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Le Cocó: Desayuna, merienda y cena con una sonrisa cualquier día de la semana.

Con pasear unos minutos por Chueca, seguro que te toparás con él. Y además, abierto. Porque el restobar Le Cocó ha aterrizado a lo grande en el popular barrio madrileño; entre grandes ventanales y detalles amaderados que, ya desde fuera, invitan a entrar al viandante. No es una frase hecha. Esteban y su equipo aguardan dentro con una sonrisa que bien vale la visita, si bien local y carta justifican y casi obligan a cualquier residente y turista a sentarse en una de sus rectangulares mesas y disfrutar de lo que más le apetezca, sea la hora y el tipo de comida que sea. Me explico; imagina un lugar donde puedes comenzar tu día con la energía de un buen desayuno; tomarte un merecido descanso haciendo un alto para un buen café a media mañana o un pedazo de tarta casera a media tarde; comer con los amigos, cenar con la pareja o tomar la primera copa con quien tú elijas. Así es Le Cocó: llamativo por fuera, extraordinario por dentro y recomendable para ti, seas quien seas. No te pregunta quién eres o de dónde vienes pero, sin duda, te insiste para que te quedes y vuelvas.

Los gigantescos ventanales de la fachada permiten que
'Le Cocó' presuma de luminosidad.
Insisto, sea cual sea tu perfil o demanda gastronómica, el restobar Le Cocó es tu lugar en el corazón de Chueca. Nosotros elegimos cenar, por aquello de respirar la magia de una noche de verano en la ciudad aunque con ciertas reservas... ya que era un martes cualquiera que, en cualquier otro lugar, habría dejado abierta la posibilidad de encontrarlo vacío. No en Le Cocó. Prueba a pasar a diferentes horas del día: siempre verás alguna cabeza a través de sus gigantescos ventanales. 


El 'rincón de la abuela' es la
opción ideal para parejas.
Un rasgo distintivo del local que, si por la noche atrae la mirada de los viandantes hacia su exquisita y ajustada iluminación, por el día hace las delicias de quienes degustan uno de sus desayunos o comidas gracias a que la luz coquetea con las blancas paredes resultando en una luminosidad natural casi sin precedentes en un local madrileño.


¡Que me voy! Hablaba de la cena. Nada más entrar, dos cosas de generoso tamaño te recibirán: la barra central y una sonrisa. Ambas símbolos inequívocos del local; la simpatía y buen hacer de los camareros se combina con unas extraordinarias dimensiones en las barra y mesas, escoltadas por sillas dispares que atenúan la ornamentación bohemia sin descuidar el aire de exclusividad.

La amplitud y las generosas dimensiones de barras y mesas son su seña de identidad.

Los trigueros están espectaculares.
Metidos en faena, sorprende la carta; un selecto y cuidado número de platos, como los buenos restaurantes (ya se sabe que quien mucho abarca...) te hará babear durante los primeros minutos, maldecir no tener dos o tres estómagos los siguientes para, por último, dejarte boquiabierto por sus precios: realmente ajustados. Hablamos de platos que rondan los 10 euros y que sólo se elevan hasta los 14 en los casos más selectos. Sobre las raciones, los entrantes son ya de por sí abundantes, así que si cenas un entrante para dos y un principal para cada uno te será suficiente. Como siempre, serán los cócteles y vinos los que encarezcan la cuenta no por precios desorbitados, mas por su valor real que, como sabes, siempre es el más abultado de la carta. 

El tartar de atún es tu plato,
amante del pescado.
Imposible no alabar la mayonesa cítrica de las rabas, los espárragos trigueros o las croquetas -las de carabineros nos prometen que están deliciosas, pero yo juro y perjuro, a falta de probarlas, que las de queso que elegimos no tienen parangón-. Sobre los principales, una carrillera de cerdo tan tierna que no necesita cuchillo (ni tú dientes para trocearla) y sabrosa gracias a su salsa con un toque de vino tinto te dejará más que satisfecho. Si lo tuyo es el pescado, opta por el tartar de atún rojo y aguacate. Nosotros lo hicimos, y habríamos repetido de no ser por el postre que esperaba...

La 'tarta de la abuela', nuestra
favorita.
Tartas. Más y menos empalagosas, con o sin chocolate, todas ellas merecen ser probadas alguna vez. Descuida que el horario ininterrumpido del local permite que otro día te dejes caer por allí para degustar alguna otra pero, si valoras tu sentido del gusto y quieres dar una alegría a tu cerebro, la "tarta de la abuela" es, con mucho, el mayor manjar de Le Cocó. Habrá quien me fusile por decirlo, amén de las sabrosas comidas del resto de la carta, pero un esponjoso bizcocho a base de galletas maría, crema pastelera y rematado con cobertura de chocolate con leche creo que es suficiente argumento para tamaña afirmación. 

Así dejamos el plato de antes en cuestión de minutos. ¡Menuda tarta, abuela!
Entre plato y plato, agradables conversaciones. El local invita a ello, la disposición de mesas y sillas también, la amplitud le hace a uno estar cómodo con su spacium vitae mientras que la original ornamentación aporta comodidad y embriaga al visitante. 

El local y su disposición invitan a mantener una
agradable conversación entre copas y platos.
Por último, lo primero que deberíamos tener en cuenta en todo restaurante, pues hablamos del sector terciario: el servicio. Nunca te desesperarás para pedir otra ronda o el siguiente plato ni toparás con camareros que evitan tu mirada para seguir a lo suyo. Es más, por muy lleno que esté el local -si sois un grupo, por cierto, tenéis la posibilidad de un exclusivo espacio en la planta baja sin coste adicional- siempre te dedicarán el tiempo que necesites cada vez que requieras su atención


La planta baja puede ser vuestra si sois un grupo de unas 15 personas. Intimidad y tan
coqueta como la de arriba.
Es extraño cómo funciona nuestro cuerpo: cuanto más atendidos nos sentimos, mejor nos sienta la comida. Y aquella cena -y aquel postre- ha sido una de esas cosas que le reconcilian a uno con su cuerpo.

otiuMMaximus

- La iluminación diurna -y natural- y nocturna, junto a la decoración, resultan en un local amplio y un ambiente acogedor.
- La carta, selecta y muy, muy ajustada.
- El servicio, atento y con la sonrisa puesta.

otiuMMenester

-¿Dónde? Calle Barbieri, 15. 91 521 99 15. 
-¿Cuándo? D a X de 9 a 00. J a S de 9 a 2am. ¡Horario ininterrumpido todos los días de la semana!
-¿Cómo? En calles como Barquillo y colindantes a Barbieri quizá encuentres aparcamiento. Si no, siempre te quedarán los subterráneos. En Metro, L5 (Chueca).
-¿Cuánto? Entrantes desde 8,50, cuchara desde 7,50 y ensaladas, carnes y pescados desde 9,50 euros. Por un euro, pan variado con una mantequilla que no olvidarás.

Jesús Clemente Rubio