“Son favoritos. No queremos el balón. Nuestra misión sólo es una: ganar”. Son las frases que definen la previa, el durante y el posderbi que se vivió anoche en el estadio Santiago Bernabéu. Las tres son del auténtico protagonista del encuentro: Simeone. El entrenador rojiblanco cree en los suyos, ellos y la afición en el cholismo y los madridistas… los madridistas quieren creer, pero no encuentran en qué.
Ni toque ni ataque
El pitido inicial apenas se oyó
por el ambientazo que se vivía en el feudo merengue, y que muy pronto calló.
Tras una más que discutible circulación del balón por parte del Real Madrid, el
Atlético aprovecha un error de Di María para poner a los pies de Diego Costa el
esférico y éste a los suyos a Diego López, que nada pudo hacer ante el tiro
cruzado del delantero brasileño. Sólo once minutos después, el polémico
delantero presentaba su candidatura a protagonista de la noche, empequeñeciendo
a la, una vez más, débil defensa madridista en los últimos metros. De paso enmudecía al Bernabéu, al menos en lo
que a aplausos se refiere. Tímidos en los aislados detalles de calidad de una
plantilla millonaria, contrastando con las sonoras pitadas que se sucederían
desde el minuto 17 y durante el resto de minutos.
No era para menos; Ancelotti dijo
en rueda de prensa posterior que su sistema no falla, sino la actitud de los
jugadores y la falta de movilidad de algunos de ellos. Mientras Villa
arrastraba y volvía locos a los centrales madridistas, habilitando a Costa,
Benzemá era un tronco que sólo asomó la cabeza para avisar en dos ocasiones a
Courtois. A la tercera va la vencida, dicen también en Francia, pero ésta no
llegó. El francés está lejos de su mejor estado de forma. En cambio, cada vez
que los rojiblancos merodean el área del Real los jugadores sufren, la afición
calla y, gracias a paradones de Diego López en el minuto 28 y patadón de Pepe
para despejar, suspira. Minutos después el cancerbero vuelve a lucirse ante un
remate de Tiago a puerta vacía tras saque de córner. La desorganización de la
defensa blanca sólo compite con su ausencia total de pegada y el vacío de sus
bandas.
En el 35 Diego Costa empaña su
actuación con la polémica que le caracteriza… amarilla a punto de cambiar de
color tras encararse con el árbitro. La posterior jugada de Cristiano que se
saldó con una segunda amarilla para el Atlético despierta al Bernabéu, que veía
resucitar a su equipo. Por primera vez el Madrid jugaba su partido, no el del
Atleti. Pero llegó el descanso, y con él todos se acordaron de lo único reprochable
al conjunto comandado por Simeone: sus clamorosas pérdidas de tiempo en saques,
yéndose al suelo –incluso el “Cholo” le recriminó a uno de sus jugadores-,
potestas…etc.
La pizarra de Ancelotti
Di María e Illarramendi no
regresarán al campo. Modric y Bale son los elegidos por Ancelotti para dotar de
mayor verticalidad al Real Madrid y desestabilizar la organización colchonera.
Pero tocaría seguir sufriendo. Era el día de Koke, que ya había asistido a
Costa y seguía resultando escurridizo para los madridistas. Era el día de
Costa, cuyos controles direccionados y desmarques rompían una y otra vez la
última línea del Madrid. Y no era el día de Cristiano, con pases imprecisos y
casi regates, Bale que se atrevía con la potencia que Dios le ha dado y la defensa
atlética –muy atenta en las ayudas- le quitaba.
El Madrid no prestó atención a
la única salida que le quedaba ante semejante muro rojiblanco: disparar desde
fuera del área. Courtois no atajó sendos disparos de Cristiano y no habría
visto otro par de lanzamientos de Modric de ir a portería. Claro que en el
primer caso un delantero avispado –no Benzemá- habría empujado dentro el
rechace. Nueva lección sobre el campo para el club: la solución está en casa.
Siempre.
Morata salió y, aunque no luzca
la etiqueta de “primer equipo”, al menos le queda menos para ser titular que al
internacional francés para dejar de serlo. Eso pensábamos todos excepto el
técnico italiano, que dio salida al canterano madridista y retiró a Isco. El
caso es que ahí estaba un chaval de la casa intentando sacar las castañas del
fuego robando, recuperando, presionando e incluso rematando de tijera que, de
marcar, se habría caído el Santiago Bernabéu. Lo propio habría ocurrido de
apuntar mejor Koke el tiro que impactó contra el travesaño. Al final 0-1 para los visitantes.
Identidad madridista
Este Madrid no fue el del
Getafe, ni el de casa esta temporada. Era el de fuera, el que sudó no por
correr ellos sino porque corriera el reloj para el pitido final. Esta vez eran
los rojiblancos los que estaban cómodos con la segunda victoria seguida en casa
del eterno rival. Simeone pide compromiso, actitud, ilusión y ganar. Ancelotti
pide sistema con algo más de toque,
siempre vertical y mucho movimiento. El Madrid le contesta con pregunta,
rascándose la cabeza y sin moverse del sitio: “¿quiénes somos?”; mientras que
los rojiblancos responden a su míster, marchando como una unidad y al unísono:
“Somos el Atleti”.
Jesús Clemente Rubio