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Jamming, La Golfa: No hay mejor noche que la improvisada

teatro-improvisacion-madrid-mejores-obras-carteleraRecuerdo estudiar en tercero de Periodismo una asignatura de magistral contenido (Formatos Audiovisuales) y docente (José Miguel Contreras), donde se hablaba de que toda buena o memorable improvisación fue, efectiva e igualmente, bien preparada. Es necesario establecer unas pautas, bases, guión o adelantar acontecimientos y dibujar escenarios posibles para después desenvolverse con soltura en casi la totalidad de opciones -a veces infinitas- existentes. Pues bien, los chicos de Jamming podrían sentar cátedra en dicha lección. En otiuMMadrid siempre hemos huido de las improvisaciones acostumbrados a divagaciones apoyadas excesivamente en la comedia y sin un hilo argumental que diera coherencia y cohesión al conjunto. Hasta que hemos visto Jamming. Y cómo con un puñado de detalles básicos y un elenco de pasmosa calidad podemos vivir todo tipo de situaciones en un teatro, pasada la medianoche del sábado, y no dormirnos en el intento. Olvídate del copeo, las coctelerías y las terrazas; la mejor manera de arrancar la fiesta nocturna en Madrid se llama Jamming: La Golfa.

Llegamos dos minutos tarde. Desde la entrada oímos jaleo, mucho jaleo, y en cuanto asomamos el hocico en el Teatro Arlequín el patio de butacas -lleno, por cierto- recuerda a la Joy, un antiguo teatro con la suerte de discoteca. Menuda tienen montada allí Joaquín Tejada, Juanma Díez y Paula Galimberti. Descansa Lolo Diego, pues en "La Golfa" de Jamming se rompe el cuarteto fijo para dar descanso a un componente y aprovechar para traer al invitado. En esta ocasión es Leo Rivera... por si no te gusta la calidad teatral, pues toma, dos tazas.


Entonces se apaga la vorágine inicial y uno ya imagina los clásicos papeles con acciones o lugares metidos en una urna, a los de la compañía ir extrayéndolos y escenificar lo que diga la imaginación -en ocasiones, pésima- del público. Para nada. En Jamming saben que aquéllos fueron los primeros pasos de la improvisación y que, como todo, los bebés han de crecer, evolucionar y trabajar siempre por lograr la experiencia defnitiva. Quizá este espectáculo no lo sea, pero se le acerca. Porque lo que Juanma Díez como maestro de ceremonias y el resto hacen es disponer una serie de juegos, acciones o actings donde, partiendo de una premisa a menudo sencilla pero tremendamente eficaz en términos de entretenimiento, extenderla y exprimirla sabiendo frenar a tiempo para no saturar al espectador. Por lo que te guste una de esas premisas más o menos, te dará tiempo como mucho a disfrutarla, jamás a odiarla. El dinamismo por bandera.

Juanma, Joaquín, Paula y Lolo... aunque serán quienes tú quieras que sean en uno de los espectáculos
más divertidos de la cartelera madrileña.
Otro aspecto que hace huir a los adeptos de la timidez; aquí no se obliga a nadie a participar, ni siquiera se provocarán esas situaciones violentas donde focos y ojos se dirigen a ti; la comodidad será tal que si alguien no desea participar se tomará con tanta naturalidad que casi parece parte del espectáculo. Como digo, jóvenes pero perros viejos en esto de la improvisación y la interrelación con el espectador.

Y sobre los actores, desearía dominar la "impro" como ellos para elaborar aquí una parrafada a la altura de sus dotes, y nunca lograría reflejar lo buenos, muy buenos, que son. Paula ejerce de necesaria bisagra femenina entre tanta puerta masculina que no sólo introduce el humor y los personajes de y para "ellas", sino que fue una la favorita de muchos hombres. El desparpajo sobre el escenario no siempre es sinónimo de calidad, de hecho en ocasiones oculta la carencia de éste, pero Paula exhibe ambos con soltura y naturalidad, como el guitarrista que toca de memoria, ella interpreta por inercia, con maestría. Joaquín Tejada es el que hurga en la herida, el buscacosquillas, el sarcástico, el explícito; dosis de inteligencia y socarronería son necesarias para no caer en la broma fácil o la brutalidad verbal simplona, y Tejada las tiene. Juanma es el hilo conductor, el principio y el fin, con brillantes durantes. Pero quizá el mayor aplauso de todos se lo lleve en cada "La Golfa" el artista invitado, en nuestro caso un majestuoso Leo Rivera que estamos deseando ir a ver a "Más apellidos vascos" tras comprobar su multifacético talento. No es que destaque por encima del resto sólo por sí mismo, sino que la grandeza de Jamming es que saben poner su talento al servicio del espectáculo y del artista invitado, arrojando toda su luz sobre la nueva cara para que ésta sea la mejor y memorable imagen que el espectador se lleve a casa. 

Claro que de nada serviría estar iluminado sin serlo, por eso Rivera dio la réplica perfecta al trío fijo conformando un sinfín de geniales y divertidas situaciones. He ahí, pues, la grandeza de Jamming; cada obra es una experiencia diferente, pero todas poseen un denominador común; una improvisación que apunta la infinito que se erige sobre unos elaborados cimientos y unos actores que lejos de correr a tapar la grandeza del invitado la ensalzan, pulen, aúpan al holismo sabedores de que el todo, a veces, es mayor que la suma de las partes. 

otiuMMaximus

- Tejada y sus mil divertidas maneras de ser directo.
- La contextualización de Juanma y la ejecución de Paula.
- Los diversos registros de Leo Rivera.

otiuMMenester

-¿Dónde? Teatro Arlequín Gran Vía. San Bernardo, 5. www.jammingweb.com
-¿Cuándo? "La Golfa" tiene lugar los S a las 00:55 horas pero ojo, el Jamming Show (tradicional) lo tienes V y S a las 23 horas. Hablaremos también de él.
-¿Cómo? Hablamos de plena Gran Vía; Leganitos, Plaza de España o los númerosos parking. En Metro, L10 (Pza. de España)
-¿Cuánto? 80 minutos (+ el bis, el ottring) por 13 euros.

Jesús Clemente Rubio