34 remates a puerta. Porque nos gusta comenzar las crónicas con cifras, porque nos apasiona cuando se trata de ensalzar el rodillo que es –o podría ser, como en el presente caso- el Real Madrid. Cuando un mago se viste de un matador y viceversa, cuando Isco juega a ser Cristiano y CR7 emplea también la chistera, nacen un sinfín de ocasiones y asociaciones entre ambos, que culminaron con remates por alto, de voleas que si entran serían nominadas a mejor gol del año. Que no parezca que enfrente no hubo equipo, el Málaga estuvo tan atrevido que Amrabat, que siempre ganó la partida a Nacho, planeó sobre la portería de Keylor. Claro que si había Málaga había costarricense paralotodo, y un par de estiradas amén de una pasmosa seguridad en los córners constataron que aunque ya no habrá récord, al menos seguirá siendo tarea ardua difícil el batir al Real Madrid.
Si la primera parte terminó con la enésima ocasión fallada y lamentada por Ronaldo, también lo hizo entre rumores disgustados en la afición. Se preguntaban si no se podría haber hecho más o al menos haber mostrado más arrojo y entrega, y la respuesta llegó en la segunda mitad: sí, absolutamente. Comenzó con el Málaga asumiendo que era la pared en el frontón que se había convertido el partido. Rechazando una y otra vez seguía resistiendo el equipo andaluz las llegasa de Jesé y, más tarde (se retiró lesionado), de Kovacic, cada día más integrado en la verticalidad y profundidad.
Jesé también lo intentó y dejó mejores sensaciones que en anteriores encuentros. |
Se sumaba ahora Benzemá a las embestidas de su compañero portugués y de Isco pero de nada servía; entre que la pelota no quería entrar y que Kameni –menudas dos paradas- no iba a dejar que entrase, las tablas se mantenían. Momento que varió poco el partido pero reseñable fue la expulsión de un Amrabat tan peleón que cayó en la agresión de roja directa. Un siglo tardó en abandonar el campo, o eso le parecía a la grada del Bernabéu, que veía como en apenas 12 minutos se iban a esfumar, cuando menos, dos puntos y quizá el liderato.
Un segundo después de esta imagen Ronaldo empaló una volea que habría sido el gol de la Liga. |
Mientras el Madrid rozaba la genialidad inventando y
reinventando ocasiones y maneras de rematar o llegar hasta la cocina, los
minutos no perdonaban –ya saben que el tiempo nunca espera- y la presión
crecía, mientras que el Málaga se asentaba en el papel del eterno rechazador.
Faltaba lanzar una pelota que no rebotase en el muro, sino que lo atravesase. Y
lo que atravesó como un puñal al corazón blanco fue el pitido final. Sin goles,
un resultado inmerecido que aplaudió no obstante un estadio que no paró de
rugir y animar, sabedor de que los suyos estudiaron para sacar nota y, sin
embargo, al final no pasaron del punto. Para los que digan que se quedan con un
buen equipo antes que con un buen resultado, hoy más que nunca, asoman los "resultadistas" reclamando aquello de "dame los tres puntos y quítame juego". O, al menos, no me quites un gol legal. Porque en la tabla lo que importa no es participar.
Jesús Clemente Rubio