El Teatro Compac Gran Vía se vistió de gala con famosos y famosetes por doquier y verdaderos artistas sobre el escenario del cante y el baile flamenco -y sucedáneos-. Tanta gente no puede estar equivocada: quien les esperaba allá arriba tenía que ser uno de esos artistas cuyo nombre evoca éxito, cuyo espectáculo está a la altura del nombre que lleva. "Poeta en Nueva York" es una de las más destacadas obras de Federico García Lorca, y quizá la más sobresaliente puesta en escena de Rafael Amargo o, al menos, la que lo encumbró. Con una mezcla de estilos audiovisuales y una fidelidad suprema al baile y el taconeo, Amargo convierte el mensaje internacional de la tinta y el papel en una obra de excelencia universal en la que, como todo experimento, hay pequeñas cosas que seguro podrían salir mejor: el resto son perfectas.
Por ejemplo, los pantallazos repletos de calidad interpretativa gracias a las jugosas colaboraciones (Cayetana Guillén-Cuervo, Marisa Paredes...) acompañan a un par de números que dejan algo que desear, no por su ejecución ni mucho menos, sino más bien porque se aleja del hilo argumental del resto de la obra y se atreve con lo que podríamos asemejar al arte moderno; ese punto en el boceto blanco que nadie entiende salvo que se pone a interpretar. Y hasta aquí los peros. En el resto de la hora y media de espectáculo estamos ante un cúmulo de talentos -menudo elenco en cuanto a cantidad y calidad- en el que descubriremos nuestro favorito aunque no ansiaremos su retorno al escenario, pues sus compañeros nos conquistarán casi de igual manera.
Amargo ha sabido exprimir el talento de todos y ajustar sus capacidades a cada número, alcanzando el sobresaliente en cada tramo de la obra. Sobre él está todo dicho; fenómeno, genio y figura y la soltura propia del que se sabe uno de los mejores en su trabajo, no por presunción o egocentrismo, sino por aclamación popular. Los estruendos procedentes del público al término -o en el durante- de cada número daban cuenta de cuánto sentimiento se vivía sobre el escenario. Denuncia social, pasión y emoción e incluso humor desprenden las tablas con el espectáculo de Amargo; así como ya hiciera la obra en la que se basa, bajo la inolvidable batuta de Federico García Lorca.
Los guiños -y números enteros- dedicados a otros estilos de baile, siempre con un fuerte aroma a flamenco y baile son muy agradecidos por aquello de que lo poco gusta y lo mucho cansa; Amargo sabe reinventarse en cada minuto de la obra introduciendo incluso elementos de Gospel -Edith Salazar está inconmensurable- y desengrasa lo que, para el ojo inexperto -como el de un servidor- no sería más que una sucesión de "zapateaos" y "taconeos" varios.
Tanta universalización y globalización de contenidos podría engañarte sobre la naturaleza de la obra: no caigas en ese error. Rafael Amargo y su "Poeta en Nueva York" es un compendio de todo lo que el flamenco puede hacer por el mundo y el resto de disciplinas; de lo que la música puede conseguir además de entretener y del fin último de un teatro; llenar de emoción el auditorio y despertar la pasión que lucha por salir en el interior de cada uno de los asistentes. En el ámbito personal, la plausible humildad del artista encumbrado capaz de mirar atrás, mirar aquello que lo llevó tan alto y darle una vuelta de tuerca para decir al mundo que incluso lo perfecto es mejorable.
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- Si nombrase a cada miembro del elenco que merece ser destacado, este apartado sería la crónica entera. Impecables.
- Sin la coordinación exquisita de otras obras y estilos, encontrarás en los números grupales un conjunto de emociones y sensaciones muy escaso en el panorama escénico actual.
- Rafael Amargo reinventa su obra a cada minuto, escapando del encasillamiento y ayudando al espectador a navegar y moverse entre diferentes géneros,emociones y entretenimientos.
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-¿Dónde? Teatro Compac Gran Vía. Gran Vía, 66. 91 541 55 69 www.gruposmedia.com
-¿Cuándo? Hasta el 17 de agosto de 2014. De L a S a las 21 horas. D 17 a las 19:30 horas.
-¿Cómo? En calles colindantes a Gran Vía podrás encontrar aparcamiento (prueba a la vuelta del teatro). Si no, los subterráneos. En Metro, L10 (Plaza de España).
-¿Cuánto? Desde 20 euros.
Jesús Clemente Rubio