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Solidere, del Líbano al plato

 

A lo largo y ancho de la región podemos encontrar multitud de propuestas gastronómicas que recorren  a través de los fogones el mapa ya no comunitario ni nacional, sino mundial. Madrid presume de oferta culinaria y tan tópico como cierto es que reúne en sus fronteras lo más selecto de cada casa y cocina... y la libanesa no podía ser menos. Especias y legumbres, carnes y salsas... Solidere expande a Chueca la fama ganada por su local en Alfonso XIII portando una reducida y selecta carta en la que el comensal puede elegir libremente o ceñirse a una de los menús predefinidos. Nosotros lo hicimos y la degustación resultó satisfactoria... una nueva cocina se cuela en nuestras preferencias.

Porque si te has sentado frente a bocados árabes o visitado uno de los muchos indios repartidos por Madrid, y los has disfrutado, disfrutarás Solidere. Por 27,50 euros, el menú degustación para dos personas (precio por cabeza) se compone de 2 bebidas, 6 entrantes, 2 principales y postre. Un itinerario lo suficientemente variado y en cantidades nada desdeñables que te permite explorar genérica y particularmente la carta de este local libanés convertido en referente para los amantes de este tipo de producto.

Los entrantes son tan variados que resulta imposible que no adores al menos uno.

No se les puede culpar a tenor del Hommos (Hummus) que capitanea los entrantes con su crema de garbanzos con salsa de sésamo, toque de limón y el verdadero protagonista del plato, el aceite de oliva virgen extra. Sésamo presente también en el Muttabal, la crema de berenjenas con suave yogurt cremoso natural que encontraríamos más tarde en otras referencias. Más cremas: la de pimientos rojos, nueces, jugo de granda y tomate aderezado con aceite de olvida es incluso apta para el que no guste en exceso del pimiento, pero tampoco lo aborrezca... el resto de ingredientes se encargarán de convencerte de que des buena cuenta de la notable ración.

Más allá de las cremas una ensalada de tomate, rábanos, cebolla e hierbabuena acompañada de pan de pita cambiaba sabores y texturas y, lo mejor para un servidor, aderezaba, que no cedía el protagonismo, a la hierbabuena. Al que le ocurra como a nosotros y no sea muy fanático de esta hierba aromática, no disfrutará los triángulos de hojaldre que la llevan como relleno junto al queso. Es el riesgo de estas cocinas que utilizan especias e hierbas como nosotros el aceite: tocará alguna que no te encandile. Lo cual no quita la buena preparación del plato. El falafel en forma de croquetas vegetables a base de garbanzos y perejil remata con excelencia unos entrantes que, insistimos, te dejarán más que satisfecho por variedad y cantidad.

El pollo asado al carbón está rico en cualquiera de sus formas. 

Obviamente tu estómago reclamará algo más contundente, y ahí que llegó en nuestro caso el Shish Tauk, una suerte de pincho moruno de sabor muy contundente por tratarse de broche ta de pollo macerada en salsa natural a base de tomate, aceite y yogur. El asado al carbón es el punto perfecto y adictivo que se extiende al otro pollo que incluimos en la comanda de principales, el deshuesado marinado en la salsa del chef. Más ligero que el primero, por lo que aquí tienes dos alternativas cárnicas para que elijas la que más agradezcan tu paladar y estómago.

Postre y té muy dulces, de ahí su escasa cantidad para no empalagar.

Toda una sorpresa fue el Atayef de queso, esto de incluir el lácteo como relleno en las tortitas libanesas no nos parecía sobre el papel muy buena idea hasta que vimos como la envoltura pasada por almíbar y agua de azahar resultaría empalagosa de no ser por el contraste con el queso y el pistacho. No es un broche para relamerse ni cometer el mayor de los pecados, pero sí redondea un menú muy completo.

Más información en https://restaurantesolidere.com/


Jesús Clemente Rubio