufé libre, con amplio margen de asistencia (abierto hasta las 11) y completo al máximo, desde Cola-Cao y Nesquik hasta los ibéricos; tostadas, fruta del tiempo troceada y lista para su degustación, yogures, cafés, zumo natural, bollería variada... imposible quedarte con hambre o antojo, pues de todo y en cantidades ingentes tienen. 

La antesala del SPA ya vaticina una relajación total.
Y vamos con el remate dulce, el que nos sirvió para repasar toda la jornada y esbozar una y otra vez sonrisa a la par que relajábamos cuerpo y mente; el SPA. Sabemos que la talasoterapia canaria siempre será nuestro ojito derecho, pero el SPA de La Granja puede convertirse en el izquierdo en cuanto a los urbanos se refieren. Primero por la atención, con un Fabio volcado en explicarnos no sólo el circuito sino el por qué de cada estación; no sólo dónde nos encontrábamos sino a quién se debe nombre y uso de cada tratamiento. En segundo lugar por la privacidad, pues echan mano de agenda para garantizar la no saturación del recinto y favorecer que la experiencia sea casi íntima y personal. Y, por último, por lo bien diseñado que está el itinerario, con las clásicas estaciones que siempre sorprenden con un plus: la opción de elegir la temperatura del agua entre cuatro gradaciones diferentes; el contraste calor frío "al natural", esto es, con nieve o frío invernal, y un largo etcétera. Nunca creímos que nos quedaríamos tan satisfechos con 60 minutos de SPA y sin rematarlo con tratamiento alguno, y el de La Granja lo consiguió. Absolutamente recomendable.
La piscina climatizada es la estación 'ecuador' del circuito. Recomiendan quince minutos en ella, pero nosotros
estuvimos treinta. ¡Qué maravilla!

Con todo, la primera crónica en torno a Paradores ha resultado en una de las experiencias más gratificantes de otiuMMadrid. Sabíamos de los tesoros que esconde España, así como de la dedicación de la red de este tipo de establecimientos: pero cuando ambos se ponen de acuerdo para dar su mejor cara un fin de semana, el resultado es una clientela contenta, fiel y que celebra la vida por sus pequeños placeres.

otiuMMaximus

- Cuando dejes de asombrarte por el Acueducto de Segovia, no olvides pasarte en esa misma plaza por Información Turística.
- El Real Sitio de La Granja merece un calmado paseo con visita del Palacio.
- Hospedarte en el Parador y no incluir su desayuno o el SPA hará que te arrepientas. Tarde o temprano.

otiuMMenester

- ¿Dónde? Parador de La Granja se ubica en la Calle de los Infantes, 3.http://www.parador.es/es/paradores/parador-de-la-granja
- ¿Cuándo? Cualquier época del año es buena, aunque nunca seremos objetivos: nuestro febrero fue la mejor.
- ¿Cómo? A 55 minutos de Madrid y no es necesario optar por el peaje; basta con atravesar el Puerto de Navacerrada.
- ¿Cuánto? Desde 100 euros la noche aunque lo ideal es consultar en su página web las constantes ofertas. SPA desde 35E el circuito y 45E los tratamientos. 

Jesús Clemente Rubio