La ciudad de los puentes, del Sena, de las grandes distancias y pequeños detalles. La ciudad de la luz, de la baguette, de los precios desorbitados y las visitas que siempre se nos queda corta. Orgullo patrio, París exhibe el cartel de ciudad del amor a golpe de majestuosas vistas y construcciones, simbólicos rincones e impactantes monumentos. Todos brillan, uno deslumbra y Eiffel lo firmó. Este verano otiuMMadrid ha estado en la capital francesa, tan sólo por unas horas, el resto nos las robó Disneyland, pero suficientes para convencerse de lo bello que es vivir...y viajar.
Tres aeropuertos. Un dato que por sí solo adelanta la inmensidad de nuestro destino. Charles de Gaulle, Orly y a años luz en cuanto a comodidad, cercanía y conexiones, Beauvais. Elijas cual elijas, los 10 euros de transporte al centro de la ciudad no te los quitará nadie. Claro que cuando la torre Eiffel comienza a asomar el hocico se te olvidan los 40 ó 60 minutos de traslado desde el aeropuerto. Sin embargo, de día habla la forma, de noche el contenido, así que esperaremos a que se esconda el sol para visitar el monumento estrella.
Notre-Damme se ubica está rodeada por agua. Aprovéchalo para tu mejor foto. |
Gárgolas y campanas
Antes nos vestimos de Quasimodo y
nos preguntamos el por qué de la fama de su hogar, Notre-Damme, además del
jorobado personaje y el repique de campanas poco sabemos. Allí lo encontramos
en dos colas que indican que algo imperdible se encuentra en su interior: la de
la fachada principal para acceder al interior de la catedral y admirar sus
rosetones de 15cm. de diámetro –el color y la iluminación que arrojan sobre el
interior es hipnótico-; la que
encontramos doblando su esquina izquierda, para subir a lo más alto.
En
este punto esperan las famosas gárgolas, que no son sino canalones disimulados
con una ornamentación terrible por su aspecto, exquisita por su detalle. Será
la primera vez de muchas que tu bolsillo pico y te lo tengas que rascar: 8
euros y medio. De igual forma asistes al primer contacto con otras dos máximas
parisinas: las esperas –te aconsejamos que te presentes en la cola del ascenso
a eso de las 9:45, pues a las 10:00 abre sus puertas y, probablemente, a esa hora la espera ya ronde los 40 minutos- y los
peldaños, centenares entre Notre-Damme, el Arco del Triunfo, Sacre-Coeur, etc.Por algo se llama rosetón. |
No os marchéis sin antes ir al
puente ubicado enfrente de la fachada principal de la iglesia, sin lugar a
dudas la mejor fotografía de “Nuestra Señora de París”. Ahora sí, cambiamos de escenario y tenemos el único contacto político
con París: Hotel de Ville, actual sede del ayuntamiento. Con el traslado de
nuestro ayuntamiento al Palacio de Telecomunicaciones ya no sorprenden tanto
sus dimensiones pero, por lo que pudimos ver, los políticos también viven bien
en Francia –menudo despacho-. La plaza, potencial atractivo turístico por
dimensiones con el edificio presidiéndola, desluce gracias a las continuas
exposiciones y eventos que alberga y que dejan un reguero de vigas, tarimas y
metales.
Siguiendo al norte del plano nos
topamos con la Torre de St.Louis, entrada a la homónima isla tan respetada por
los parisinos que hace décadas que no se construye en ella, y con la Galería Pompidou, santo y seña del
arte moderno y transgresor de Francia. Lo que parece un amasijo de tuberías
y cuadrículas metálicas engaña en su fachada, pues su interior es mucho más
minimalista. La visita en cualquier caso no debería llevarnos mucho tiempo, y
aconsejamos rematarla con un paseo por su orilla derecha que acoge una fuente
con curiosas figuras y una fachada y suelo que, eventualmente, acogen
diferentes manifestaciones artísticas.
