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La familia Madrigal ya está en Madrid


Cajones... pisos... puertas... ¡de una! Telón abierto para saludar a la casita, a la familia Madrigal, a Colombia en estado puro y a una de las mejores historias de Disney Pixar trasladada a tarimas. Así da la bienvenida Encanto al espectador, con una fidelidad suprema a la película salvo los nuevos temas introducidos pero que en lo esencial responde a lo que adultos, y sobre todo niños, buscan cuando ocupan su butaca: ver la película en teatro. Sin artificios, intervenciones e interpretaciones libres; sin licencias que traicionen el imaginario común. Sólo un puñado de colombianos que no quieren hablar de Bruno, casi todos con dones y el Milagro en peligro.

 Partamos de los únicos añadidos: si bien hacen justicia por un lado a Mirabel con un tema que le cantan sus padres para mostrarla cuánto la quieren y se preocupan por ella, hay otros dos que, repitiendo el carácter excelso de los conocidos, debido a su dramatismo y lento ritmo acaba impacientando a más de un niño. Insisto, no se trata de falta de calidad, ni mucho menos, pero recortar quince minutos a la obra metiendo mano a esos temas seguramente resultaría mucho más dinámico para los pequeños. Claro que entonces estaríamos lamentando no contar con la canción de las banderas, toda una exquisitez. Ni tendríamos esa lógica dedicación paternal a Mirabel que en la película resulta extraña por escasa. El otro gran cambio -para nosotros, más bien pequeño y por supuesto muy aplaudido- es la práctica desaparición de Antonio. En la película es la excusa que contextualiza el proceso de recibir dones y poner luces que aumenten las sombras de Mirabel. Pero aquí no le echamos en falta en absoluto.

Y después de poner en suerte el desarrollo de una trama ya conocida, vayamos con la obra en sí. Extraordinaria por vestuario y personajes -aunque un Félix negro sería lo deseable, José Manuel Arreciado sabe recrearlo con su chorro de voz y divertidos bailes-, sublime por la recreación de la casita y el seguimiento al detalle de la película (¡si hasta el Camilo de Jesús Gómez, frente a tus ojos, se transforma en Dolores!) y, por supuesto, por sus actores. Ya nadie se acuerda de los puntuales problemas técnicos y de sonido, con micrófonos dando algo de guerra, y sí de que Sandra González no hace bien de Mirabel, es que ES Mirabel. Voz idéntica y maravillosa, rasgo común en la del resto del elenco que transmite la pesadumbre de Luisa, la ansiedad de Isabela, la preocupación de la Abuela Alma y los nervios de Pepa. 

Me sigue resultando tan curioso como interesante que el "No se habla de Bruno" sea la melodía más reconocible y cantada por todos los niños, y Bruno uno de sus personajes más queridos. Jesús Trinidad hace un trabajo que está a la altura de semejante presión y expectativa y, por no mencionar el resto, repetiré que cada actor hace sobrada justicia al personaje que interpreta y las piezas musicales que ejecuta. De cada uno se espera que sea un Madrigal, con la perfección de Isabela -de la que más disfraces se contaban en las butacas, por cierto-, el protagonismo y peso de trama y obra de Mirabel, las travesuras de Camilo... toda la película y más está en el teatro Alcázar. En Encanto, el Tributo Musical.

Más información en https://gruposmedia.com/cartelera/encanto-tributo-musical/

Jesús Clemente Rubio