"Basado en un caso real" reza el folleto de "Ejecución Hipotecaria", y quizá sea la única mentira de la obra. Porque, desgraciadamente, estamos ante uno de los guiones más apegados a la actualidad y que sucede todos los días, con la pluralidad de enfoques de la crisis, con el desgarro dramático y el surrealismo que sólo una realidad como la nuestra podría conseguir.
Juan Codina, escopeta en mano, nos da a todos de lleno más que con la pólvora con las palabras, la desesperación y el extremismo en el que uno se refugia cuando no tiene salida. "¿Pero qué tengo que hacer para que me hagan caso?"... Echa un vistazo a lo que hemos llegado en la obra del guionista Miguel Ángel Sánchez dirigida por Adolfo Fernández.
Puestos a dar nombres, demos también el resto: el propio Fernández interpreta al policía encargado de la seguridad en el desalojo mientras que Rafael Martín es el cerrajero mexicano. Ambos son papeles menores pero necesarios para dotar de todas las tonalidades un proceso de desalojo -lanzamiento en el argot jurídico- y, por qué no, el respiro que se toma la obra para no llenarnos de la pesadumbre que nos rodea. Por cierto más que plausible la última intervención de Rafael Martín en la que sólo eché en falta una mención a lo bien que nos gusta vivir a los españoles y la preocupación por la imagen que emplean los "vendehumos" para hacernos morder el anzuelo inmobiliario.
Seguimos con nombres, aunque cambiamos el talante; el drama lo ponen Ismael Martínez y Lidia Navarro como los funcionarios encargados de llevar la orden a casa y ejecutarla y el ya citado Juan Codina quién los recibirá... escopeta en mano. Tras unos minutos necesarios y, por primera vez en mucho tiempo, ajustados en el tiempo -porque últimamente se detienen demasiado las obras en presentar a los personajes- la obra arranca con un día cualquiera venido a tragedia por las circunstancias.
La transición entre el cómo se llegó a esta situación y el desarrollo de la misma empleando flashbacks es tan dinámica y completa que explica -nunca justifica- cómo Charly, un instalador de calderas, puede cambiar las herramientas por un arma. La interpretación de Codina, el papel más generoso pero también el más exigente, es majestuosa. De hombre laborioso y feliz a desempleado y amargado, el cambio entre registros tan dispares es suave gracias a su talento. Muy buena réplica la de Ismael Martínez y Lidia Navarro, que parten del sometimiento del primero al manido "así son las cosas" y las preguntas de la segunda sobre si, a pesar de ser unos mandados y tener que cumplir órdenes para no quedarse en la calle, "está bien echar a la gente de sus casas". Diferencia entre lo justo - del término legal de justicia- y lo correcto -moralmente- en estado puro. El remate final lo pone Sonia Almarcha en dos papeles entre los que se mueve muy a gusto y que, al igual que Codina con sólo un personaje, ella encarna una doble dimensión de los hechos: víctima y verdugo. ¿O quizá son todos víctimas?
David Ruano |
La transición entre el cómo se llegó a esta situación y el desarrollo de la misma empleando flashbacks es tan dinámica y completa que explica -nunca justifica- cómo Charly, un instalador de calderas, puede cambiar las herramientas por un arma. La interpretación de Codina, el papel más generoso pero también el más exigente, es majestuosa. De hombre laborioso y feliz a desempleado y amargado, el cambio entre registros tan dispares es suave gracias a su talento. Muy buena réplica la de Ismael Martínez y Lidia Navarro, que parten del sometimiento del primero al manido "así son las cosas" y las preguntas de la segunda sobre si, a pesar de ser unos mandados y tener que cumplir órdenes para no quedarse en la calle, "está bien echar a la gente de sus casas". Diferencia entre lo justo - del término legal de justicia- y lo correcto -moralmente- en estado puro. El remate final lo pone Sonia Almarcha en dos papeles entre los que se mueve muy a gusto y que, al igual que Codina con sólo un personaje, ella encarna una doble dimensión de los hechos: víctima y verdugo. ¿O quizá son todos víctimas?
David Ruano |
otiuMMaximus
- Juan Codina reúne en su personaje el qué, quién, cómo y por qué.
- El reparto consigue explicar las causas y consecuencias de cada personaje con un verídico y plural enfoque de los hechos.
- Guión y dirección resultan en una de las obras más dinámicas de la cartelera.
otiuMMenester
-¿Dónde? Teatro Lara. Calle Corredera Baja de San Pablo, 15. http://www.teatrolara.com/
-¿Cuándo? Miércoles 24 de septiembre, 1 y 15 de octubre a las 22 horas.
-¿Cómo? En Metro, L5 (Callao). En coche, trata de aparcar por calles colindantes de Gran Vía.
-¿Cuánto? Desde 10 euros en oferta especial.
Jesús Clemente Rubio