Fachada del Louvre. Adquiere la entrada por Internet y te ahorrarás las colas. |
16 kilómetros de arte
'La Venus de Milo'. Genial. |
A estas alturas llevaremos unas
tres horas de pie, por lo que no dudéis en abusar de los sofás repartidos por
los 16 kilómetros de galerías -60.500 metros cuadrados, más de 200.000 el
edificio entero- del que, quizá, es el museo más famoso del mundo (con permiso
de nuestro amado Prado), el Louvre. Más
datos: 8 millones y medio de visitas al año, 35.000 obras en exposición
(445.000 en total), 15 euros la entrada combinada y dos obras que bien valen su
visita: la Gioconda de Leonardo Da Vinci y la Venus de Milo. Sin
olvidar “Las bodas de Caná”, “La libertad guiando al pueblo”, y un larguísimo
etcétera. Por eso, si tienes más días y te fascina el arte, dedica una jornada
completa al Louvre, salvo la noche que puedes destinarla a reflexionar sobre lo
visto con un paseo a orillas del Sena.
'Amor y Psyque' es otra de las obras maestras del museo. |
Sólo un necio podría obviar el Louvre en su visita a París. Incluso
si tu único contacto con el arte ha sido por la vía más comercial y consumista,
el legado de “El Código da Vinci”, te interesará investigar las pirámides de
cristal de la fachada y el interior o bien la excursión que existe con el único
propósito de ahondar en los secretos, reales o ficticios, revelados por Dan
Brown a través del personaje Robert Langdon.
Tras la hora –como mínimo-
destinada al museo salimos por donde entramos y ante nosotros, como el mar ante
Moisés, se abren las Tullerías, los segundos jardines más bonitos de París que
premian al viajero con diversos atractivos a medida que los recorre. Museo
Orsay a la izquierda, Plaza de la
Concordia a medio camino y, en su último coletazo, Campos Elíseos. Una bestia
de asfalto cuya organización y distribución, sin embargo, encierra en sí
misma otro monumento. Lo único que invita a avanzar y frena al turista en su
afán de coger el metro es la meta en forma de arco…en forma de triunfo.
Las mejores vistas de París
El Arco del Triunfo,
conmemoración de victorias napoleónicas, se erige en el horizonte y dibuja una
excelente construcción cuyo punto más alto, junto a la Torre Montparnasse y sus
210 metros, nos deja las mejores vistas de París, al contrario de la Torre
Eiffel, como muchos piensan. La explicación es sencilla: desde los dos primeros, la vista de París cuenta también con la famosa
obra de Gustave Eiffel…algo que, por pura física, no puede ocurrir desde la
propia torre.
Cargado de majestuosidad y simbolismo, el Arco del Triunfo ofrece además en su azotea las mejores vistas de París. |
La Torre Montparnasse no se queda atrás en lo que a panorámicas se refiere. |
Así pues, los 9 euros y medio y
los cientos de escalones que nos separan de la azotea del Arco bien se
revalorizan al llegar a lo más alto y, plano con la historia del monumento en
mano, admirar en todo su esplendor la ciudad de la luz. Igual ocurrirá, pese a
la mampara de cristal que protege del viento debido a tanta altura, en la Torre
Montparnasse pero, creednos, os enamoraréis de las vistas desde el Arco del
Triunfo. No os marchéis sin deteneros a
observar, por unos instantes, la tumba del soldado desconocido y explorar su
significado, icono de los caídos en las peores guerras.
A 210 metros del cielo. |
Decíamos que la otra gran vista
de París es la planta 56 de la Torre Montparnasse, a cuyos pies y unos 40
metros se encuentran los Jardines de
Luxemburgo que dotan de inigualable belleza al palacio de idéntico nombre.
La sinuosa curvatura de los matorrales y la circunferencia que trazan en torno
a la gigantesca fuente con el palacio al fondo bien podrían ser la versión
reducida del complejo de Versalles, tantas veces visto en “El hombre de la
máscara de hierro” y que, si dispones de más días, ha de ser menester de tu
visita.
El París alternativo
Desde el Sagrado Corazón obtendrás esta imagen. |
Y si en Madrid tenemos Lavapiés o
La Latina y en Roma el Trastévere, los parisinos gozan y presumen del barrio de
Montmaitre y colindantes (como Pigalle, o el barrio rojo de París). En lenguaje
turístico, la parada de metro “Blanche”, a cuya salida nos saluda guiñándonos
un ojo el famoso Moulin Rouge.
