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'Los paños de ganchillo': La batalla entre el ser y el parecer


España, país de pueblos, pueblos de caciques y caciques que imponen una ley: la del vivir de la imagen y del cuento por encima de todo y ante todo. Del parecer y no del ser, del aparentar y el puertas para afuera, dejando la basura pudriéndose lentamente dentro. "Paños de ganchillo" nos embarcará en un viaje a la nostalgia a quienes hemos crecido o tenido contacto con el día a día de algún pueblo. Pero entre ganchillos y magdalenas se esconde una verdad que a más de uno removerá pues ¿quién no ha guardado un incómodo secreto por temor al "qué dirán"?


No todos los recuerdos familiares son agradables...
Mercedes siempre estuvo al lado de su madre, hasta el día en que murió. Su hermana Rosa, en cambio, decidió cambiar lo rural por lo urbano y ahora, tras tres décadas sin dejarse ver por allí, regresa para velar a quién le trajo al mundo. Pese a la ausencia, su familia se ha ocupado de que cada oído y boca del pueblo escuche y transmita una historia que justifique que la pequeña Rosa, aquella niña que correteaba por las calles empedradas de la España profunda, no haya vuelto por allí.
El problema es que la historia contada y la escondida se parecen como un huevo y una castaña, o localicemos la comparativa, como un brasero y un bidé. Pronto las hermanas aparcarán los aspectos que más las unen, como las vivencias paternas y el velatorio de su madre recién fallecida, y se asomarán al baúl de los recuerdos más oscuros, del que una parte de la familia tiró la llave y otra la ha guardado durante demasiado tiempo.

El aroma a pueblo se palpa en cada pose del intérprete, cada elemento del escenario.
No esperes puestas en escena, interpretaciones y guión grandilocuentes. Es nuestro mejor consejo, pues nosotros no lo hicimos, preferimos hacer como la gente de pueblo: partir de cada pequeño detalle y minucia para ir construyendo una historia que escala desde lo superficial -muy propio de este tipo de entornos- hasta una cima que contiene un mensaje claro aderezado con aspectos que resaltan la clave para entender el lenguaje de la España rural: la verdad no reside en lo que se cuenta, sino en lo que se deja de contar.

La verdadera familia detrás de la inventada en la obra,
incluida la directora Eva Redondo.
Difícil tarea para Eva Redondo recoger uno y otro en el guión, y así lo ha hecho. Claro que sería injusto atribuirle un mérito compartido por los intérpretes: Ángela Maurín y Gloria Obelleiro escenifican los dos papeles que uno puede desempeñar si procede de cuna rural: acomodarse en la única vida que ha conocido, aceptando sus pros y dando continuidad a los contras, o escapar, aún sabiendo que por muy lejos que te marches siempre llevarás contigo tu pasado. 

En medio un Pedro Ros cuyo personaje despierta la curiosidad, repugna y atrapa al espectador. En definitiva, mientras unos sonreirán al sujetar entre sus manos "Los paños de ganchillo" elaborados por su madre, otros, temblorosos, lo dejarán caer recordando las historias que ocurrieron mientras se tejían.


otiuMMaximus

- El dúo fraternal y la frescura de Ros. Impecables.
- La dirección de Eva Redondo, puntillosa con la España rural.
- La trama.

otiuMMenester

-¿Dónde? Calle de Lavapiés, 9. 28012 Madrid. 695 263 509. www.laescaleradejacob.es (consulta también el resto de la cartelera, hay obras más que interesantes)
-¿Cuándo? Los domingos a las 21:15 horas.
-¿Cómo? Aunque tienes un paseo, puedes aparcar desde la zona de La Latina hasta llegar a la misma calle Lavapiés, o bien en calle Embajadores y colindantes (ojo que hay mucha zona residencial videovigilada). En metro, L3 (Lavapiés). Parking en calle Embajadores.
-¿Cuánto? Desde 8 euros.

Jesús Clemente Rubio