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Real Madrid 2 Atlético de Madrid 2 (COPA): La bestia negra del Madrid viste de rojiblanco

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Salía el Madrid con una desventaja de dos goles que sabían a tres por aquello de que le tocaba la vuelta en casa y la cosa se complicó desde el primer momento... literalmente. Torres, el que sólo había marcado un gol al Real Madrid, eligió el mejor momento de su carrera para subir contador. El ya no tan niño finalizó una veloz jugada del Atlético, la primera, casi la única, que hundió el balón en la portería de Navas y el alma de los blancos. Simeone había hecho los deberes en casa y también en clase, tocaba cerrarse. 

Un Bernabéu dorado celebró el tercer Balón de Oro de Cristiano Ronaldo.

El Madrid, con todo en contra salvo la alineación de gala, lo intentó por las bandas, por el centro, por arriba y por abajo... pero nunca se sucedieron más de dos ocasiones peligro, ni siquiera con el genio sin lámpara que es Isco. Hasta que llegó el minuto 20.

El gol de Ramos hizo soñar con la remontada
y casi olvidar sus errores en los tantos encajados.
Entonces alguien se elevó por encima del resto, como queriendo ascender al cielo blanco antes de tiempo pues ya se ganó un hueco en la final de Champions. Y volvió a hacerlo. Sergio Ramos finiquita con la cabeza lo que siempre busca con el corazón; la victoria. Es curioso como las tablas en el marcador no quieren decir ni mucho menos que la contienda está igualada, pero el Bernabéu se aferra a lo que dice el neón para echar el resto con su equipo. Aparecen los huecos, aparece Benzemá, y Cristiano, y hasta hay quién juraría haber visto a Juanito o, cuando menos, su espíritu. Mientras Simeone arengaba a los suyos para que dejasen correr el reloj, los de Ancelotti acosaban sin derribar la portería de Oblak. No aprendía el Cholo que al Madrid no se le debería esperar y que la vista ha de estar puesta en la portería de Navas, no en trampear las manecillas del reloj. Sí lo hizo en la segunda mitad, con un arranque calcado a la primera: segunda jugada vertical y peligrosa del Atleti y segundo gol. Recuerdo un texto de Economía en la que se hablaba del mínimo esfuerzo y el máximo rendimiento: debió de escribirlo Torres. Dos llegadas, dos goles al máximo rival y en eliminatoria directa. Más no se puede pedir.

El Bernabéu empujó hasta el final, pero la renta
de la ida y los dos goles recibidos en casa
sentenciaron al Madrid.
Pero el Bernabéu sí exigía cuatro goles y ninguna responsabilidad, aunque sabía que al conjunto blanco, por no escuchar en clase, se le atragantaba la lección que le estaba dando el Atlético en casa. Pero en toda clase hay un travieso y a la vez avispado y buen estudiante; que trae por la calle de la amargura a los profesores y, sin embargo, no pueden sino adorarle por sus buenos resultados. Un bicho, vaya. Cristiano, balón y tesa de oro, volvió a teñir de esperanza el marcador.


Lo bueno del tiempo es que hace que todo pase; lo malo es que es capaz de llevarse sentimiento tan sólido como la esperanza. Pasaron los minutos y los ataques del Madrid se difuminaron, perdieron intensidad y ni siquiera con entradas al campo cargadas de moral, como la de Jesé, pudieron hacer algo. Por fin los derbis madrileños vuelven a parecer tales, a costa de un Madrid que ya cuenta los días hasta el próximo 7 de febrero en su quinta ocasión de vencer a su nueva bestia negra, esta vez en Liga. Los rojiblancos, en cambio, viran hacia su otro gran escollo antes de alcanzar una soñada final copera: el Barcelona.


Jesús Clemente Rubio