A estas alturas el sol estará cayendo y quizá sus
luces y fachada ya adelanten el espectáculo que, por unos 105 euros por persona,
se puede disfrutar en su interior. Imperdible para todos, imposible para
muchos, ineludible para los que se lo puedan permitir. De allí se puede
ascender por vía funicular al Sagrado Corazón de París, el Sacre Coeur, pero nosotros optamos por valernos de nuestras
castigadas piernas ya que, oímos primero y comprobamos después, el recorrido
atraviesa el barrio de Montmaitre.
Place du Tertre es el núcleo de un
barrio que invita a pasear por sus calles, a detenerse en sus originales
tiendas, a descubrir, conocer y observar. Aquí dejarás de turistear en pro
de vivir París, y el obsequio por tamaña evolución del viajero es el monumento
más visitado –sí, has leído bien-: la Basílica del Sagrado Corazón. Le des la
cara o la espalda, el espectáculo será igual de impactante: el edificio colosal
más por anchura que por largura o bien la ciudad de París, extendiéndose a lo
largo de decenas de kilómetros interrumpidos por un cielo teñido de amarillo y
naranja por el atardecer. Ni rastro del astro rey, eso es verdad, pero de igual
forma este es un excelente sitio para contemplar el cielo cuando el Sol se
despide.
Con razón es el monumento más visitado de París, superando incluso a la Torre Eiffel. |
Queda la noche, pues estamos en
verano y Europa se contagia de nuestro espíritu en esta estación. Así que vuelta al hotel, cena rápida y cambio de ropa. Ponte guapo, estás a punto de conocer a la señora Eiffel –casada
con los franceses, amante del mundo- y, aunque no lo creas, a la mejor versión
de la ciudad de París.
El Trocadero es una de las mejores zonas para fotografiar la Torre Eiffel. |
París por tierra, mar y aire
Por 13 euros, crucero de una hora con audioguía. Para nosotros, la mejor compañía. |
Y justo cuando tu obnubilación te impide ver más allá
de su hermosura, según cruzas el Sena, detente. Mira a la izquierda, más allá
del cartel que reza “Bateaux Parisiens”;
hay cruceros. Muchos y variados, pero no dudes en optar por el que publicitaba
el anterior cartel, y que durante una hora y por 13 euros te premia con el
mejor y más romántico paseo que puedas dar no a orillas, sino sobre el mismo
río.
Recorrer el Sena en barco es un colofón perfecto. |
Y con guía en varios idiomas, para redescubrir en un último vistazo lo
visitado durante toda la jornada, esta vez sin las taras y peros del turista.
Si el día en París bien vale toda una vida, estos 60 minutos desde luego que
justifican
tu viaje a la capital francesa. Vayas con quien vayas, seas quien
seas, vengas de donde vengas.
Hasta las 00:45 tendrás para subir a la Torre Eiffel,
sus más de 300 peldaños o bien mediante los ascensores de pago –a lo que
tendrás que añadir los 4 euros de la entrada-. En cualquier caso no dudes en
hacerlo; un colofón de altura admirar
desde los ojos de la que es por todo el mundo admirada. Despedirte de París
desde arriba, y en una nube volverás a casa pensando en que, pase lo que pase
en tu vuelta a la realidad, siempre te quedará París. Humphrey Bogart dixit. Y
Bogart nunca se equivoca.
otiuMMaximus
- Atardecer en el Sagrado Corazón.
- Louvre, nos quedamos con el Prado pero al César
lo que es del César.
- Noche en el Sena y la Torre Eiffel. Enamórate.
otiuMMenester
- Para desplazarte por París, existen tacos de 10
billetes válidos en metro, RER y autobús por 7,30 euros. Es la opción más
recomendable y económica. Para llegar a París desde el aeropuerto prepara la
cartera, especialmente desde Beauvais (16 euros, 32 i/v)
- Existen multitud de descuentos para jóvenes de
entre 18 y 25 años, gratuidad para menores de 18 años, etcétera. Presta
atención en cada monumento.
- En verano, el último crucero parte a las 23
horas y la Torre Eiffel cierra a las 00:45.
Jesús Clemente Rubio