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Hotel Monasterio de Piedra: Más que un hotel, un museo para tu escapada más completa

top-escapadas-madrid-monasterio-piedraImagina la vida monacal y contemplativa con todas sus virtudes y ninguna de sus carencias. Es decir, tiempo suficiente para recrearte en el simple hecho de vivir y apreciar en la naturaleza la belleza de las pequeñas cosas (lo bonito), pero sin renunciar a la abundante y sabrosa comida, las comodidades del mejor hotel y detalladas guías para no perder dato alguno de lo que estamos viendo. Si a todo ello le añades que este cúmulo de favorable circunstancias se da durante todo el año a tres horas de Madrid, resolverás que hablamos del complejo del Monasterio de Piedra, parque, hotel y restauración incluidos. Ya tienes escapada para este puente y para los fines de semana o demás días libres del resto de tu vida.

El hotel dispone de salas para comidas o
conferencias empresariales que lucen así.
Estáis pensando en la A-2 y en las constantes mejoras que acaban empeorando el trayecto hacia nuestro destino. Por nuestra parte, nada que lamentar y llegamos puntualmente y sin mayor inconveniente al Hotel Monasterio de Piedra. Alojamiento que lejos de valerse del famoso nombre para atraer clientes, ciertamente luce aún más la etiqueta desde los primeros pasos por los amplios pasillos del antiguo monasterio. La solemnidad al caminar por ellos es rota por los rayos de luz que asoman por sus múltiples ventanas y que dan un baño de luminosidad en ciertas salas donde el cristal gana a la persona y le proporciona una panorámica y reconfortante visión. En apenas cinco minutos y un sencillo vistazo a dos pasillos y uno de los salones uno justifica su inversión percatándose de que está a punto de pasar noche en un silencioso y majestuoso monasterio. 
Es difícil encontrar un ángulo en el que el Hotel Monasterio de Piedra no luzca. Más que un hotel, un museo.

Los pasillos son tan solemnes como embriagadores.
Por si quedaba alguna duda, llega el momento de doblar la esquina hacia la estancia principal del hotel, repartida en dos plantas abiertas donde un reloj de pared preside escoltado por arcos apuntados. Impresionante y digno de postal. Mencionábamos los salones, dos que hacen las veces de bares para según épocas y horas del día y que estarán abiertos veinticuatro horas –no el servicio, claro- listos para albergar al huésped al que se le queda pequeña la habitación… y quiere Internet. El único pero nos lo quitaremos rápido porque verdaderamente el complejo es para ensalzarlo una y mil veces pero quizá por ello brille con más fuerza la carencia: conexión a Internet en las habitaciones.
Apenas doblamos una de las esquinas que dan al hall principal, topamos con esta estampa. Imperdible.

Cada recodo del recinto brinda una vista única del parque o bien del
monasterio. En cualquier caso, un descanso para la vista.
Ya que las mencionamos, todo lo demás es espectacular: por confortabilidad de sus camas, por generosidad en el espacio, luminosidad y vistas bien al patio interior del Monasterio -¡qué paz!- bien al homónimo parque. Calefacción y aire acondicionado chapó y damos fe de que servicio también; como sabréis, siempre nos gusta valorar con más fuerza no allí donde todo resulta bien de principio a fin sino donde hay algún problema para conocer cómo reaccionan. 

Espacio, luminosidad y todo tipo de comodidades. El mejor descanso.
Tuvimos la mala fortuna de que el termostato no funcionó correctamente y en menos de dos minutos y con una llamada obtuvimos cambio de habitación inmediato. Soberbios y, claro, la nueva habitación tan buena como la anterior. 

Si los monjes vieran qué se ha hecho con sus estancias... ¡elegirían
habitarlas ahora!
A cuerpo de rey
“Reyes de Aragón” es un nombre que crea demasiadas expectativas en un restaurante. Comer como un monarca es apuntar muy alto pero el restaurante erigido en el interior del Hotel Monasterio de Piedra cumple con creces. En la primera impresión es imposible catalogarlo por debajo del sobresaliente: un impactante y gigantesco salón –donde se sirven los también exquisitos desayunos- antecede a una sala más recogida y coqueta, donde pudimos cenar en base al menú de 24 euros de variados y apetitosos platos. 

He aquí el completo y variado menú. Elijas lo que elijas, acertarás.
Un servidor integrándose al máximo donde se encontraba optó por las migas de los monjes deliciosas y contundentes. Pero tan suculenta se mostraba la pluma de cerdo ibérico que al final todo pasó por el gaznate desoyendo los límites del saque. Y repetiría. En otiuMModa optaron en el primero por la ensalada de pularda laminada con crema de mostaza; deliciosa. 

Migas o ensalada, contundente contra ligero y el ganador... es el comensal.
La pluma de cerdo ibérico fue nuestro 'segundo' favorito.
Más que recomendable resulta finalizar el día en Reyes de Aragón, pues para la comida, a la que acudirás aprovechando tu descanso o alto en el parque, es más cómoda –y apuesta igualmente segura- la elección del restaurante Piedra Vieja. 

