Chiru es esparcimiento, relajación, un fonema que evoca la buena vibra que los japonesees transmiten cuando comparten y departen en una taberna cualquiera del país nipón. Y también es una de las mejores aperturas de 2025, que ya están sabiendo ver los madrileños que poco a poco van enterándose de que hay un local de maestría en el tratamiento del sushi y otros platos y que, además, da una vuelta de tuerca con los adictivos handrolls, una suerte de temaki que cabe en una mano y se come cual taco mexicano. Es el santo y seña de un restaurante que gusta por estética, por variedad, por servicio y por calidad y sabrosura de sus platos.
Advertido quedarás, tanto por el personal como por tu estómago, de que con un combo de 6 handroll una persona puede comer. No son gigantescos, tampoco minúsculos como los maki. Pero sí repiten su fórmula: alga, arroz y la materia prima elegida. Nosotros sólo cambiaríamos el salmón crunchy, que estaba rico pero solemos huir de los rebozados, y repetiríamos sin dudar el resto de referencias que probamos: otro de salmón pero con miel, mostaza y aguacate; el atún en todas sus formas, ya sea con crujiente de almendras o con salsa de anguila; y qué decir del viera hokkaido y del que se sirve con una de las carnes más exquisitas de cuantas hemos probado, la Wagyu A5, con lima. Así hasta una docena de opciones. Tanto nos gustaron las dos últimas que las repetimos en los nigiri, si bien aquí la vieira se sirve con lima y el wagyuse flambea y recibe un toque de trufa. Podéis imaginar que sonaban trompetas celestiales en nuestro paladar.
Los más sencillos dan también buena réplica a semejante calidad; los nigiri de anguila con foie, atún y salmón resultaron extraordinarios. Un escalón más del lugar medio para disfrutar de esta comida japonesa. Pero es que incluso los noodles Hong Kong pasan por la izquierda a muchos otros tallarines que hemos probado y las brochetas... auténtico sabor de carne a la parrilla. Pero nos vais a permitir reservar el resto de nuestras alabanzas y lisonjas a las gyozas de Wagyu A5, sé que la memoria es efímera pero no así la gustativa, y os puedo afirmar sin temblar que estamos ante una de las mejores que he comido nunca. Por tamaño, por relleno, por textura...sublime.
Cuando uno cree que la experiencia no puede mejorar más y que el limitado postre bien podría ser una excusa para redondear la carta, topa con el tiramisú de Matcha y la tarta de queso de yuzu. El primero posee una crema cuya adicción que despierta la encontramos también en la tarta de queso; es tan suave el toque cítrico y tan soberbia la textura, que huye de estas cremosidades que casi desarman la tarta, que coloca como tarea imposible el limitarse a pinchar uno o dos pedazos. Vas a devorar la porción entera y querrás pedir otra.
Postres, nigiris, handrolls, otros platos, servicio, ambiente... cuando todo obtiene un sobresaliente bien merece matrícula de honor. La mejor apertura o al menos el descubrimiento que más nos ha gustado en este 2025: Chiru.
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Jesús Clemente Rubio