No es nuestra mejor foto, pero teníamos que ponerla
para rendir tributo al 'platazo' del Piedra Vieja.
Allí el menú es más económico –también el resto de la carta- y desde un simple arroz a la cubana hasta la trucha con jamón nos supo a gloria. Pero la mención especial, destacada y que se encaramó al podio de nuestras papilas gustativas fueron las judías… ¡QUÉ JUDÍAS! Y nos advirtieron de que las migas también nos harían tocar el cielo pero claro, ese puesto ya había sido ocupado la noche anterior por “Reyes de Aragón”. Judías. Pedidlas. Riquísimas. Tanto comer merece bajar la comida, y la mejor manera es pasear por el Parque del Monasterio.
La trucha con jamón crujiente constituye la única ocasión en la que no nos arrepentimos de no pedir carne.

La visita guiada al Monasterio de Piedra
te ampliará información sobre la vida monacal.
Pioneros en turismo sostenible
En un siglo donde algunos siguen negando el cambio climático, cuesta imaginar que ya a finales del siglo XIX alguien se detuviera a proponer un turismo sostenible. A punto de convertirse en un complejo industrial, el Parque del Monasterio de Piedra finalmente fue así creado siguiendo estrictas y sostenibles reglas de integración y respeto por la naturaleza. Y el resultado es un paraíso en el que aquí hace tres años ya dimos cuenta, y que no podemos sino reconfirmar como uno de los espacios verdes más recomendables del país. 

Regálate un paseo por el Parque Natural del Monasterio de Piedra.
Ya sea el itinerario corto (rojo) o largo (azul) propuesto por la organización del parque, disfrutarás de recovecos de cuento de hadas, embriagadoras cataratas, románticos paseos y divertidas zonas para jugar con las hojas que han perdido la batalla frente al otoño. Dicen –y nos creemos- que el parque luce en toda época, pero a tenor de las fotos podréis ver que otoño ha sido una sabia elección para conseguir instantáneas de ensueño. 
Tómate tu tiempo; el parque lo merece.

Una de las cascadas más famosas del parque. ¿Sabrías el nombre?
No olvides apuntarte a la visita guiada por el Monasterio de Piedra para rematar una completa jornada turística. Si la caminata liberó nuestro buche tras tan ricos manjares, el SPA es menester para canalizar el cansancio acumulado en una placentera culminación a tu escapada y jornada. Aviso para viajeros: no querrás que termine nunca.
Otra de las instantáneas más famosas del parque. Descubre la tuya.
Perderse para reencontrarse
Apenas ingresas en el SPA del hotel, tu cuerpo, tu mente, tú pasas a ser relax. Puro y duro, sin ataduras, dejándote llevar por su carta de tratamientos, por las palabras de Otilia que, ya en el circuito termal, profundiza en el maravilloso mundo de relativizar lo que llamamos “malo” y ver que es tan sólo un alto en un camino plagado de alegrías y color. Con una corta y precisa información te sumerge metafóricamente en el espléndido universo de los contrastes termales, de un recorrido que en un puñado de metros cuadrados –de espléndida ornamentación y atmósfera- ofrece frío y calor, sauna y baño turco, piscina ZEN (atención a esta estación porque no suele figurar en la mayor parte de circuitos y es apoteósica).

Estés o no acompañado durante tu circuito termal, apenas comiences
el itinerario recomendado tus sentidos se centrarán en disfrutar.
 Así que ya dan una vuelta de tuerca a lo ya conocido. Si apuestas por los tratamientos, desde que entres en la habitación te regodearás en tu acierto. Unas manos sublimes en cualquiera de los masajes son sólo la guinda a un compendio de estímulos para todos los sentidos. No desvelaremos ni destriparemos nada, pero os diremos dos titulares: masaje craneal imperdible y… nos quedamos dormidos. Puro gozo.

Tu escapada más completa empieza por un parque, pasa por un hotel
y una buena mesa y culmina en un relajante SPA.
Si a estas alturas no te hemos convencido de que el Monasterio de Piedra es una de las escapadas más recomendables a lo largo de la vida –pudiendo repetir y disfrutando igual cada visita- poco más podemos decirte, salvo que lamentar que el día de mañana, repasando tu vida, no topes con un recinto pionero en parques sostenibles, un confortable y acogedor monasterio y una mesa y SPA de calidad.

otiuMMenester

- ¿Dónde? Monasterio de Piedra. Calle Afueras s/n Nuévalos (Zaragoza) 976 87 07 00. 
- ¿Cuándo? Cualquier época del año te premiará con una instantánea memorable, pero otoño… ¡cómo nos gusta otoño!
¿Cuánto? Desde 89 euros la habitación doble estándar con desayuno incluido, 24 euros el menú de comidas y cenas en el restaurante “Reyes de Aragón” y menú por 13,75 euros en Restaurante Piedra Vieja. Circuito termal en el SPA 30 euros y tratamientos desde 35.

Jesús Clemente Rubio